Top Five: escenas lacrimógenas del cine romántico
Con motivo del estreno de Yo antes de ti, recordamos algunas secuencias que nos obligaron a tener los pañuelos cerca
*1. Cèline y Jesse discuten en el hotel (Antes de la medianoche)
No se trata de una escena lacrimógena per se, pero atestiguar cómo la relación entre Jesse y Cèline comienza a asemejarse a una olla a presión es, cuanto menos, incómodo. Ésa fue precisamente la intención de Richard Linklater , Ethan Hawke y Julie Delpy : nuestro grado de familiaridad con esos protagonistas es tan alto que verlos discutir es como presenciar la ruptura de un matrimonio amigo. Antes de la medianoche se sitúa en Grecia como suerte de decisión simbólica de los pequeños quiebres que se suscitan en un vínculo con el correr del tiempo (ya hemos comprobado que, desde las novelas de Jesse hasta las canciones de Nina Simone, el tiempo es clave en la saga de Linklater) y de cómo las elecciones cotidianas afectan el porvenir. A Cèline le pesa el haber criado a sus hijas sola; a Jesse le pesa el no poder ver crecer a su hijo por las distancias geográficas.
Cuando la caminata a un hotel concluye (es decir: cuando lo idílico concluye) y ambos se ven obligados a recuperar el deseo de intimidad, una palabra de más detona una pelea brutalmente honesta que el espectador atestigua con el rechazo propio de quien, al pensar en Jesse y Cèline, no piensa también en la posibilidad de que el tiempo volvió a transformarlos. Ellos, los de entonces, ya no son los mismos.
*2. Ennis encuentra su camisa en la casa de Jack (Secreto en la montaña)
En la película Me and Earl and the Dying Girl, el realizador Alfonso Gomez-Rejon se detiene en un interesante concepto: la muerte de un ser querido es el renacimiento de nuestra relación con él. ¿Qué implica ésto? Que una persona es tan compleja e indescifrable que, al privarnos involuntariamente de su compañía, nos está obligando a seguir conociéndola bajo otro ángulo. Los momentos finales de Secreto en la montaña son un perfecto ejemplo de ese redescubrimiento. Ennis Del Mar ( Heath Ledger ), impertérrito como siempre, visita la casa del fallecido Jack Twist ( Jake Gyllenhaal ) y no solo contempla conmovido su habitación (con todos esos objetos propios de la niñez) sino que también se encuentra, sin quererlo, con la reconfirmación del amor que Jack sentía por él.
En un armario, una camisa que Ennis creía perdida cuelga junto a una de Jack, en una misma percha. "Jack, te lo juro..." susurra Ennis días después, antes de cerrar la puerta de su placard y de volver al vacío inconmensurable. Nunca sabremos a qué corresponde ese "lo" como objeto directo, pero algo nos dice que la promesa de ese hombre está teñida de la necesidad de volver el tiempo atrás para hacer las cosas de otra manera.
*3. El reencuentro de Adèle y Emma en el café (La vida de Adèle)
Más allá de ser una historia de amor devastadora, La vida de Adèle de Abdellatif Kechiche es una de las mejores películas coming of age de los últimos años, con una protagonista que padece el amor como si fuera fiebre en todo el cuerpo y el desamor exactamente del mismo modo. Adèle (Adèle Exarchopoulos, en un trabajo descomunal) es una joven cuya vida rutinaria se ve interrumpida por tan solo una mirada fugaz que comparte con Emma (Léa Seydoux), una mujer de cabello azul, avasallante y pasional.
Emma representa todo lo que Adèle todavía no puede (lisa y llanamente, la experiencia) y, por lo tanto, cuando ambas se reencuentran en un espacio neutral luego de su separación, los temblores de Adèle, el llanto incontrolable y sus confesiones viscerales ("extraño tocarnos, extraño verte, extraño cómo respirábamos la una sobre la otra") constituyen a la perfección ese duro período del amor que agoniza. "Siempre sentiré por vos una ternura infinita" le asegura Emma a esa joven que se va del café sin un "te amo" pero con el impulso necesario como para volver a empezar.
*4. El baile del aniversario de Kate y Geoff (45 años)
El británico Andrew Haigh sí que sabe cómo concluir-sin-concluir sus películas. Tanto el final de Weekend - con la incertidumbre de si esos hombres enamorados volverán a encontrarse - como el de la sucesora 45 años - con la incertidumbre de si ese matrimonio podrá recomponerse - meten el dedo en la llaga resignificando con la música toda la narrativa. En Weekend, el gran John Grant cantaba "I Wanna Go To Marz" mientras la cámara se iba alejando del edificio que sirvió de contexto para un incipiente romance. En 45 años, Los Plateros cantan "Smoke Gets In Your Eyes" mientras Kate ( Charlotte Rampling , simplemente brillante) y Geoff (Tom Courtenay) se abrazan para bailar en su fiesta de aniversario.
Sin embargo, la reticencia de ella a mantener ese abrazo y su mirada confundida ante los descubrimientos previos a ese festejo nos ponen de cara a cómo una relación de tanto tiempo se puede venir abajo por una mentira que, como las canciones que usa Haigh, también empujan a la resignificación. En consecuencia, la frase "mi verdadero amor fue verdadero" de esa canción de Jerome Kern y Otto Harbach, se vuelve bastante menos romántica y mucho más alarmante.
*5. El falso funeral de Augustus Waters (Bajo la misma estrella)
El fenómeno que desató la novela de John Green estuvo lejos de suscitarse exclusivamente dentro del universo del autor, dado que además impulsó a que se conciban otras obras Young Adult similares pero carentes de la fuerza de Bajo la misma estrella, uno de los mejores trabajos de Green junto a Buscando a Alaska (el resto son derivados de una misma idea). Por lo tanto, cuando se compraron los derechos para su adaptación, muchos directores quisieron abordar el proyecto (Joe Swanberg era el nombre más interesante) pero solo uno recibió tal regalo: Josh Boone. Lamentablemente, el realizador optó por una forma convencional de llevar a la pantalla una novela que estaba tan arraigada en el inconsciente colectivo que se puso a la fidelidad al fanático por encima de la ambición cinematográfica. Eso generó que Bajo la misma estrella sea una película correcta pero no demasiado memorable (Ciudades de papel es más sobria y encantadora), salvada por la efectiva dupla protagónica compuesta por Shailene Woodley y Ansel Elgort.
En este sentido, no podemos obviar el pico del film (y del libro), en el cual Hazel Grace (Woodley) se dirige a su amado Augustus (Elgort) en su pre-funeral para agradecerle por haberle dado "un para siempre dentro de los días contados". Con ese logrado momento, Woodley ratificó que viene de la misma escuela de las actuaciones despojadas y al desnudo a la que también pertenece Brie Larson . No hay artificios ni impostaciones. Sólo una actriz comprendiendo cabalmente a su personaje.
PARTICIPACIÓN. ¿Qué otras escenas sumarían al conteo?
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