Toy Story: tensiones, cancelaciones y el éxito de una película animada que fue un salto al vacío
A finales de 1995, Toy Story llegó al cine, y la historia de la animación cambió para siempre. Se trató del primer largometraje creado de manera íntegra en digital, y aún con las limitaciones de la época, la tecnología aplicada sorprendió a público y especialistas por igual. Pero más allá de sus bondades técnicas, Toy Story contó una historia que enamoró a niños y a adultos, y que convirtió a su director, John Lasseter, y al estudio Pixar en grandes referentes de la industria.
El impacto de Tron
La historia de Pixar comienza en los setenta, como una división dedicada al proyecto de crear una película hecha en animación por computadora. En sus años iniciales, la empresa diseñaba complejos efectos especiales que luego se utilizaban en films de ciencia ficción, pero por las limitaciones de la época, un título realizado íntegramente por computadora aún era una quimera. El estudio fue adquirido por distintas firmas, y entre algunos de sus dueños llegó a figurar George Lucas, creador de Star Wars.
John Lasseter era un empleado de Disney que vivía con el sueño de un largometraje animado por computadora. Durante el rodaje de Tron en 1982, el director vio algunas de sus imágenes y quedó profundamente impactado por su estética y recursos tecnológicos. Obsesionado con un proyecto en digital, Lasseter presentó una idea basada en la novela The Brave Little Toaster, pero los costos de hacerla por computadora eran tan elevados que Disney no solo rechazó la oferta, sino que incluso lo despidió (inesperadamente, al año siguiente comenzó la producción de ese título, aunque realizado en animación tradicional).
El deseo llevó a Lasseter a trabajar en Pixar, y allí comenzó a dirigir cortometrajes que le permitían poner en práctica nuevas técnicas de animación, como Luxo Jr. (1986) o Tin Toy (1988). Por esos años, Steve Jobs compró el estudio confiando en sus posibilidades, y a comienzos de los noventa, varios ejecutivos de Disney se acercaron a Lasseter y su equipo, curiosos de los avances concretados allí. A medida que el diálogo entre Pixar y la empresa del ratón Mickey se hacía más frecuente, Lasseter contraatacó con la idea de un film hecho en digital. Esta vez, la trama iba a girar alrededor de la vida secreta de un grupo de juguetes. Disney evaluó las posibilidades de la propuesta, y dio luz verde para concretar el largamente acariciado sueño del largometraje de animación digital. El pacto, sin embargo, tenía sus grises: la película iba a ser producida de manera independiente por Pixar, pero Disney se reservaba el derecho de aprobar o no las decisiones creativas. Lasseter aún no lo sabía, pero la batalla por Toy Story apenas comenzaba.
Pixar versus Disney, primer round
Sonó la campana de largada y el director puso en marcha You are a Toy. Lasseter buscó inspiración en dos muñecos de su infancia: uno del fantasma Gasparín, que era su favorito hasta que llegó a sus manos un soldado G.I. Joe, mucho más sofisticado. En base a esa dinámica creó a Tinny, un personaje basado en un corto anterior llamado Tin Toy, cuya aventura comenzaba cuando en un viaje familiar, quedaba olvidado en la ruta. Solo ante el peligro, Tinny decide volver a su casa, con la ayuda de un muñeco de ventrílocuo de mal carácter. Ambos comienzan un recorrido que por error, los conduce a un jardín de infantes en el que sufren el maltrato de los niños pequeños. En ese boceto inicial, hay muchas ideas que Toy Story conservó, otras que fueron descartadas y algunas que luego evolucionaron para integrar la trama de sus secuelas.
En medio de la elaboración del guion, Lasseter y su equipo decidieron que Tinny, un juguete de hojalata, era demasiado anticuado y por eso lo cambiaron por un astronauta de nombre Lunar Larry, que luego fue rebautizado como Tempus de Morph, hasta llegar a Buzz Lighyear (en homenaje al astronauta Buzz Aldrin). En la vereda opuesta, el muñeco de ventrílocuo era el principal dolor de cabeza para los guionistas. Se trataba de un personaje antipático, cuya única función era irritar a los juguetes de su entorno con bromas de mal gusto y comentarios sarcásticos. Lasseter confiaba en que la dinámica entre los dos protagonistas debía ser el motor del relato, y mientras uno era inocente e idealista, el otro era cínico y amargado. Las pruebas de animación mientras tanto avanzaban, pero no terminaban de convencer. Steve Jobs, como productor asociado, no estaba convencido de la fluidez de los movimientos. Mientras tanto en Disney, había muchas dudas con respecto a qué tanto el público iba a aguantar un largometraje animado de manera tan precaria. De ese modo, las fricciones no tardaron en aparecer.
Jeffrey Katzenberg representaba a Disney, y era el vínculo entre ese estudio y Pixar. Su mirada era la que rechaza o aprobaba las decisiones en Toy Story, y su falta de apoyo a las ideas de Lasseter podía derivar en la disolución del proyecto. Por ese motivo, le gustara o no a Lasseter, lo que sugería Katzenberg había que respetarlo. Y cuando él leyó la primera versión del guion, la calificó de “desastrosa”, e hizo especial hincapié en que el muñeco del ventrílocuo había que reemplazarlo por otro de personalidad más amigable. Ante ese panorama, a Katzenberg no le tembló el pulso y tomó una drástica decisión.
Joss Whedon y una idea que lo cambió todo
Sin un guion sólido que convenciera, desde Disney cancelaron todo hasta nuevo aviso. Oficialmente, Toy Story estaba suspendida en la medida que en Pixar no reelaboraran el libreto. Lasseter se sumergió entonces en una exhaustiva reescritura, y en la revisión de films que lo inspiraran, como Castillo en el cielo, de Hayao Miyazaki. En ese momento, Joss Whedon se sumó a la escritura del libreto, creó al dinosaurio Rex como contrapunto cómico, y coincidió en que el muñeco de ventrílocuo tenía un perfil francamente repulsivo. Whedon también puso el acento en el estilo marcadamente heroico de Lightyear, y sugirió una idea que lo cambió todo: Buzz, a diferencia de sus compañeros, no era consciente de ser un juguete.
Ese aporte modificó el rumbo de toda la trama, y fue el disparador para que naciera el concepto de Woody, un vaquero vieja escuela de buenos sentimientos pero que se sentía celoso ante la preferencia de su dueño por el recién llegado astronauta. Lasseter de golpe entendía que la historia que quería contar era la de dos formas de ver la diversión, una más clásica, y otra más moderna, dos estilos que no debían rivalizar, sino complementarse. Y Toy Story iba a girar sobre ese concepto: el de dos mundos aprendiendo a convivir.
Disney versus Pixar, segundo round
Cuando Tom Hanks confirmó que iba a interpretar a Woody, el vaquero protagonista de la historia, desde Disney quedaron encantados. La llegada de un actor de ese calibre le daba cuerpo a una película que hasta ese momento, parecía un salto al vacío. Pero una nueva batalla entre Pixar y Disney se avecinaba, aunque a diferencia de la anterior, esta vez Lasseter no estaba dispuesto a dar el brazo a torcer.
Con el guion terminado, Katzenberg exigió que el film fuera un musical, pero para Lasseter era una idea insostenible. A medida que la sombra de la cancelación se asomaba nuevamente, ambos lograron encontrar un punto de equilibrio. Lasseter aceptó incluir (pocas) canciones, pero exigió que ninguna de ellas fuera interpretada por los protagonistas. De ese modo, Disney y Pixar finalmente sellaron la paz. Como dato anecdótico, cuando convocaron a Randy Newman, él necesitó solo 24 horas componer “You´ve Got a Friend in Me” (o “Yo soy tu amigo fiel”), himno generacional y principal canción de la saga.
El equipo de Toy Story comenzó a trabajar arduamente en un proyecto que era relativamente chico para el canon de este tipo de producciones. Ellos contaban con un presupuesto de treinta millones de dólares, y en él trabajaban 110 empleados, números muy alejados de los 800 animadores que por esa época realizaban El rey león, la apuesta de Disney para 1994. Sin embargo y a medida que se veían los primeros resultados, en Disney comenzaron a mostrarse optimistas. Lasseter (Pixar, lo nuevo) y Katzenberg (Disney, lo clásico) aprendieron a convivir de manera mucho más armoniosa, replicando involuntariamente la historia entre Woody y Buzz.
Un éxito al infinito, y más allá
Las proyecciones de prueba de Toy Story se realizaron en el más estricto de los secretos, ya que Disney no quería revelar que tenía preparado un largometraje de animación por computadora. Los creativos confiaban en las posibilidades de la película, aunque no sabían cómo iban a reaccionar las audiencias. Pero Lasseter supo que su film iba a ser un éxito cuando en una de esas proyecciones privadas, escuchó a un hombre llorar ante la amargura que le supone a Buzz descubrir que es un juguete. Si su film emocionaba a un adulto, era porque realmente funcionaba. Y así fue.
La película se estrenó en Estados Unidos en noviembre de 1995, y se convirtió en un éxito inmediato. La sociedad entre Pixar y Disney se prolongó durante varios años, y la empresa eventualmente compró el estudio de animación. Su merchandising facturó millones, y Woody, Buzz y sus amigos aún están en cada rincón del mundo en forma de muñecos, ropa, videojuegos, comida y muchos ítems más. Al día de hoy, Toy Story es la marca más rentable de Pixar, y nuevas generaciones de niños y niñas continúan enamorándose del primer film, como le sucedió a los pequeños que lo vieron en 1994, y que hoy son adultos. De ese modo, el triunfo de Lasseter tuvo que ver con dirigir una pieza clásica utilizando tecnología de avanzada, concretando así una obra maestra que jamás perderá vigencia.
Toy Story se encuentra disponible en Disney+
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