Un asunto familiar: Nicole Kidman, Zac Efron y el difícil resurgimiento de la comedia romántica contemporánea
Netflix estrenó una de las películas más esperadas de esta primera mitad de año, aunque los resultados no están a la altura de la expectativa
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Un asunto familiar (A Family Affair, Estados Unidos/2024). Dirección: Richard LaGravenese. Guion: Carrie Solomon. Fotografía: Don Burgess. Edición: Melissa Bretherton. Elenco: Nicole Kidman, Zac Efron, Joey King, Kathy Bates, Liza Koshy, Sherry Cola. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: regular.
Es todo un dilema qué hacer hoy con el destino de la comedia romántica. Ayer parecía un interrogante para los grandes estudios que habían nutrido sus arcas con el éxito del género en los 90; en el presente resulta un desafío para las plataformas que vislumbran en este posible renacer un “producto” atractivo para sus públicos. Exprimido ya el romance juvenil en versiones noveladas derivadas de éxitos literarios, o en seriales decimonónicos estilo Bridgerton, la comedia romántica adulta ha comenzado a explorar sus diferentes vertientes, desde ejercicios de ‘rematrimonio’ como Pasaje al paraíso (2022) -protagonizada por dos estrellas de aquella década de éxito como Julia Roberts y George Clooney-, hasta la gestación de una entusiasta actualización con nuevas caras como Con todos menos contigo (2023), con Sydney Sweeney y Glen Powell. Ahora bien, ¿cómo puede el streaming ubicarse en esa disyuntiva?
El reciente estreno en Prime Video de La idea de ti encontró -vía adaptación literaria- una respuesta posible a esa pregunta combinando el romance con diferencia de edad y el choque entre el mundo de la fama y el de la vida común, algo que por ejemplo había explorado con infinito carisma Un lugar llamado Notthing Hill (1999). Al mismo tiempo, la pareja formada por Anne Hathaway y el británico Nicholas Galitzine logró combinar espectadores de distintas generaciones y sacudir algunos prejuicios sobre el rol de la mujer frente a los mandatos sociales y el escrutinio de la opinión pública. Un asunto familiar intenta ir por ese camino, apoyada en un guion original de Carrie Solomon (guionista apenas de algunos episodios de la serie The Good Fight), el oficio del director Richard LaGravenese (Hermosas criaturas, Posdata: te amo), y con intérpretes -claro está- de distintas generaciones: Nicole Kidman, Zac Efron, Joey King y una deslumbrante Kathy Bates.
Sin embargo, Un asunto familiar no consigue lo que se propone: no funciona con fluidez, no hay química entre la pareja principal, ni momentos de eficacia cómica en el recorrido argumental, más allá de algunos gags físicos y una serie de equívocos previsibles. Uno de los problemas está en el deficiente equilibrio entre el romance con diferencia de edad y popularidad -y quizás también de inteligencia- que une a Brooke Harwood (Kidman) y a Chris Cole (Efron). Ella, una prestigiosa escritora ganadora del Pullitzer, ensayista de Vogue y The New Yorker, intelectual y sofisticada, y él, una estrella del cine de superhéroes, frívolo, cabeza hueca y adicto al gimnasio; y la relación madre-hija entre Brooke y Zara (Joey King), signada por el prolongado duelo familiar (el marido de Brooke y padre de Zara ha muerto hace once años) y una subterránea competencia que empujó a ambas a la culposa dependencia. A ello se agrega que Zara es la asistente full time de Chris, envuelta en sus caprichos y excentricidades, aspirante a convertirse en productora de Hollywood pero demorada en retirar la ropa de la tintorería o comprar suplementos dietarios en el supermercado a altas horas de la madrugada.
El puntapié de la historia es la presentación de Chris como parodia de sí mismo, gesto que Efron parece tomarse demasiado a pecho. Su fisonomía y motricidad recuerdan al robot Jaime del Superagente 86, y ese arquetipo risible que encarna al comienzo no parece humanizarse a lo largo de toda la historia. Su historia con Brooke, que comienza con un encuentro casual de sexo y tequila, nunca adquiere el peso necesario para la comedia romántica, y se modela en perezosas secuencias de montaje con guiños cinéfilos (al cine de Nora Ephron, pero sobre todo a Cantando bajo la lluvia; eso sí, sin canciones) que no trascienden la mera cita incrustada en el relato. Kidman intenta profundizar en su personaje, tanto en su relación con la escritura como en las cuentas pendientes con su marido muerto, pero lo hace apenas en algunas charlas con su suegra Leila, a la que Kathy Bates expande más allá de todo engranaje secundario del relato. Solo en esos contornos asoma algo más que el chirrido de una vieja fórmula que no termina de ser reinventada con los aires del presente.
Lo que dinamiza las principales situaciones de comedia es el empuje de King, solvente en la confección de una adolescente tardía que no sabe muy bien qué hacer con su vida, además de reclamar atención y soluciones rápidas. Con un mejor partenaire para la comedia y un guion más ajustado a su personaje, podría lucir su intuición y evidente plasticidad para el género. El mejor antecedente en esa centralidad de la “tercera en discordia” existe en la genial interpretación de Julia Roberts en La boda de mi mejor amigo (1997), aquella que como obstáculo en la unión de la pareja conseguía los vítores del humor y el favor del público. La comedia romántica requiere algo más que una sumatoria de tópicos previsibles y escenas prefabricadas con una fachada vistosa y algunos chistes dispersos. Y Un asunto familiar no logra convertir sus ideas en buenos resultados pese a sus esfuerzos.
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