Todo el día y una noche: crudo y empático retrato del descenso a los infiernos de un joven
PARA LA NACIONDiego Batlle
Todo el día y una noche (All Day and a Night, Estados Unidos/2020). Guion y dirección: Joe Robert Cole. Elenco: Ashton Sanders, Jeffrey Wright, Regina Taylor, Yahya Abdul-Mateen II, Isaiah John, Kelly Jenrette y Shakira Ja’nai Paye. Duración: 121 minutos. Calificación: Apta para mayores de 16 años. Película original disponible en Netflix. Nuestra opinión: Buena.
Joe Robert Cole era un ilustre desconocido (solo había dirigido en 2011 Amber Lake, un film que pasó sin pena ni gloria) hasta que escribió junto con Ryan Coogler el guion de Pantera Negra, un sorprendente éxito de Marvel que -por primera vez en la historia de ese estudio- tuvo una inmensa mayoría de artistas afroamericanos en su realización. A partir de entonces, su nombre se potenció dentro de la industria y poco después pudo concretar, con el apoyo de Netflix, este largometraje que escribió y rodó.
Ambientado en las zonas más sórdidas y violentas de Oakland (ceca de San Francisco), Todo el día y una noche es un retrato desgarrador y desolador sobre el ciclo de violencia, una suerte de sino trágico que parece condenar a generación tras generación, incluso dentro de una misma familia.
El protagonista es Jahkor Lincoln (notable trabajo de Ashton Sanders, consagrado gracias al personaje de Chiron en Luz de Luna), un muchacho que -en los primeros minutos del film- asesina a un poderoso narcotraficante de la zona y es condenado a cadena perpetua (de ahí el título de la película). El relato maneja varios tiempos narrativos: el presente en la cárcel y varios momentos del pasado: su infancia con un padre abusivo y drogadicto (Jeffrey Wright), sus malogrados intentos por convertirse en cantante de hip hop, su caótica relación con una joven con la que tiene un bebé; y sus crecientes contactos con los gángsteres locales que lo llevan a cometer el crimen con que se inicia la historia.
Suerte de continuador del estilo de los hermanos Dardenne y del cine afroamericano de las décadas de 1980 y 1990 (cuando surgieron John Singleton, Spike Lee, Ernest Dickerson y tantos otros), pero con la dinámica propia de los guetos de esa zona de California (nadie entra ni sale sin el permiso de las bandas que luchan por el control territorial), Cole expone con crudeza, pero también con empatía en el acercamiento humano, el descenso a los infiernos de un joven sin contención familiar ni social, sin suerte en el terreno educativo ni laboral, que se ve forzado a cometer pequeños ilícitos hasta que ni siquiera eso resulta suficiente como para salir de la extrema pobreza.
Aunque en principio la coyuntura que atraviesa Jahkor pueda resultar lejana, la intensidad de este exponente de realismo social no resulta indiferente. La marginación es una problemática universal y el derrotero de Jakhor bien podría encontrar un paralelismo no muy distinto en cualquier otro rincón poco favorecido del planeta.
Por Diego Batlle
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