Una historia fantasiosa sin nada memorable
La unión de Disney y Sandler resulta decepcionante
Cuentos que no son cuento (Bedtime Stories, Estados Unidos/2008). Dirección: Adam Shankman. Con Adam Sandler, Keri Russell, Guy Pearce, Russell Brand, Richard Griffiths, Teresa Palmer, Lucy Lawless, Jonathan Pryce y Courteney Cox. Guión: Matt Lopez y Tim Herlihy. Fotografía: Michael Barrett. Música: Rupert Gregson-Williams. Edición: Tom Costain y Michael Tronick. Diseño de producción: Linda DeScenna. Presentada por Walt Disney en versión original subtitulada o doblada al castellano. Duración: 99 minutos. Apta para todo público.
Nuestra opinión: regular
Esta sociedad entre el estudio Disney y el cómico Adam Sandler resulta una absoluta decepción y, por lo tanto, se ubica muy lejos de los ricos antecedentes de ambas partes. Como entretenimiento familiar, la historia tiene pocos atractivos narrativos y visuales, mientras que el espíritu provocativo del humorista se erosiona casi por completo en un contexto tan elemental y previsible como el que impone este guión. La tercera frustración tiene que ver con el director, ya que Adam Shankman -un aclamado coreógrafo- venía de concretar un excelente trabajo en Hairspray (ya está filmando la segunda parte), pero aquí aparece como un mero artesano sin el más mínimo vuelo.
Sandler recicla aquí su habitual personaje (una suerte de niño grande que resulta querible incluso en su torpeza e irresponsabilidad), pero esta vez pierde la ironía, el desparpajo y la incorrección política de la mayoría de sus trabajos previos.
En esta suerte de cruza entre Un papá genial , Encantada y Una noche en el museo , Sandler interpreta a Skeeter, empleado de un hotel que supo ser de su padre y que ahora está en manos del millonario Barry Nottingham (Richard Griffiths). La idea del veterano empresario es relocalizar dicho hotel en un terreno que es ocupado por una escuela a la que concurren los dos sobrinos de Skeeter y cuya directora es la bella Jill (Keri Russell). La solución para los inversores es sencilla: demoler el colegio para construir el nuevo resort de lujo.
A ese planteo inicial -que no es particularmente ingenioso- se le suma la vuelta de tuerca fantástica que permitirá un amplio (y no demasiado creativo) despliegue de efectos visuales. La hermana de Skeeter (Courteney Cox) le pide al protagonista que se ocupe por unos días de sus hijos y, en ese lapso, los sobrinos serán "debidamente" (mal)criados por el tío, que los iniciará en terrenos poco transitados por los pequeños: televisión, videojuegos, comida chatarra... Durante las noches, Skeeter les contará los cuentos del título que, poco a poco, irán confundiéndose con la realidad (de la ficción) y, así, veremos a todos los personajes del film (que incluyen al infaltable amigo patético aquí encarnado por el inglés Russell Brand y al malvado interpretado por el también británico Guy Pearce) en la Antigua Grecia, en el salvaje Oeste, en la Edad Media o en situaciones futuristas ambientadas en lejanas galaxias.
Nada en Cuentos que no son cuento resulta destacable: ni el guión, ni la narración, ni las actuaciones, ni los gags son demasiado inspirados. Esta combinación entre comedia de enredos, aventuras y romances intenta abarcar muchos frentes y finalmente no hace pie en ninguno.
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