Un Superman poco carismático
"Superman regresa" ("Superman Returns", Estados Unidos/2006). Dirección: Bryan Singer. Con Brandon Routh, Kate Bosworth, Kevin Spacey, James Marsden, Frank Langella, Eva Marie Saint, Parker Posey, Sam Huntington y Tristan Lake Leabu. Guión: Michael Dougherty, Dan Harris y Bryan Singer, basado en los personajes creados por Jerry Siegel y Joe Shuster en la historieta de DC Comics. Fotografía: Newton Thomas Sigel. Música: John Ottman. Edición: John Ottman y Elliot Graham. Diseño de producción: Guy Hendrix Dyas. Presentada por Warner Bros en versión original con subtítulos y en versión doblada al castellano. Duración: 154 minutos. Sólo apto para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: buena
Después de una ausencia de casi dos décadas, Superman -el padre indiscutido de toda la movida de superhéroes de historieta que invadió el cine en los últimos tiempos- regresa de la mano de un experto en el género como Bryan Singer (creador de las dos primeras entregas de "X-Men") y con una inversión de 260 millones de dólares que tiene un lógico correlato en pantalla: el despliegue de efectos visuales es impresionante, desde la elegancia con que el protagonista sobrevuela Nueva York hasta la potencia con que el mismo Hombre de Acero detiene un avión en plena caída sobre un campo de béisbol con sus tribunas atestadas, por nombrar sólo un par de las múltiples escenas decididamente logradas en el aspecto técnico-estético.
Pero, tras apreciar los extensos 154 minutos de esta quinta incursión cinematográfica del personaje surgido hace ya siete décadas en las páginas de DC Comics, cabe preguntarse por qué no se gastó algo menos en CGI (imágenes generadas por computadora) y un poco más en contratar actores con un mínimo de talento y empatía.
Los inexpresivos e inexpertos Brandon Routh y Kate Bosworth (nada menos que Superman/Clark Kent y Luisa Lane en esta nueva ficción), no alcanzan jamás ni una mínima proporción de la química con que Christopher Reeve y Margot Kidder conquistaron al mundo a fines de los años 70 y comienzos de los 80. El aquí calvo Kevin Spacey luce demasiado estereotipado y grandilocuente en su interpretación del Lex Luthor que encarnara Gene Hackman, y así se podría continuar con la comparaciones desfavorables en el resto del elenco.
Y es una pena que una película tan cuidada, tan honesta (es clásica y moderna a la vez) y tan seria (en el mejor sentido) como "Superman regresa" dilapide buena parte de sus atributos por la incompetencia actoral y la ligereza en la construcción psicológica de los personajes.
Fidelidad al mito
Singer es un seguidor fiel e incondicional de la mitología popular que cultivaron tanto el cómic original como las primeras dos partes de la saga cinematográfica (la película incluso está dedicada en los créditos finales a Reeve y a su última esposa, Dana) y, quizá por ello, en la elección de Routh algo tuvo que ver su llamativo parecido físico con el propio Reeve. También se reciclan una y otra vez los clásicos acordes del leitmotiv musical compuesto por John Williams y hasta hay una aparición-homenaje de Marlon Brando, como el padre muerto del héroe de Kriptón.
Como en casi todas las sagas sobre superhéroes (desde El Hombre Araña hasta Batman), Singer trabaja una historia de amor imposible (tras cinco años de ausencia del Hombre de Hierro, Luisa Lane ha ganado un premio Pulitzer por un ensayo titulado "Por qué el mundo no necesita un Superman", está felizmente en pareja y ha tenido un hijo) que amplifica el conflicto básico: la imposibilidad de convertirse en un humano más y las inevitables carencias de aquellos considerados "distintos", más allá de los superpoderes y de la inmensa popularidad que goza este paladín de la justicia recuperado por Hollywood en estos tiempos de lucha contra el terrorismo globalizado.
No hay en "Superman regresa" un cinismo desmedido, ningún grado de autoconciencia ni la típica autoparodia posmoderna. Singer se tomó este proyecto tan costoso y trajinado, con el que coquetearon sin suerte varios de los mejores directores de los últimos años, muy en serio, y lo elaboró con el profesionalismo de su habitual director de fotografía Newton Thomas Sigel, con un logrado diseño de producción con toques retro y con el doble aporte (algo muy infrecuente en Hollywood) de John Ottman tanto en la edición como en la música. Pero, como quedó dicho, estos y otros alardes técnicos chocan -en una irónica analogía con los golpes que el propio Hombre de Acero sufre todo el tiempo en pantalla- contra esa muralla insalvable que son los actores sin carisma.
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