Brindó una charla abierta donde afirmó que sus héroes eran Gene Kelly Buster Keaton; “todo lo que aprendí ocurrió en un set de filmación, esa fue mi educación”, dijo al presentar Top Gun: Maverick
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CANNES.- Tuvo que llegar la máxima estrella de todo el festival para que Cannes 2022 alterara quizás por única vez la puntualidad estricta que viene imponiendo en todas las actividades, funciones y encuentros desde que se puso en marcha hace 48 horas. La aparición estelar de Tom Cruise, bajo el exagerado título de una “master class” (o el más apropiado “Rendez Vous” que figura en el programa oficial en francés), estaba prevista para las 16, hora local, pero a esa hora todavía estaban terminando de ocuparse las casi 1000 butacas de la sala Debussy, una de las más grandes del Palacio de los Congresos.
Llevar este encuentro a un lugar más grande del originalmente previsto (la sede habitual de las “master classes” de Cannes es la sala Bazin, con una décima parte de las butacas) era inevitable. Cruise, también para un templo del cine de autor como Cannes, es la figura mundial más grande del cine actual y su presencia en este festival, al que no asistía desde hace 30 años, tiene que ver con el lugar que esta muestra le otorga cada año a algunos títulos y figuras que llegan a la Costa Azul desde Hollywood para dejar bien a la vista el poder del cine. Al fin y al cabo, una de las cosas que más reivindica Cannes es el valor intransferible que tiene la experiencia de ver películas en una sala de cine, cuanto más grande mejor.
Cruise hizo honor a esta convocatoria con la declaración más contundente de respaldo al cine como gran espectáculo que se podría haber hecho en este momento. “Todo lo que aprendí lo hice en los sets de filmación. Allí ocurrió mi educación. Sigo estudiando y tratando de entender cómo funciona esta forma de hacer arte”, dijo ante el entusiasmo de un teatro completamente lleno.
El actor pasó por Cannes a la misma velocidad en la que se mueve su personaje de Top Gun: Maverick, la película que vino a presentar (y llegará la próxima semana, el miércoles 25, a los cines argentinos) con la asistencia casi perfecta y completa de su elenco y sus responsables detrás de las cámaras. Estuvieron acompañándolo el guionista Christopher McQuarrie (responsable además de las últimas entregas de Misión imposible), el productor Jerry Bruckheimer, el director Joseph Kosinski y los actores Jennifer Connelly, Miles Teller, Jon Hamm, Lewis Pullman, Glen Powell, Jay Ellis y Danny Ramirez.
Cruise fue contundente al defender el estreno en cines de esta película, que soportó sucesivas modificaciones por culpa de la pandemia. “Cada vez que se postergaba el estreno por el Covid les decía a mis compañeros de elenco más jóvenes que no se preocuparan, porque estas cosas pasan”, señaló durante su aparición. Cuando se le consultó acerca de si los estudios Paramount llegaron alguna vez a sugerirle trasladar el estreno a su propia plataforma de streaming, Cruise contestó con el mayor énfasis de todo el encuentro: “Eso nunca pasó. En ningún momento”. Lo dijo dos veces, para que no hubiese dudas.
El paso raudo por Cannes dejó en claro una vez más, si es que hacía falta, por qué Cruise es una estrella. Llegó al festival en el luminoso mediodía de este miércoles en un helicóptero que se posó en un lugar estratégico del puerto, ubicado en la perspectiva perfecta de observación del batallón de reporteros gráficos que lo aguardaba. La sesión fotográfica continuó en la terraza del Palacio de los Congresos, donde Cruise desplegó toda su relajada simpatía, regalando sonrisas e invitando a Connelly, la principal figura femenina del elenco, a hacer lo mismo frente a los flashes.
Dejó por ejemplo que Connelly en un momento le acomodara el cuello de la camisa blanca que eligió, junto a un traje azul, para las fotos y el breve paseo por la sede del Festival, muy cerca de la sala en la que trabajan los medios internacionales acreditados como LA NACION. Unos minutos después apareció en la sala Debussy con cambio de ropa: un suéter liviano de color gris y un pantalón al tono, todo en clave slim fit. Ni hace falta decir que luce impecable cuando está cerca de cumplir, el 6 de julio, sus 60 años.
La bienvenida de Cannes a Cruise, tal como se leyó en un momento en la pantalla, estuvo precedida por un clip con imágenes retrospectivas de buena parte de su carrera con la música de fondo de “Así habló Zaratustra”, de Richard Strauss. Allí se vieron momentos de Jerry Maguire, Rain Man, Minority Report: sentencia previa y distintos momentos de las películas de Misión Imposible. Cuando apareció con la juvenil estampa que lucía en Negocios riesgosos se escuchó la ovación más grande. En el teatro lleno había muchas personas acreditadas en el festival (profesionales de la industria y representantes de los medios de prensa), pero muchos más fans del actor. Unos cuantos estaban vestidos con traje oscuro y moño, la indumentaria formal que Cannes exige para asistir a todas las funciones vespertinas de gala o las presentaciones más importantes. La de Top Gun: Maverick llegó en el atardecer de Cannes, tras otra jornada de sol radiante y temperaturas veraniegas.
Fue el director artístico del festival, Thierry Fremaux, el encargado de presentar a Cruise, que ingresó a pura sonrisa en un escenario en el que solo había dos sillones y una mesa con flores en el medio. El astro tuvo como interlocutor al periodista francés Didier Allouch, corresponsal de la cadena televisiva Canal+ en Los Angeles desde hace 25 años. Allouch también se ocupó de moderar las conferencias de prensa ofrecidas en la víspera por Forest Whitaker, el ganador de la Palma de Oro a la trayectoria de este año, y por los integrantes del jurado de la sección oficial competitiva.
Más que una “master class” se trató de una entrevista abierta de Allouch a Cruise, que no incluyó preguntas del público. “Después de todo lo que estamos atravesando, llegar a una sala de cine para conversar un rato es algo maravilloso para mí”, fue lo primero que dijo a lo largo de una conversación que no tocó ningún tema de la vida personal del actor.
Cruise llenó la charla de declaraciones de amor por el cine. “Amo ver películas en pantalla grande. Me pongo una gorra y me quedo entre la gente, de incógnito, sin que nadie se dé cuenta”, dijo. También dijo que su personaje de Top Gun, que regresa a la pantalla 36 años después de la película original, es la mejor expresión de un anhelo cumplido: “Desde los cuatro años que sueño con ser actor y pilotear aviones. Siempre quise escalar árboles, hacer cosas locas... El cine es mi amor y mi pasión, crecí viendo a Buster Keaton, Gene Kelly, Harold Lloyd”, dijo sobre los artistas de los que se siente heredero, sobre todo por la forma en la que parecen llevar al límite los desafíos de la acción física en sus propias películas, sin recurrir a dobles o a ayudas externas.
Citó precisamente a Kelly cuando Allouch le preguntó por qué seguía insistiendo en hacer sus propias escenas de riesgo. “Nunca le preguntaron a Gene Kelly por qué interpretaba sus propios bailes y no usaba dobles. ¿Por qué siempre me lo preguntan a mí? Yo tomé muchas lecciones de danza, vuelo helicópteros, hago skydiving. Quiero que en mis películas el público viva la experiencia más extrema e inmersiva posible”, destacó.
En otro tramo de la conversación habló sobre las diferencias que sigue observando entre el cine y la TV, quizá con mucho más énfasis que la mayoría de sus colegas. “Escribir para el cine no es lo mismo que hacerlo para la televisión. Las herramientas son distintas en ambos casos. Entiendo muy bien hacia dónde va este negocio, pero hay un camino específico y muy preciso que nos lleva a contar historias pensadas para el cine”, dijo, tomando como ejemplo Misión imposible: “Cuando quise hacerla en el cine todos mis amigos trataron de convencerme de lo contrario, me decían que era una idea terrible porque se trataba de un programa de televisión”.
La alfombra roja de Top Gun: Maverick fue una continuidad del gran festival Cruise y otra muestra de su poderoso carisma de estrella de cine. Sin apuro, con la tranquilidad de sentirse dueño absoluto de la escena y ahora vestido de etiqueta, se puso una vez más al público en el bolsillo al adueñarse de ese momento previo tan esperado por los fans. Se tomó su tiempo para agradecer personalmente cada saludo y expresión admirada del público, aceptó unas cuantas selfies con la gente y firmó infinidad de autógrafos. Antes de ingresar en la sala más grande del festival, el Gran Theatre Lumiére, y recibir allí con Fremaux siempre a su lado una larguísima ovación del público, Cruise miró hacia el cielo con otra sonrisa después de que el velocísimo y sonoro paso de algunos jets dibujara en el cielo los colores de la bandera francesa, para sumarse al espíritu de la película. Cada premiere protagonizada por Tom Cruise es un desafío a la puntualidad. A toda gran estrella como él le corresponde imponer las reglas y los tiempos.
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