Un clásico en la pantalla
"Orgullo y prejuicio" ("Pride and Prejudice", Gran Bretaña/2005, color; hablada en inglés). Dirección: Joe Wright. Con Keira Knightley, Matthew Macfadyen, Brenda Blethyn, Donald Sutherland, Tom Hollander, Judi Dench. Guión: Deborah Moggach, sobre la novela de Jane Austen. Fotografía: Roman Osin. Música: Dario Marianelli. Edición: Paul Tothill. Presentada por UIP. 124 minutos. Apta para todo público
Nuestra opinión: buena
Los más exigentes admiradores de Jane Austen -en especial aquellos que guardan en la memoria cada detalle de "Orgullo y prejuicio"- formularán unos cuantos reparos a esta suntuosa, condensada y muy bien interpretada versión de ese clásico de la literatura inglesa. Los principales, seguramente, se referirán a la adaptación, que al sacrificar subtramas y reducir episodios no sólo resta complejidad y sutileza al dibujo del cuadro social, objeto central en la mirada crítica de la escritora, sino que también despoja de ciertos matices al retrato de los personajes principales y de los vaivenes de su entrecortada relación.
Pero ya se sabe que los recortes eran inevitables en el traslado de una historia tan generosa en su trama como rica en observaciones a la estrechez de un film de dos horas. Al director Joe Wright y a la guionista Deborah Moggach no los amedrentó ni esa limitación ni el recuerdo todavía fresco de la miniserie británica de 1995 que muchos juzgan insuperable. De su elección deriva este "Orgullo y prejuicio" más próximo al melodrama que a la inteligente comedia de costumbres, capaz de deslizar bajo la banalidad de lo cotidiano una visión de la existencia en clave tragicómica. Una historia que hace hincapié en lo romántico, pero, de todos modos, conserva bastante de la agudeza satírica, el encanto y la gracia del original, y que se apoya tanto en el preciso aprovechamiento de los ambientes (ellos hablan claro sobre los desniveles sociales a fines del siglo XVIII) como en la autoridad de un elenco bien elegido y mejor conducido, y en la ductilidad de una cámara que exalta la fluidez coreográfica (a veces excesiva) de la puesta en escena.
Tira y afloja
En un mundo como el que pinta Austen, el ascenso social para una mujer tiene un solo camino: el matrimonio. Destino que se vuelve casi obligatorio en el caso de las cinco hermanas Bennet, a quienes su condición femenina impedirá heredar la modesta propiedad familiar. A la ansiedad de las chicas se suma la incontrolable impaciencia de la madre (Brenda Blethyn, algo excedida en su chillona vulgaridad), que no ve la hora de "ubicarlas". La llegada de dos solteros acaudalados auspicia la formación de otras tantas parejas. Una, apacible y armoniosa, la integran Jane, hija mayor de los Bennet, y el gentil señor Bingley; la otra, tempestuosa, acerca y opone alternativamente (cuestión de orgullos y prejuicios) a Lizzie, la más inteligente y temperamental de las hermanas, y al taciturno y aristocrático señor Darcy. Este tira y afloja que tarda en revelarse como un romance es el que ocupa el centro de la narración, mientras a su alrededor la movilidad social es ilustrada por otras uniones, a veces forzosas, a veces, pura conveniencia.
Flamante candidata al Oscar, Keira Knightley puede no responder a la descripción de Lizzie, pero le presta carácter, seducción y emotividad. Dirección de arte y vestuario (otros nominados) son puntos altos de esta realización en cuyo elenco descuellan Matthew Macfadyen, impecable Darcy; Donald Sutherland, como el padre de paciencia infinita, y Judi Dench, casi un paradigma del arrogante esnobismo inglés.
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