Un icono de "Blow up"
Se desplomó en un set en Rumania, donde rodaba un film
LONDRES (AP).- David Hemmings, el actor británico que protagonizó el célebre film de Michelangelo Antonioni "Blow Up", basado en un cuento de Julio Cortázar, murió anteayer en Rumania, donde filmaba una película, según se informó aquí. Hemmings, de 62 años, se desplomó en el set de filmación de "Samantha´s Child" -dijo su agente Liz Nelson-: "Acababa de terminar sus últimas tomas del día y regresaba a su camarín. Fue un infarto fulminante". Su tercera esposa, Lucy Williams, con quien había tenido dos hijos, estaba con él en Rumania. También deja una hija de su segundo matrimonio, con la actriz norteamericana Gayle Hunnicut.
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Habrá habido quien lo reconociera en medio de las violentas grescas de las "Pandillas de Nueva York", o aun entre los héroes literarios de "La liga extraordinaria", pero no será ese rostro hinchado ni esa mirada un poco inquietante bajo las cejas arqueadas hacia arriba los que en la memoria del público se asociarán con el nombre de David Hemmings, sino el franco semblante de aquel muchacho rubio, de aire desprejuiciado y pelo revuelto casi siempre cubriéndole la frente que llevaba consigo la marca del swinging London aunque le tocara vivir en los tiempos de "Camelot", aventurarse en el futuro de "Barbarella" o calzarse el uniforme militar y trasladarse a la guerra de Crimea junto a la legendaria Brigada Ligera.
Hemmings fue uno de los rostros emblemáticos de la Inglaterra de los 60 y lo fue, sobre todo, por obra de Michelangelo Antonioni, que en "Blow up" (1966) le puso una cámara fotográfica en las manos para que hiciera de Verushka un símbolo de la sensualidad femenina o para que se pusiera a investigar en una toma registrada casi por azar los difusos límites entre la realidad y su representación.
Tenía 25 años cuando le llegó el papel que lo hizo repentinamente famoso. Hasta entonces había intervenido en media docena de films de escasa trascendencia. Nacido en Guildford, Inglaterra, el 18 de noviembre de 1941, hijo de un comerciante de dulces, Hemmings tuvo muy temprana relación con el mundo artístico: a los 9 años ya figuraba entre los cantantes infantiles del English Opera Group, al que acompañó en una gira nacional y donde interpretó a menudo obras de Britten. Con la adolescencia y el cambio de voz debió abandonar el mundo musical; emprendió entonces estudios de pintura en la Epsom School of Art y presentó su primera exposición a los 15 años.
Más tarde, a comienzos de los sesenta, volvió a cantar. Primero en night clubs, después en espectáculos de teatro musical. De allí pasó pronto a la actuación. Le tocaron papeles de pandilleros, jóvenes rebeldes e incomprendidos en piezas teatrales y films que pocos recuerdan.
Después de "Blow up", todo cambió. Intervino en "Camelot", al lado de Vanessa Redgrave y Franco Nero; en "Barbarella", de Roger Vadim, junto a Jane Fonda; en "La carga de la Brigada Ligera", de Tony Richardson, al lado de Trevor Howard, John Gielgud y Vanessa Redgrave; en "La máquina del amor", con Dyann Cannon; en "Juggernaut", con Omar Sharif, Richard Harris y Anthony Hopkins; en "Rojo profundo", de Dario Argento.
Con "Just a gigolo" (1979), su tercera incursión detrás de la cámara, se dio el gusto de ser el último realizador que dirigió a Marlene Dietrich. También probó suerte en esos años como novelista.
Más recientemente, tras dedicarse durante años a la producción y dirección de films para la TV en su país, Australia y Canadá (con John Daly había formado la compañía Hemdale, responsable de films de cómo "El halcón y el hombre de la nieve", de John Schlesinger, o "High Tide", de Gillian Armstrong), su celebrada reaparición en "Gladiador", la laureada película de Ridley Scott, le había dado ímpetus para afrontar lo que imaginaba una segunda etapa en su carrera actoral.
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