Un sueño hecho realidad
El día después de que El secreto de sus ojos se alzara con la estatuilla a la mejor película extranjera, Juan José Campanella confiesa que aún no le "cayó la ficha"
LOS ANGELES.- Aquello de "tenemos todas las expectativas y ninguna esperanza", dicho una y otra vez en las jornadas previas en boca de Juan José Campanella, resuena hoy en el día después del histórico triunfo de El secreto de sus ojos en la gran noche del Oscar. Aferrado a un sueño que finalmente se hizo realidad, alimentado por una rara mezcla entre secretas convicciones optimistas y cierto razonable escepticismo frente al poderío indiscutido de competidores de tanto prestigio como Michael Haneke y Jacques Audiard, Campanella vive el día después con ganas de volver a cierta normalidad, después de recibir la estatuilla con una mezcla de sorpresa, certidumbre y un aturdimiento que, según propia confesión, duró bastante tiempo.
"Con cualquier premio ocurre algo así, pero mucho más en el caso del Oscar. El aturdimiento que sentí fue real. Todo empezó en el escenario cuando Almodóvar anunció el premio. Entre los nervios y el contador que aparecía en el teleprompter , que me marcaba los segundos que todavía tenía disponibles para hablar, debo reconocer que no estuve en mi mejor momento oratorio. Además, en un momento la pantalla decía: «¡Termine, por favor!». Eso fue demasiado", comentó entre risas.
"Todavía no se me cayó completamente la ficha", reconoció ayer por la tarde, mientras se dirigía a un estudio de TV para conectarse vía satélite con los noticieros de la TV abierta de la Argentina. De todas maneras, se lo veía mucho más relajado que en la noche del festejo, en la que no pudo disimular la carga de ansiedad que todavía se dibujaba en su rostro, aun algunas horas después de recibir la estatuilla.
Después de una jornada muy larga decidió recluirse en su casa y compartir íntimamente en familia el extraordinario lauro, seguramente el más trascendente de su carrera. Así pasó la mañana de ayer, sin contestar llamadas y con la casilla de su teléfono celular completamente llena. Sin embargo, también reconoció haber encontrado tiempo para pensar en los próximos proyectos que lo esperan, no bien llegue en las próximas horas a Buenos Aires. Allí lo esperan los trabajos en torno a la miniserie que prepara sobre la vida de Manuel Belgrano y su próximo largometraje, un ambicioso proyecto de animación. "Lo que son las cosas: después de recibir el premio, teníamos sí o sí que participar de una comida para que nos dieran el Oscar con el nombre de la película grabado. Y me tocó sentarme al lado de la diseñadora de La bella durmiente , nada menos. Por supuesto que aproveché para hacerle preguntas sobre animación. Estoy muy entusiasmado con este nuevo proyecto".
El significado de todo esto
A quien sí le "cayó la ficha", según propia confesión, fue a Guillermo Francella, para quien todo esto apenas comienza, por más que el Oscar pueda verse como el mejor colofón para la impresionante cosecha de éxitos acumulada por El secreto de sus ojos . "Me da la impresión de que todo esto va a ir in crescendo con el correr de los días, sobre todo cuando tomemos toda la conciencia de lo que significa este premio. Fijate que nosotros toda la vida nos hemos acordado de las películas ganadoras del Oscar. Le tocó en su momento a La historia oficial y ahora a nosotros. Llegará el momento en que todos dirán: «Mirá, El secreto... ganó el Oscar. Hicimos historia»", dijo.
Como privilegiado testigo del anuncio en una de las butacas del teatro Kodak, Francella vivió el momento del anuncio decisivo "con una felicidad enorme". Dijo estar convencido desde mucho antes de que la película ya era ganadora. "En los portales de Internet, en la página oficial de la película, todo el mundo decía que íbamos a ganar el Oscar. ¿Cómo no estar felices? No sólo por nosotros, sino también por el pueblo argentino, por el cine argentino. ¿Sabés lo que significa todo eso?"
Cumpliendo el máximo sueño de toda su vida, Francella se cruzó en la alfombra roja con Meryl Streep, con Christopher Plummer, con Charlize Theron. "Estaba al lado de gente muy poderosa de la industria, productores, directores, aunque sólo pude hablar unas palabras con Pedro Almodóvar. Este es, lejos, el encuentro cinematográfico más importante del mundo. Siempre me quedaba con mi hermano viendo la ceremonia hasta la madrugada, imaginando que algún día podría estar allí con la posibilidad de ganar y subir al escenario. Conseguirlo así, con una película que me dio tantas satisfacciones, me da una gran felicidad", señaló, con el gesto de quien ve una ilusión concretada casi a través de un pase de magia. Sin embargo, al final vivió un episodio que bien podría haber formado parte del guión de alguno de sus programas. Porque así lo cuenta: "Al final, cuando ya habíamos ganado y anunciaron los premios de Bullock, Bigelow y la película ganadora, yo me quedé detrás de Lauren Bacall, nada menos, y sin querer la despeiné un poco con el saco. Como pude, traté de disculparme con ella porque le pegué, creo, un golpecito en la cabeza. Se dio vuelta muy delicadamente y me dijo: «Usted me está despeinando». ¡Qué le iba a hacer! Estaba terminando la fiesta, y la verdad es que valía la pena estar despeinado".
El momento de la verdad
El momento en que se anunció el Oscar fue vivido por Francella con una combinación de euforia y algún desconcierto: "Campanella estaba por un lado del teatro; Gerardo Herrero, por el otro, y a mí me sentaron al lado de Vanessa Ragone. Cuando se anunció el premio, estábamos tomados de la mano con mucha fuerza y ahí saltamos, con un grito que pareció salido de una cancha de fútbol. Los otros invitados nos miraron raro, porque no son de entusiasmarse así. Y lo que no sabíamos, porque el protocolo suele ser muy preciso, era si íbamos a subir todos al escenario. A lo mejor las reglas decían que tenía que hacerlo sólo el director. Nos habíamos comunicado entre todos por mensajes de texto y Campanella me dio el OK, pero en un momento me cruzo con gente de seguridad y trato de explicarle que soy el actor de la película ganadora y voy al escenario a recibir un premio. No sé si estaba aprobado del todo, pero me mandé igual. Después me dijeron que había alguien de seguridad siguiéndome por los pasillos mientras iba al escenario". Ahora le queda la alegría de haber entrado en la historia como parte de una película que resultó consagrada en Hollywood y con el Oscar. "Esa alfombra, ese circo, son cosas muy divertidas. Hubo mucho color a nuestro alrededor. Tanta prensa, tanto alboroto. Aunque a nosotros sólo los medios latinoamericanos nos prestaban atención". ¿Disfrutará Francella por un rato de la estatuilla en sus manos? "No creo -responde finalmente-. Ese Oscar le pertenece a Campanella, es de él".
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