Un poderoso drama humano
"Corazones abiertos" ("Elsker dig for evigt", Dinamarca/2002, color). Dirección: Susanne Bier. Con Sonja Richter, Nikolaj Lie Kaas, Mads Mikkelsen, Paprika Steen, Stine Bjerregaard. Guión: Anders Thomas Jensen, sobre una idea de Susanne Bier. Fotografía: Morten Saborg. Música: Jesper Winge Leisner. Edición: Pernille Bech Christensen y Thomas Krag. Presentada por Alfa Films. 114 minutos. Sólo apta para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: muy buena
"Una y otra vez la lluvia dirá qué frágiles somos, qué frágiles somos", cantaba Sting en uno de sus temas más famosos.
Canciones pop
A Cecilie su novio (Joachim) suele insinuarle que de tanto escuchar canciones pop está tomándolas como retrato de la realidad y olvidándose de la realidad misma. El film comienza fotografiando en negativo una de esas ensoñaciones diurnas estimuladas en la chica por la música que le llega desde el walkman mientras circula por las calles de Copenhague. Pero no es a Sting a quien Cecilie escucha, si bien con el avance de la historia queda claro que en este caso el tema también es, precisamente, la fragilidad.
Y no se trata sólo de la fragilidad física, aunque el nudo dramático de la película sea un accidente que deja lesiones irreversibles: el film apunta en especial a la naturaleza delicada, voluble y frágil de los sentimientos humanos.
"Corazones abiertos" es una obra que compromete la emoción del espectador por la honestidad de su planteo dramático, alejado de cualquier concesión al sentimentalismo, y por la sensibilidad y la agudeza con que hurga en la interioridad de sus personajes. Es un raro equilibrio el que consigue la realizadora Susanne Bier: sin descuidar el rigor ni abandonar la austeridad formal, logra despertar la adhesión afectiva de la platea mientras, casi imperceptiblemente, va estimulando su reflexión.
Hay que reconocer que en este caso las severas normas del Dogma 95 han hecho una valiosa contribución, al favorecer que la atención esté puesta en la agitación interior de los personajes y al desterrar cualquier tentación de subrayado melodramático. El accidente, por ejemplo, está expuesto con la severa rudeza de un documental, sin espectacularidad alguna. Es un golpe brusco, un sobresalto que deja a Joachim tumbado en el piso.
Nada será igual a partir de entonces. Por supuesto, no para el muchacho, que queda perpetuamente insensibilizado del cuello para abajo. Pero tampoco para los demás: ni para Cecilie, con un frustrado proyecto de vida y repentinamente desamparada; ni para Marie, la mujer que estaba al volante del auto protagonista de la desgracia; ni para su marido, Niels, el médico que procura la inmediata atención del accidentado y proporciona a la aturdida muchacha un sostén moral que con los días dará origen a un vínculo más estrecho.
Con la ayuda decisiva de un formidable cuarteto de actores en el que descuella Nikolaj Lie Kaas (Joachim), Bier propone un examen minucioso de los conflictos que van encadenándose a partir del accidente. Cada personaje experimenta sentimientos contradictorios. La culpa, aunque de orígenes diversos, pone su zozobra en cada uno. Ninguno parece conservar sus certezas después de la desgracia: de un golpe solo, como en un derrumbe, o gradualmente, como en el deslizamiento imparable de una montaña de arena, todas se irán desmoronando. Culpa, autocompasión, amargura, volubilidad, miedo, voluntad de evadirse o de volver a la juventud: sentimientos complejos están en la raíz de las acciones y las reacciones de cada personaje. Como si la brusca alteración de su rutina los hubiera puesto de golpe frente a un espejo donde flaquezas, claudicaciones e inconstancias quedaran implacablemente expuestas.
Bier muestra sensibilidad y fina percepción al deslizar ciertos apuntes sobre las conductas que hombres y mujeres adoptan en sus relaciones; las actitudes que definen lo masculino y lo femenino en la dinámica interna de la pareja; los resabios de machismo que exhiben sus manifestaciones más vulgares en el médico amigo de Niels o que se evidencian sesgadamente en el mutilado Joachim cuando ataca groseramente a la enfermera.
Hondamente conmovedor (y más allá de la reiteración un poco arbitraria de ciertos recursos formales, como la alteración de la textura de la imagen y el movimiento agitado de la cámara), "Corazones abiertos" es un film tan agudo en su examen y tan rico en sus sugerencias que termina dejando sedimento. Casi una rareza en tiempos en que lo que abunda son películas que se olvidan apenas traspasado el umbral del cine.
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