Un asombroso viaje de veinte años para regresar a la infancia
Los protagonistas y el director de la película, estreno de mañana, que obtuvo seis nominaciones y acaba de ganar dos premios Bafta, hablaron en Toronto con LA NACION
En la noche del 8 de enero último, pocas cosas emocionaron más a los invitados de la fiesta de entrega de los Globos de Oro que la aparición en el escenario del Beverly Hilton del pequeño Sunny Pawar, el asombroso protagonista de Un camino a casa (Lion). Ese chiquilín que todavía vive en uno de los barrios más necesitados de la superpoblada Bombay recibió allí el aplauso de las estrellas más famosas del mundo en brazos de Dev Patel, el actor que personifica de adulto al personaje que Pawar encarna con sus cinco años en el tramo inicial de la película, cuyo estreno en la Argentina anuncia Diamond para mañana.
La imagen de un pequeño de asombrosa naturalidad y un actor consagrado unidos por el mismo papel es la síntesis de una multiplicidad de viajes reales y simbólicos coronados con las seis nominaciones al Oscar de la película. En aquella noche de los Globo de Oro eran cuatro: película dramática, actor de reparto (Patel), actriz de reparto (Kidman) y música original.
Pocos días después, al darse a conocer las nominaciones a los Oscar, la Academia de Hollywood las ratificó (es una de las nueve candidatas al premio a la mejor película) y le agregó otras dos: guión adaptado y fotografía. No es favorita en ninguno de los rubros, pero algunos de los pálpitos para la ceremonia del domingo 26 empezaron a revisarse desde el domingo pasado. Ese día, Un camino a casa triunfó dos veces en los Bafta, los Oscar británicos: actor de reparto (Patel) y guión adaptado.
El reconocimiento que la película obtuvo en Londres y espera repetir en Los Angeles se inició en septiembre de 2016 en Toronto, cuyo gigantesco festival fue escenario de su estreno mundial. Allí empezó a hablarse del potencial de Un camino a casa en la inminente carrera hacia el Oscar, sobre todo a partir de la extraordinaria historia que la inspiró: la travesía de Saroo, un chiquito de cinco años nacido y criado muy cerca de Khandwa, una antigua ciudad ubicada en el centro de la India, en un hogar muy pobre donde su madre sobrevivía cargando y vendiendo piedras. En 1986 salió con su hermano mayor en busca de comida y dinero y se quedó dormido, solo, en una estación ferroviaria. Al despertarse estaba en un tren en movimiento, sin pasajeros, que no paró hasta Calcuta, a 1500 kilómetros de su hogar.
Forzado a vivir primero en la calle y luego en un orfanato estatal, Saroo fue adoptado por un matrimonio australiano y vivió desde entonces con ellos en Hobart (Tasmania). A los 25 años y con una carrera universitaria en marcha, recurrió a la ayuda de herramientas tecnológicas (Google Maps, sobre todo) para llevar adelante un desafío que parecía imposible: la búsqueda de su lugar natal y de su familia. Esa suma de experiencias quedó plasmada en un libro autobiográfico que Saroo firmó con el apellido de su familia adoptiva (Brierley) e inspiró la película, que también adquirió la forma de un viaje para su realizador, Garth Davis. Un camino a casa es su ópera prima en el cine después de una muy exitosa carrera como realizador publicitario.
"Lo más impresionante de todo fue haber tomado conciencia de que la primera parte de la película iba a ser manejada por un chiquito de cinco años", confesó Davis en Toronto frente a un puñado de medios internacionales, entre ellos LA NACION, al día siguiente del estreno mundial de la película.
El director no se amilanó ante la situación. "Es que en la India todos creen en el valor de la lucha", explicó. Dijo que en la preproducción se encontró con un obstáculo que parecía insalvable: había poco tiempo para conseguir al niño que interpretara al pequeño Saroo, ya que los trámites de la visa australiana demandarían por lo menos seis meses.
"Trabajamos en toda la India con un equipo de casting, pero no pudimos entrar por falta de tiempo en las zonas más grandes, las villas y los barrios más pobres. Tuvimos que concentrar nuestra búsqueda en las escuelas y al final, entre 2000 chicos, encontramos en Bombay a Sunny Pawar. Fue una especie de carambola muy afortunada", reconoció Davis.
Para Patel, su participación en Un camino a casa también tiene el valor de un viaje, en este caso su quinta experiencia en la India como actor después de éxitos como Slumdog Millionaire: Quién quiere ser millonario y las dos partes de El exótico hotel Marigold. Nacido en Londres de padres kenianos de ascendencia india, Patel definió a Saroo como "un personaje que a los 25 años vivió más que cualquier otra persona de su edad y que se siente muy culpable por todo lo que le pasó". Esa actitud lo lleva a una larga, obsesiva y desgastante búsqueda del hogar perdido a través de herramientas tecnológicas todavía incipientes por entonces.
"Saroo profesa un tremendo amor por su familia de origen y quiere mantener en su memoria todos los recuerdos posibles de lo que vivió junto a ellos. Y se estremece pensando que su madre y su hermano todavía lo están buscando mientras él vive en Australia una existencia privilegiada con una familia que también le entrega su amor. Es una lucha interior muy fuerte", explicó.
Cuando LA NACION quiso saber qué fue lo primero que le preguntó al verdadero Saroo cuando tomó contacto con él, dijo: "¿De dónde sacó tanta energía y decisión para hacer lo que hizo, de qué profundidades interiores extrajo esa decisión para sobrevivir frente a todos los peligros que aparecían ante sus ojos? En ese momento recordé un episodio de mi infancia: estaba en un supermercado de Londres, buscando golosinas, y de repente me quedé solo. Me quedé en un estado de pánico total. Cinco minutos que parecieron seis horas, hasta que se escuchó por los altavoces: «Dev Patel, su madre lo espera junto a la caja». Saroo, por supuesto, llegó mucho más lejos".
Sin imaginar en aquel septiembre canadiense el camino de amplísima repercusión que seguiría la película y mucho menos su cosecha de premios, Patel sugirió que en un punto había alguna coincidencia entre el personaje que interpreta en el film y su propia vida. "Me pasé buena parte de mi vida en la escuela tratando de mostrar en Londres cuál era mi patrimonio y mi herencia cultural. Puede sonar como un clisé, pero gracias a Saroo pude entender mejor mis raíces y reconocerme como el fruto de la mezcla entre dos mundos diferentes."
Patel llegó a la India dos semanas antes de rodar su primera escena, que en los hechos marca el desenlace de la película. "Después de reunirme con Saroo fui a ver a su madre biológica. Fueron dos horas muy complicadas, y también apasionantes. A cada pregunta que le hacía, respondía con un sollozo. Luego estuve con los padres adoptivos, John y Sue, y con los amigos de Saroo en Tasmania. Todo eso me sirvió para armar un mapa del contexto de la historia, a la que se sumó el libro. La gran pregunta que me hice fue: ¿contamos la historia desde lo convencional, el adulto que empieza a recordar todo lo que vivió de chico, o dejamos que todo se cuente como debe contarse? Creo que la película encontró el punto exacto para que la narración logre estar a la altura de esa experiencia de vida tan extraordinaria", relató.
La otra gran estrella de la película es Nicole Kidman, que recuperó los primeros planos de reconocimiento internacional con su cuarta nominación a un Oscar, primera como mejor actriz de reparto. Cerca de cumplir 50 años (el 20 de junio), Kidman conectó de inmediato el papel de Sue Briebley, la madre adoptiva australiana de Saroo, con su propia experiencia de vida, ya que tiene dos hijos de esa condición. "Ésta es una película que habla del valor y del poder que es capaz de mostrar una madre, venga de donde venga -señaló-. En la adopción de un hijo no se trata sólo de hacer entrar a una pequeña persona en una familia nueva. Cuando conocí a Saroo le dije que era una persona con mucha suerte porque tiene dos madres. Cuando alguien recibe tanto amor como él, esa vida florece."
Kidman vio la película junto a su hija adoptiva, Bella, con la que se encontró a mediados del año pasado tras un largo distanciamiento. "Fue una experiencia muy emocionante. Fuerte como la de Sue, que tuvo que esperar seis años para concretar su sueño." Kidman supo después que la propia Sue quiso que fuera ella quien la interpretara en el cine precisamente por su condición de madre adoptiva.
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