Top Five: grandes actuaciones del cine de Quentin Tarantino
Con motivo del estreno de Los 8 más odiados, repasamos algunas interpretaciones imprescindibles de la filmografía del director
*1. SAMUEL L. JACKSON en TIEMPOS VIOLENTOS
Entre las numerosas aristas dignas de análisis que tiene Tiempos violentos, el personaje de Jules Winnfield interpretado por Samuel L. Jackson es una de las más atractivas. En primera medida, porque estamos ante un hombre que, si bien quedó inmortalizado por ser parte de una dupla, es quien más solo se mueve dentro de la lógica de la historia. Opera en sociedad porque no tiene otra alternativa, ya que en esencia se rige por sus propios dogmas. En segunda medida, porque es donde Quentin Tarantino (junto a Roger Avery) expone con mayor notoriedad ciertas referencias religiosas, tomándolo como el personaje que mejor sabe vivir bajo sus creencias. Sobre el final del film, cuando Jackson se carga al hombro uno de los más grandes monólogos escritos por Quentin, queda claro que de todos los caminos que emprenden los personajes de Tiempos violentos, el de Jules siempre fue el más directo.
"El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos". La cita del pasaje bíblico de Ezequiel (capítulo 25, versículo 17) es tan reveladora como su necesidad de aclarar los tantos de manera maniquea: "La verdad es que vos sos débil y yo soy la tiranía del hombre malvado, pero lo estoy intentando Ringo, estoy intentando realmente ser el pastor". Así, Winnfield sobrevive el momento de claridad y abulta su espiritualidad.
*2. UMA THURMAN en KILL BILL (VOL. 1 Y 2)
Al igual que Jules Winnfield, quien siempre se mantuvo impertérrito independientemente de las circunstancias fluctuantes, Beatrix Kiddo/The Bride/The Black Mamba también atraviesa un proceso similar en Kill Bill. La venganza y el reencuentro con su hija son los objetivos inamovibles dentro de las contingencias suscitadas por los nombres de su lista negra. En cierta medida, Tarantino vuelve a ubicar a un personaje en una suerte de experiencia religiosa, dado que Beatrix nace y revive de manera continua, ya sea al abrir los ojos en el hospital o al pergeñar el plan para salir del cajón donde fue encerrada por Budd.
En consecuencia, Uma Thurman tuvo a su cargo la difícil transición de los gestos más sutiles (las miradas a Bill en el mano a mano previo al uso de la técnica letal de Pai Mei), los enfrentamientos más viscerales (estamos lidiando con una película de Tarantino, así que ya sabemos que correrá sangre) hasta la combinación justa de euforia y autocontrol, que alcanza su pico en esa catarsis en el baño, donde Beatrix llora y ríe al mismo tiempo, antes de que empiece a sonar "Malagueña salerosa" y el abrazo con su hija resulte inevitable.
*3. CHRISTOPH WALTZ en DJANGO SIN CADENAS
Si bien Christoph Waltz irrumpió en el universo Tarantino - en el que mejor funciona, por cierto - con su desaforada interpretación de Hans Landa en Bastardos sin gloria, el actor austríaco demostró, tres años después, que tenía la capacidad de evitar la repetición de ciertos manierismos al abordar el personaje del Dr. King Schultz en Django sin cadenas. Waltz personifica a este cazarrecompensas que entabla una sincera amistad con el esclavo Django con una sensibilidad que estaba completamente ausente en el rol de Landa (un villano a secas, menos pluridimensional) y que en esta segunda vuelta con Tarantino resurge cuando es hora de ponerle fin a la figura demoníaca de turno que lleva el nombre de Calvin Candie.
Asimismo, las mejores secuencias de Django sin cadenas son aquellas en las que el amor de Tarantino por sus personajes se percibe en cómo el realizador los deja respirar, y en este aspecto la historia que Schultz le cuenta a Django en relación a Broomhilda es uno de los picos del film, más allá de la paradoja de ser el instante "de reposo". Cuando Waltz obtuvo su segundo Oscar por esta actuación, hizo propias las palabras de su personaje, pero en alusión a Quentin: "Escalaste las montañas porque no tenías miedo, mataste al dragón porque no tenías miedo y cruzaste el fuego porque valía la pena (...) perdón, no me pude resistir" . Simplemente brillante.
*4. PAM GRIER en JACKIE BROWN
Cuando se alude a la filmografía de Tarantino, Jackie Brown suele quedar relegada a un segundo plano. Quizás se deba a que el material de base no es del realizador sino de Elmore Leonard y su novela Rum Punch o a que se trata de uno de sus films más implosivos. Cualquiera sea el caso, Jackie Brown no es una obra menor ni por asomo. Por el contrario, se termina constituyendo en el largometraje de Quentin en el cual su melomanía está puesta al servicio de la narrativa al ciento por ciento, y en el cual su admiración por el cine blaxploitation es más vívida que nunca. Para notarlo no hay que indagar más allá de su enorme protagonista, Pam Grier, quien empleó algunos rasgos de sus interpretaciones en Foxy Brown y Sheba, Baby para el rol de Jackie Brown, esa azafata que por problemas monetarios se ve forzada a trabajar como mula.
En sintonía con el trabajo de Uma Thurman en Kill Bill, Grier apuesta a una naturalidad que la vuelve mucho más sensual que en aquellos roles que la volvieron una figura de culto. Basta ver la escena en la que pone un vinilo de los Delfonics para el agrado de Max Cherry, una de las más íntimas del cine de Quentin, donde ya se revela que ella, a pesar de querer una vida en conjunto con Max, está destinada a esa misma libertad de la que hablaba Jules en Tiempos violentos: la libertad de quien se maneja solo.
*5. WALTON GOGGINS en LOS 8 MÁS ODIADOS
Tarea compleja la de resaltar una sola interpretación de la flamante película de Tarantino Los 8 más odiados. El realizador toma el género western pero, lejos de ampliar el panorama, lo confina a una diligencia primero y a una cabaña después. Es en ese contexto en el que la verdadera narrativa de su film se despliega, una que cruza un caso a resolver/homenaje a Agatha Christie con esos rabiosos monólogos para los cuales Quentin pone cada vez menos filtro. Así, la fortaleza de Los 8 más odiados es, al mismo tiempo, su máxima debilidad. El realizador, ya cómodo en su cine y sin nadie que lo interpele, falla en la construcción de algunos personajes (mucho se le puede cuestionar lo que hizo con el de Daisy Domergue que interpreta Jennifer Jason Leigh ) y acierta notablemente en otros (Chris Mannix, personificado por el actor que nos ocupa, Walton Goggins).
La dupla que el actor de la serie Justified (curiosamente un western moderno, también basado en un texto de Elmore Leonard) conforma con Samuel L. Jackson es la viva prueba de la peculiar forma con la que Tarantino aborda una amistad impensada. Si bien Mannix y Marquis Warren son la contracara de Django y Shchultz, desde el momento en el que se ven unidos para dilucidar el enigma en cuestión - charla sobre una carta de Abraham Lincoln mediante - que Los 8 más odiados se recobra de cierta violencia gratuita para volverse hilarante. Y es el carisma de Goggins, sin dudas, lo que lo hace posible.
*EL TRAILER DE LOS 8 MÁS ODIADOS, YA EN NUESTRAS SALAS:
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