De Pasión inocente a Amor y anarquía, historias sobre romances prohibidos para ver en streaming
Desde el flamante film del director de Atracción fatal a una adictiva serie sueca, repasamos ficciones que abordan, de diversas maneras, el tópico de la infidelidad
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“Estos meses, y sobre todo los últimos días, esté donde esté-mientras trabajo, hablo o espero el autobús-, he pensado en esta ruptura desde todos los ángulos posibles. Viajando en el metro, me he pasado de estación muchas veces, o he llegado a un lugar que me es familiar y no lo he reconocido. No siempre sé dónde estoy, lo cual es una experiencia agradablemente absorbente. Pero estos días tengo la impresión de que contemplo el mundo cabeza abajo”, piensa para sí mismo el protagonista de la brillante novela de Hanif Kureishi, Intimidad. Se trata de una obra corta que tuvo su adaptación cinematográfica en 2001 bajo las órdenes del francés Patrice Chéreau y que, como el texto en el que se basa, no se queda solo en la superficie de las infidelidades de Jay, ese narrador que es crudo, brutal, que no cae en la autocensura respecto a una cotidianidad que no lo satisface, que lo asfixia, y de la cual busca desprenderse, terremoto que la película registra con una mirada entomológica.
En esta nota hacemos un repaso de ficciones televisivas y cinematográficas disonibles en streaming que abordan los pormenores de la doble vida de sus personajes y las implicancias del engaño.
*AMOR Y ANARQUÍA
Creada y coescrita por Lisa Langseth, Amor y anarquía es una atractiva comedia romántica sueca que, hasta el momento, solo estrenó una sola temporada de ocho episodios. En este caso, quien se encuentra en una etapa de conflicto es Sofie (Ida Envoll), quien vive en piloto automático con su marido y sus hijos en lo que parece ser una realidad que no comulga con su espíritu más inquieto. Como en Intimidad, aquí también hay un catalizador que propulsa un cambio sustancial en la protagonista y se trata de un técnico informático de la editorial donde trabaja. Ese joven, Max (Björn Mosten), encuentra una foto que compromete a Sofie, y de allí en adelante se desata un juego morboso entre ambos en el que se extorsionan con desafíos inocentes que van in crescendo cuando empiezan a suscitarse fuera del marco de la editorial donde contrastan las visiones.
El choque generacional es uno de los puntos clave en los que la serie, con un gran manejo de la fluctuación entre drama y comedia, da en el clavo con reflexiones acerca de la subjetividad del arte, lo que conlleva exponerse mediante la escritura y quién es el receptor que respalda o desestima esas palabras. Lo mismo sucede con la diferencia de edad entre Sofie y Max, en el momento en que él le propone rebelarse ante el statu quo, en un flirteo donde la química entre ambos es palpable. De todas formas, el componente lúdico que los une pasa a un segundo plano cuando comparten intimidades de sus respectivas vidas, como si estuvieran rompiendo un pacto tácito de no mezclar las cosas.
Si bien como comedia romántica funciona, Amor y anarquía demuestra todo lo que tiene para ofrecer cuando se aproxima al final de su primera temporada y el pasado de Sofie se constituye en un factor ineludible respecto al porqué de las decisiones que toma; decisiones que pueden resultar intempestivas si se las observa superficialmente, pero que son más racionales de lo que aparentan.
Amor y anarquía está disponible en Netflix.
*PASIÓN INOCENTE
El director estadounidense Drake Doremus se convirtió en una importante figura del circuito independiente gracias al éxito que tuvo Like Crazy, el drama protagonizado por Anton Yelchin y Felicity Jones sobre una pareja que debe luchar contra todo lo que implica mantener una relación a distancia, historia en la que Doremus incluyó numerosos componentes autorreferenciales y que, como casi todos sus largometrajes, está signada por una melancolía que nunca quiere irse.
Dos años después de dicho film, el realizador convocó nuevamente a Jones para protagonizar, junto a Guy Pearce, Pasión inocente, donde vuelve a cargar las tintas sobre la dinámica entre dos personas que se encuentran en el momento equivocado, solo que aquí hay factores de mayor peso en juego. Jones interpreta a Sophie, una estudiante de intercambio que es recibida por la familia Reynolds y quien inmediatamente establece un especial lazo con Keith (Pearce), un profesor de música que siente un profundo rechazo por su existencia.
La llegada de Sophie tiene un doble efecto en Keith. Por un lado, esa joven representa todas esas oportunidades que él dejó pasar cuando se convirtió en padre y renunció a su sueño de ser músico. Por el otro, la presencia de esa outsider le hace replantearse sus sentimientos hacia su esposa y canaliza a través de esta mujer que llega de manera inesperada no solo sus frustraciones sino también su pasión por lo artístico, algo que estaba dormido. Lo interesante del film es que parte de una premisa trillada -hombre con crisis de mediana edad que se enamora de una mujer más joven-, pero la trastoca cuando se concentra en Sophie y en todas las inseguridades, miedos, vulnerabilidades y deseos truncos que ella también carga consigo.
Ese enfoque dual, con escenas de intimidad muy sutiles embebidas de los tonos grises de la dirección de fotografía de John Guleserian, le da otro espesor a un relato de un amor prohibido y destinado a perecer en un corto lapso de tiempo. Asimismo, hay varios tramos dedicados a cómo muchos individuos persiguen un ideal de familia que no es más que una ilusión desde el momento en que deben experimentarla día a día, hora a hora, mientras las fachadas se van rompiendo. Como le aconseja Sophie a Keith: “No dejes que el miedo se convierta en tu profesión”. Pasión inocente se pregunta si ese hombre podrá dejar de mentirse a sí mismo, aún sin la intensa percepción de esa joven en su vida.
Pasión inocente está disponible en Qubit.tv.
*AGUAS PROFUNDAS
El británico Adrian Lyne se ha convertido, con solo nueve películas en su haber desde su debut con Foxes en 1980, en un caso particularmente curioso dentro de Hollywood, un realizador con desniveles pronunciados pero también con resonantes aciertos, quien encontró en los thrillers eróticos la mejor vía para aludir a tópicos que exceden los encuentros sexuales que abundan en su filmografía. El cineasta es responsable de films icónicos como Atracción fatal y Nueve semanas y media, en los que conseguía momentos de tensión extrema rozando el absurdo, pero también una electricidad subyacente entre sus protagonistas.
Tras una inncesaria remake de Lolita, el director concibió uno de sus mejores trabajos: Infidelidad, protagonizada por Diane Lane y basada en La mujer infiel de Claude Chabrol. Si bien siempre está la cuota de suspenso propia de todas sus producciones, en ese caso su mirada se centraba de manera excluyente en el personaje de Constance, una mujer que comenzaba un idilio turbulento que ponía en jaque su matrimonio. Una escena, aquella en la que la “Connie”, luego de haber experimentado lo que es sentirse deseada por un extraño, se sube a un tren y no sabe si alegrarse o culparse por lo sucedido, es verdaderamente memorable, con una extraordinaria Lane, quien fue nominada al Oscar por su interpretación.
Pasaron nada menos que dos décadas entre Infidelidad y el regreso de Lyne con otra propuesta ambiciosa: una nueva adaptación de Aguas profundas, la novela de 1957 de la gran Patricia Highsmith, con guion de Zach Helm y del creador de la serie Euphoria, Sam Levinson. Ben Affleck saca a flote este film con una comprometida personificación de Victor Van Allen, un hombre que pudo jubilarse por inventar un chip para drones, lo cual le permite pasar más tiempo con su hija, disfrutar de sus hobbies como andar en bicicleta y cuidar su colección de caracoles, y darle más espacio a su matrimonio con Melinda (Ana de Armas), una mujer que vive sus relaciones prohibidas precisamente a contramano de lo que se pueda pensar: a la vista de todo el mundo, incluida la de su marido.
Ese odio que va acumulando Victor por ser testigo permanente de las infidelidades de su esposa recuerda a lo que padece el personaje de Richard Gere en Infidelidad: ambos son bombas a punto de explotar ante la menor de las provocaciones. Si bien el final es un tanto desprolijo y está muy lejos de lo que Lyne tiene para dar, su largometraje es rescatado en varias ocasiones por ese toque de humor negro que utiliza al registrar la perturbadora dinámica entre Victor y Melinda, a quienes sus amigos cercanos miran con desdén, como si estuvieran observando la decadencia en cámara lenta.
Aguas profundas está disponible en Amazon Prime Video.
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