Un regreso tan forzado como poco original
Sex and the City (Estados Unidos, 2008). Dirección: Michael Patrick King. Guión: Michael Patrick King, sobre el libro de Candace Bushnell. Director de fotografía: John Thomas. Montaje: Michael Berenbaum. Diseño de producción: Jeremy Conway. Vestuario: Patricia Field. Música: Aaron Zigman. Con Sarah Jessica Parker, Cynthia Nixon, Kim Cattrall, Kristin Davis, Chris Noth, Jennifer Hudson, David Eigenberg, Jason Lewis y elenco. Duración: 145 minutos. Presentada por Distribution Company. Sólo apta para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: regular
Promediando Sex and the City, la película, Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) reflexiona acerca de su enésimo fracaso amoroso como es su costumbre, dando una vuelta de tuerca a una conocida máxima: "Resulta que, a fin de cuentas, uno sí puede volver a casa. Pero cuesta demasiado". Luego de contemplar el resto del film, en el que pone en práctica la lección aprendida por las malas, sólo queda preguntarse por qué Michael Patrick King, responsable del guión y la dirección de esta pálida trasposición a la pantalla grande de la serie, no tuvo la lucidez de hacer suya la epifanía de su heroína.
Que quede claro: el fracaso de esta adaptación no reside en la falta de entusiasmo del emprendimiento o de la omisión de alguno de los elementos que convirtieron en un éxito a la serie a fines de los 90, que están y tan abundantemente como lo permiten los exageradísimos 145 minutos de su metraje. Aquí figuran -merced a la fotografía pop de John Thomas y el ojo dramático de la vestuarista Patricia Field, sin duda lo mejor del film- la impávida belleza de Nueva York; la moda como coraza, arte y celebración; la narración en off de Carrie, capaz de reducir cualquier dilema existencial a un telegrama Cosmo (sin perder su verdad, claro); la inconstancia de los hombres y la perdurabilidad de la amistad femenina y un largo etcétera.
Lástima que en ese largo etcétera no se incluyera una historia coherente y divertida que permitiera algún crescendo dramático a sus personajes, en lugar de un reciclado de viejas peripecias del programa en lánguida e inconexa sucesión, así como algún atisbo del sarcasmo, la ambición y el hedonismo que cortaban sólo lo justo tanto romance con un poco de malicia sociológica.
A la deriva
La excusa del regreso la provee, obviamente, la colorida vida sentimental de la columnista Carrie Bradshaw, ahora consolidada en un prolongado romance con Mr. Big (un impecable Chris Noth), a punto de pasar a mayores.
Las milagrosas buenas nuevas requieren una celebración, pie para el regreso de las chicas, en cuyas vidas nada parece haber cambiado: la hiperprofesional Miranda (una desaprovechada Cynthia Nixon) sigue varada en Brooklyn con un marido que la ignora y un hijo pequeño a quien ella parece ignorar; la irreductible Samantha (Kim Cattrall, una parodia de sí misma) languidece en Los Angeles, donde convirtió en estrella a su novio Smith, mientras que Charlotte (Kristin Davis, que parece estar en pantalla sólo para ser víctima de un gag escatológico imperdonable) disfruta de su manso marido millonario y su silenciosa pequeña.
De lo que sigue basta decir que el traspié que sufre el cuarteto como su reparación son tan rutinarios y forzados como para ser adivinados a kilómetros por cualquiera que haya visto la serie (a cuyo satisfactorio final seguramente volverán a refugiarse al salir del cine). Sólo los cameos de Candice Bergen y Jennifer Hudson entregan algo de la personalidad y el corazón -respectivamente- que han abandonado a este Sex and the City .
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