Traslados: la atroz trama de los “vuelos de la muerte”, en el centro de un nuevo largometraje documental con pulso de thriller
Dirigido por Nicolás Gil Lavedra, el film va de menor a mayor en la afirmación de los hechos que se propone investigar con la ayuda de material de archivo, testimonios orales y varias dramatizaciones
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Traslados es la muestra más reciente del largo ciclo de producciones testimoniales de las que se valió el cine argentino, sobre todo en estas últimas dos décadas, para documentar los hechos cruciales de la etapa más oscura de la historia reciente de nuestro país.
Dentro de la extensa lista de materiales configurados como largometrajes y series de investigación periodística, esta producción dirigida por Nicolás Gil Lavedra propone un enfoque orientado a explorar de manera específica y retrospectiva lo ocurrido con los llamados “vuelos de la muerte”.
Desde aviones del Ejército y la Armada, durante los primeros años del régimen militar que gobernó a la Argentina entre 1976 y 1983, se arrojaban prisioneros con vida a las aguas del Río de La Plata. En rigor, los hechos narrados en este documental tuvieron un preciso desenlace judicial en noviembre de 2017, dentro de la causa más importante por violaciones a los derechos humanos conocida luego del histórico Juicio a las Juntas.
Fue en ese momento cuando 29 represores fueron condenados a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad perpetrados en la ex ESMA después de un juicio que se extendió a lo largo de cinco años. Entre otros hechos, formaron parte de ese proceso a cargo de un Tribunal Oral Federal los crímenes de las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Dumont, secuestrados por un grupo a cargo de Alfredo Astiz.
Allí, hace casi siete años, la Justicia probó que las monjas fueron trasladadas desde su lugar de detención clandestina y arrojadas al mar, sedadas y todavía con vida, en un avión Skyvan PA-51. Lo mismo ocurrió en otro modelo similar de avión con varias Madres de Plaza de Mayo, secuestradas en un operativo después de una ceremonia religiosa realizada en la iglesia porteña de la Santa Cruz.
Desde esa impronta y con la ayuda de un lenguaje visual y narrativo muy prolijo, que en líneas generales no se aparta de las fórmulas habituales previamente utilizadas en otras producciones de iguales características, Traslados se suma al canon del cine argentino documental sobre la última dictadura. Presentado a partir de una idea original de Zoe Hochbaum, este largometraje comienza como tantos otros enumerando la cronología fundamental de la dictadura a partir del golpe del 24 de marzo de 1976, apoyada en testimonios orales que actualizan una mirada que ya nos es familiar. Allí están para hacerlo las voces de Adolfo Pérez Esquivel, Estela de Carlotto, la recientemente fallecida Nora Cortiñas y Ricardo Gil Lavedra, integrante de la Cámara Federal encargada del Juicio a las Juntas en 1985 y padre del realizador.
El primer matiz distintivo aparece desde Uruguay, cuyo aporte a este trabajo es reconocido a través de distintas entidades que ofician de coproductoras. Con imágenes poco conocidas del archivo de medios orientales se consignan datos de la época sobre misteriosos hallazgos de cadáveres en la costa oriental del Río de La Plata. “Los ahogados de cada verano”, se leía en algún titular.
El documental aporta allí un dato inequívoco: los uruguayos no escondían los cuerpos y les correspondía a los argentinos dar una explicación. “Había allí una historia que no se contaba”, se escucha en uno de los momentos iniciales del documental. También se menciona un nombre poco conocido, una suerte de pista inicial que abrirá con el tiempo un rastreo mucho más amplio de los “vuelos de la muerte”, la del joven militante Floreal Avellaneda, una de las primeras víctimas de esta cruenta metodología.
De a poco, a través de una narración muy cuidada (sobre todo en los aspectos formales) que reconstruye desde sus generalidades el oscuro recorrido hacia la revelación de los “vuelos de la muerte”, el objeto particular de este documental empieza a configurarse y adquiere su perfil definitivo después de casi 50 minutos de metraje. Antes, algunos testimonios anticipan lo que va a profundizarse allí. Una línea atrayente, que tal vez merecía una investigación más profunda, aparece en las voces que desde localidades de la costa atlántica argentina recuerdan cómo se reaccionó en tiempos de la dictadura a la aparición en la orilla del mar de los primeros cuerpos.
La narración, también de a poco, empieza a adquirir casi el perfil de un thriller. Hay un momento en el que Traslados se asemeja a una película de suspenso a partir del uso recurrente de las dramatizaciones con actores o “recreaciones emotivas”, como señalan las gacetillas promocionales. Este recurso, utilizado para dejar en el espectador la impresión más inmediata y explícita de lo que ocurrió de verdad en los momentos más dramáticos (el que reconstruye el momento del secuestro de Azucena Villaflor tal vez es el más elocuente), corre siempre el riesgo de perder el efecto buscado si se utiliza demasiadas veces. La voz en off y la imagen de archivo siempre resultan menos redundantes y más precisas que cualquier dramatización en cámara lenta.
Además de los represores, Traslados apunta como su mirada sobre toda esta atroz realidad hacia otro villano, mucho más módico pero inequívoco en sus rasgos. Es el expresidente Carlos Menem, responsable del indulto a los miembros de las Juntas condenados en 1985. Se habla en el documental de la década del 90 como un tiempo dominado desde la política por un espíritu frívolo y por el “paradigma de la impunidad”. En contraposición, aunque solo a través del fragmento de un enfático discurso de Néstor Kirchner cuando era presidente, el documental reivindica en general la política de derechos humanos instrumentada durante ese período. Lo mismo hace con el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense a través de la palabra de Maco Somigliana, dueño de algunos de los testimonios más interesantes.
La media hora final (el documental dura casi 90 minutos) se concentra en el objeto de análisis presentado desde el título y se convierte en el tramo más interesante, pero siempre ajeno (como en casi todo lo demás) a la novedad. El documental elige recuperar solamente a distancia y desde el archivo la palabra del autor de las primeras (y conmocionantes) revelaciones sobre los “vuelos de la muerte”: el exoficial de la Armada Adolfo Scilingo. Se recuperan aquí imágenes ya vistas en otros documentales de Scilingo hablando en el programa Hora clave o cuando viajó a España para ser juzgado y condenado.
Paralelamente, recupera en primer plano el testimonio actualizado de Miriam Lewin, sobreviviente de un centro clandestino de detención y responsable (junto al fotógrafo italiano Giancarlo Ceraudo), de la investigación periodística que llevó al hallazgo en Estados Unidos de uno de los aviones Skyvan.
El otro testimonio que se revela por primera vez es el del piloto, actor y documentalista Enrique Piñeyro, perito encargado de verificar la autenticidad de la aeronave. Lo que cuenta con mucha precisión el director de Whisky Romeo Zulú es notable: cómo se conservó a lo largo de estas últimas décadas toda la documentación que permitió reconstruir al detalle la historia de los vuelos de esa aeronave y descubrir a algunos de los responsables de esos traslados.
El documental se cierra con las imágenes del recuperado Skyvan, que permanece desde junio de 2023 dentro del predio de la ex ESMA y deja abierta (en la voz del juez Daniel Rafecas) la posibilidad de seguir investigando sobre el tema. Pero no hace mención alguna al rechazo público de las Madres de Plaza de Mayo al anuncio oficial de la repatriación de la aeronave y mucho menos al momento en el que se presentó el Skyvan, un acto sobre derechos humanos que en los hechos se convirtió en tenso escenario de las fuertes diferencias internas entre la entonces vicepresidenta Cristina Kirchner y Sergio Massa, que en ese momento era candidato oficialista y ministro de Economía.
Traslados podrá verse a partir de este jueves 5 en el complejo Cine Arte Cacodelphia, Diagonal Norte 1150. La primera función será hoy, a las 17, seguido por una doble función diaria (a las 17 y a las 21) desde el viernes 6 hasta el miércoles 11. El martes 24, el documental llegará al Festival de San Sebastián a través de una presentación, una proyección especial y un coloquio (con la asistencia del director Gil Lavedra y de Zoe Hochbaum) que formarán parte de toda una jornada de apoyo al cine argentino.
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