"Un tema que quería abordar"
Al pie del Cerro Bayo, y como en muchas localidades del interior cuya prosperidad tiene que ver principalmente con el turismo, los vecinos viven pendientes de temas que cada temporada vuelven a ser tema de conversación y negociación. Allí, en Villa La Angostura, de buenas a primeras y sin nada que lo haga presuponer, una mujer mayor intenta quitarse la vida. Sus hijos se reúnen mientras se aguarda la primera nevada del año, para discutir qué hacer con sus bienes y con el supuesto tesoro que oculta, un dinero importante que, según chimentos, habría ganado en un casino vecino.
Así, tanto la abnegada hija que decidió quedarse para cuidarla como su hermana -que regresa de Buenos Aires esperanzada de poder conseguir levantar sus deudas- y los nietos de la octogenaria comienzan una puja a media voz que puede disparar para cualquier lado en el momento menos pensado.
Victoria Galardi, nacida y criada en esa zona del vasto mapa argentino ahora dominada por la ceniza, tiene 34 años, y fue autora -junto con Martín Carranza- de la comedia romántica Amorosa Soledad , con la que fue premiada por el jurado joven en el Festival de San Sebastián de 2009, ahora volvió a la carga en solitario con Cerro Bayo , la descripción cariñosa e impiadosa de una familia de clase media que intenta sobrevivir a pesar de las distancias, sean físicas o simplemente emocionales, en un momento en el que la angustia económica les impide ver mejor la realidad que les toca. Galardi se detiene en cada uno de ellos.
La propuesta, que tuvo un aplaudido y premiado recorrido festivalero, desde que hace un año estuvo en las secciones oficiales de San Sebastián y Biarritz, y que pasado mañana estrenará Primer Plano, tiene como figuras centrales a Verónica Llinás, la mexicana Adriana Barraza, Inés Efrón, Nahuel Pérez Biscayart, Guillermo Arengo, Adela Gleijer y Marcela Kloosterboer. En el festival vasco, la película recibió un premio de la TVE, compra sus derechos de exhibición en exclusiva en la pantalla chica de su país, donde se verá en enero próximo, tras su muy buen recibimiento en Casa de América y en la sala Berlanga, donde tuvo una serie de proyecciones.
La cineasta explicó a La Nacion que la coincidencia del estreno del film con la tragedia de las cenizas en el Sur argentino -y la cancelación de la temporada turística real sobre la que gira buena parte de la ficción- motivó la decisión de los productores de donar parte sustancial de cada entrada vendida para la recuperación de Villa La Angostura. "Nos recibieron con los brazos abiertos y colaboraron en el rodaje en todo lo que les pedimos: es nuestra obligación ayudarlos para que la limpieza del lugar pueda completarse después del fracaso de la temporada", asegura.
Victoria Galardi está ansiosa. Es obsesiva, y se nota. En la mesa de café, cuenta que hace unos días vio por primera vez El cuchillo bajo el agua , de Roman Polanski, y le dio vuelta la cabeza. No es para menos. El viernes, próximo, la joven cineasta viaja a Nueva York para presentar su película en el Lincoln Center.
-¿Es una historia que te toca de cerca?
-Viví hasta los dieciocho años en Neuquén, y me crié en Villa La Angostura y San Martín de los Andes. Crecí entre conversaciones acerca de comprarte un terreno frente al lago, que si nieva, que si va a ser una buena o mala temporada, de la elección de la reina del lugar, las cosas muy bizarras que ocurren en ese tipo de pueblos. Siempre tuve ganas de escribir algo sobre esos temas y cuando tuve la suficiente distancia para hacerlo, lo hice. Crecí con la idiosincrasia de un pueblo que vive de la expectativa del turismo, un interior diferente al que se ve en las películas.
-¿Es una historia coral?
-Es una película mucho más grande que la anterior, con un elenco importante, más producción, una historia más abierta. Me preocupaba mucho mantener el tono, ninguna historia debía ganarle a la otra. Intento querer a todos los personajes que escribo y hacer que cada uno sea particular en sí mismo, que cada frase que dice no podría decirla el otro, en especial para diferenciar a los provincianos de los urbanos. A las familias a veces las une el solo hecho de ser familia. Cada uno con sus dificultades y necesidades, también unidos por el amor. Creo que el amor, como el odio, une. ¿Qué familia no es disfuncional?
-¿Y el personaje de Verónica Llinás?
-Como el intento de suicidio de su madre, es un detonador de la historia. Es una hija, hermana y tía que viene de lejos, de la ciudad, a reclamar algo... El que vuelve siempre algo de ruido hace. Incomoda permanentemente.
VERÓNICA LLINÁS: PASADO, PRESENTE Y FUTURO
-¿Tu personaje es un detonador?
-De alguna forma, sí. Llega con el principio de la película y se va con el final. Es la única que irrumpe allí desesperada.
-Teatro, TV, cine...
-El teatro fue mi comienzo. Después irrumpió la TV y el cine siempre fue un anhelo, un deseo, pero como vine de un teatro muy especial, y entré a la TV por el programa de Antonio Gasalla, que planteaba algo más grotesco que el cine evade, eran pocas las opciones. Sentía que era un lugar vedado para mí. Sin embargo, me di cuenta de que no quería limitarme y comencé a rechazar cosas que insistían en el encasillamiento. El cine se fue dando como muy de a poco. Sin desmerecer lo anterior, esto es lo más importante que hice hasta ahora. Una gran participación con un estilo de actuación que no es lo que habitualmente se espera de mí. En TV estuve en un episodio de la miniserie Lo que el tiempo nos dejó , dirigido por Israel Caetano. Acabo de terminar una participación en El hombre de tu vida , que saldrá en octubre, y estoy evaluando unas propuestas de teatro para abril y, por otro lado, trabajando en un guión con mi hermano Mariano [Llinás], una idea mía. Tenía algo que quería contar y la idea de cómo hacerlo, y Mariano me ayudó a descubrir qué quería hacer y la filmaremos juntos, a su estilo.
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