Un antihéroe dispuesto a entretener
Robert Downey Jr., desbordado e irresistible, se luce en esta atractiva adaptación del cómic de Stan Lee
Iron Man: El Hombre de Hierro (Estados Unidos/2008). Dirección: Jon Favreau. Con Robert Downey Jr., Terrence Howard, Jeff Bridges, Gwyneth Paltrow, Leslie Bibb, Shaun Toub y Faran Tahir. Guión: Mark Fergus, Hawk Ostby, Art Marcum y Matt Holloway, basado en los personajes creados por Stan Lee, Jack Kirby y otros. Fotografía: Matthew Libatique. Música: Ramin Djawadi. Edición: Dan Lebental. Diseño de producción: J. Michael Riva. Presentada por UIP en versión subtitulada o doblada al castellano. Duración: 126 minutos. Apta para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: buena
Buena parte de la trama de Iron Man: El Hombre de Hierro , superproducción basada en el popular superhéroe creado por Stan Lee, Jack Kirby y sus colaboradores, transcurre durante la guerra de Afganistán y, según aseguran no sin un dejo irónico los gurúes de Hollywood, será el primer gran éxito comercial de una historia ambientada en el mismo lugar donde han fracasado decenas de películas "importantes" y con ánimo de denuncia. Si hay algo que diferencia a Iron Man de, por ejemplo, Leones por corderos es, precisamente, que prescinde de la solemnidad para optar por la liviandad, el absurdo y el exceso.
Un desbordado e irresistible Robert Downey Jr. interpreta a Tony Stark, un multimillonario al que la suma de unos cuantos adjetivos (mujeriego, excéntrico, megalómano, genial, visionario) no alcanzaría para definirlo en toda su dimensión. "El Da Vinci de nuestra época", asegura una locutora con algo de exageración. Claro que Stark no ha aplicado sus conocimientos en beneficio de la humanidad, sino de su propio bolsillo, ya que junto con su padre (un no menos ampuloso Jeff Bridges) ha construido un emporio bélico que abastece de armas de última generación a los mejores postores. Cuando en la primera escena del film Stark es alcanzado por el fuego de los talibanes y secuestrado por un grupo de terroristas internacionales, su concepto de la vida, de los negocios y de su futuro cambiará por completo. Nacerá, así, el Iron Man que ningún fanático del cómic ha dejado de leer.
La tensión entre padre e hijo y la subtrama romántica entre el villano devenido superhéroe y su fiel asistente (Gwyneth Paltrow) son las dos claves de una historia que, en sus 126 minutos, se sostiene mejor cuando apuesta a la comedia (por momentos negra) que cuando se inclina por el cine de acción a lo Transformers (especialmente en el duelo final). Esto no quiere decir que los efectos visuales no sean impactantes (lo son) ni que sirvan sólo para llenar huecos (resultan casi siempre funcionales a la trama), pero lo realmente novedoso de Iron Man es que consigue retratar a un antihéroe muy simpático (gentileza de Downey Jr.), un self-made man inspirado en Howard Hughes que, a partir de su creatividad y su poder económico-tecnológico, decide enfrentar él solo al sistema del que formó parte y que supo alimentar. Una parábola interesante para una película que, sin descuidar su objetivo principal (el entretenimiento para el consumo masivo), sabe apostar por el humor y la inteligencia.
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