De encuentros con Atahualpa Yupanqui y Mercedes Sosa a zapadas con Fito Páez, ‘Tango en París, Recuerdos de Astor Piazzolla’ repasa los días del bandoneonista en la capital francesa
“Siempre tuvo debilidad por tocar en esta casa”, se escucha decir en off a la voz de Boy Olmi, que encarna el relato de José Pons, el gran amigo de Ástor Piazzolla desde la década del 70 hasta su muerte en 1992. Construido a partir de esa relación, Tango en París, Recuerdos de Astor Piazzolla funciona como un tratado de la amistad y como documento de época al mismo tiempo. Desde festejos de cumpleaños a reuniones casuales, la casa del matrimonio Pons se convirtió en el hogar favorito del gran bandoneonista argentino cada vez que visitó la capital francesa.
Con un extenso material inédito de audios, fotos, cartas personales y videos en Súper 8, el documental que se estrena el jueves 7 en cines recupera los encuentros en la casa situada en la Rue Descartes 16, del barrio latino de París. Allí, Piazzolla no sólo encontró un refugio donde sentirse cómodo, sino que también conoció a Atahualpa Yupanqui (el documental muestra que fue ahí que decidieron trabajar juntos para “Campo, camino y amor”), alentó a Mercedes Sosa a cantar su primer tango, más adelante forjó amistad con Jairo y hasta compartió zapadas con Fito Páez y León Gieco.
“Adiós Nonino”, “Volver” y “Balada para un loco” son algunas de los audios inéditos grabados en cinta abierta que pueden escucharse en el documental dirigido por Rodrigo Vila, que también estuvo al frente de Mercedes Sosa, la voz de Latinoamérica. Los testimonios de Horacio Ferrer, histórico letrista de Piazzolla, Amelita Baltar y Jairo ayudan a reconstruir la intimidad de esos encuentros en los que el músico más vanguardista que dio la historia del tango se sumaba a los debates de arte y política. De esa manera, Tango en París... se encuentra en sintonía con La calle de los pianistas, la película sobre Martha Argerich, y las reuniones en casa de los Lechner-Tiempo en Bruselas.
“Es una gran emoción que esos documentos maravillosos que tenía en casa puedan ser recuperados”, dijo Jacqueline Pons . Mientras las imágenes de Piazzolla comiendo asado, tocando el bandoneón, cantando o simplemente riendo junto a Jorge Pons funcionan como un zoom a un momento específico en la vida del músico, el relato emocional de la película acentúa -como remarcó Jairo antes de la proyección- el carácter irrepetible de esas juntadas.
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