La película que consagró al director y guionista no tuvo la valoración al momento de su estreno que adquirió con el paso del tiempo; hoy, es considerado un verdadero ícono de la cultura pop
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Puede resultar difícil creer que ciertos títulos que hoy consideramos clásicos no fueron recibidos como obras maestras del séptimo arte. Pero la historia del cine también está hecha de excepciones. Nadie discutiría que Tiempos violentos se convirtió en una de las películas más influyentes de la década de los 90, pero cuando se estrenó en 1994, en el festival de Cannes, estalló la controversia. Desde cinéfilos que insultaron a Quentin Tarantino, hasta un candidato a presidente que la acusó de promover la violencia y las drogas, Tiempos violentos se convirtió en algo más que un ícono de la cultura pop.
Antes del anuncio de la Palma de Oro, Tarantino miró con asombro y entusiasmo al productor Lawrence Kasdan. Tiempos violentos no había ganado ninguno de los otros premios. Ni dirección, ni guion, ni reconocimiento especial del jurado. Tampoco había ganado Rouge, la película segunda película en la “trilogía de los colores” de Krzysztof Kieślowski. Y solo quedaba el anuncio del premio más importante de la noche. ¿Podía una película estadounidense, dirigida por un joven director rebelde de 30 años, ganar en el festival de Cannes contra una aclamada película francesa de un cineasta polaco legendario? Contra todo pronóstico, Tiempos violentos dio el batacazo. Pero no sin polémica.
Cuando Clint Eastwood, presidente del jurado de Cannes ese año, anunció que Tiempos violentos había ganado la Palma de Oro, hubo aplausos y murmullos en la sala. El jurado estaba compuesto por 10 personalidades destacadas de la industria, como la actriz Catherine Deneuve, el novelista Kazuo Ishiguro, el músico argentino Lalo Schifrin, y el actor Alexander Kaidanovsky, entre otros.
Eastwood, que había ganado un año antes el Oscar por Los imperdonables, inicialmente no compartió el entusiasmo de sus compañeros de jurado por Tiempos violentos. “No sabíamos nada de esa película antes del estreno. Teníamos que ver 22 películas en 10 días, algunas eran interesantes, otras eran tediosas. Uno de los últimos días vimos Tiempos violentos. Me sorprendieron los europeos del jurado, que saltaron para decir: ‘Esta es la mejor película del festival’. Yo no salté de inmediato como ellos. Todavía evaluaba algunas cosas en mi mente. Reconocía que era una película interesante. Pero fue excitante y llegó justo en el momento en el que necesitábamos algo excitante, porque la vimos después de algunas películas que te dormían. Fue casi unánime la votación en la que la elegimos como la mejor del festival. Después, cuando se estrenó, todo el mundo hablaba de Tiempos violentos”.
Cuando Tarantino subió al escenario para recibir el premio, ocurrió algo increíble en Cannes: alguien empezó a insultar y gritar que el premio lo merecía Rouge, como si brotara la pasión de una competencia deportiva en la ceremonia del festival más prestigioso del mundo del cine. El director respondió haciéndole gestos de “fuck you”. La actitud, de alguna manera, era coherente con el estilo contestatario que parecía imponer una película que, desde el título, remitía a los folletines de ficción baratos.
Es raro que el festival de Francia premie una película estadounidense. Anora, dirigida por Sean Baker, fue la última en unirse a una lista que incluye títulos como El árbol de la vida, Fahrenheit 9/11 (en una edición cuyo presidente del jurado fue Tarantino), Elefante y, por supuesto, Tiempos violentos. Las únicas que ganaron la Palma de Oro en los últimos 30 años.
Para algunos expertos, como Ben Makiewicz, Tiempos violentos “como Bonnie y Clyde o El Padrino, cambió la manera de pensar en los tipos de historias que se podían contar en Hollywood”. Sangre, lenguaje adulto, armas, drogas: Tarantino había armado un cóctel explosivo que podía herir la sensibilidad de un público que no estaba acostumbrado a ese nivel de violencia en pantalla. Bob Dole, candidato republicano para la presidencia de los Estados Unidos, la asoció con las “pesadillas depravadas” que se producían en la industria del entretenimiento para promover una visión romántica del consumo de heroína. The Hollywood Reporter, en su cobertura desde Cannes, advirtió que la película no iba a lograr un desempeño notable en la taquilla: “No esperen que Juan Pérez vaya a gastar mucho dinero en entradas para este spray de municiones, torturas, viejas melodías y nuevo ruido”. Tiempos violentos recaudó 213 millones de dólares para un presupuesto de 8.5 millones.
El éxito económico sacudió el tablero de la industria. Una película independiente, hecha por un ególatra aficionado, que se jactaba de no haber estudiado cine en ninguna academia, conquistaba al público de todo el mundo. Sobre todo a los más jóvenes. Variety la definió como la “Star Wars del cine independiente”. Sobre el suceso económico de Tiempos violentos, Miramax, la empresa de distribución de los hermanos Weinstein, empezó a crecer para transformarse en uno de los pilares del nuevo cine americano.
Más allá de los rasgos estilísticos y narrativos que cayeron como un relámpago ante los ojos de la audiencia, Tiempos violentos resucitó la carrera de dos estrellas que se estaban apagando: John Travolta, Bruce Willis y Christopher Walken, al mismo tiempo que hizo crecer a otras como Samuel L. Jackson y Uma Thurman. Thurman fue la figura del póster, tan icónico como todo lo que rodea a la película: recostada en una cama, con su distintiva peluca, un cigarrillo humeante, un arma y una revista barata.
“Cambió mi vida de manera drástica. Todo el mundo empezó a creer que yo era el hijo de puta más cool del planeta. Estoy feliz con eso”, asumió Samuel L. Jackson, tiempo después. “Cuando leí el guion pensé que era sorprendente. Apenas lo terminé, volví a leerlo para estar seguro de que no había enloquecido. Lo único que quería era trabajar en esta película. Era tan bueno. Eran personajes hablando de cosas inocuas, pero estaban hablando. Eso es lo que hacemos en el teatro. Cuando ves muchas películas descubrís que los actores apenas suelen hablar solo un tercio de lo que dura la película. Estaba rebosando de alegría porque iba a poder hablar tanto en esta película”.
En su crítica, Roger Ebert destacó que no es la estructura narrativa la que hace grandiosa a Tiempos violentos. “Su grandeza nace del maridaje de personajes originales, con eventos vívidos, y del diálogo. El diálogo es la fundación de todo lo demás”. Para Ebert, el guion de la película es uno de los mejores de la historia del cine, comparable con la prosa de Raymond Chandler o Elmore Leonard.
“Mis películas están editadas al ritmo de las actuaciones, porque mis películas están completamente guiadas por las actuaciones. Cuando la gente leía el guion de Perros de la calle me decía que no era una película, sino una obra de teatro. Y yo les respondía que no, que iba a ser muy cinematográfica, aunque jugara con elementos teatrales”, comentaba Tarantino. Criado en la cultura de los extintos videoclubes, Tarantino era un cinéfilo de pura cepa. Un atrevido que ni siquiera se avergonzaba por mostrar fetiches en pantalla. Pero, encima de todo, un apasionado por las películas. Tiempos violentos es un pastiche extraordinario que dialoga con gran parte de la cultura pop y el cine.
“Para mí, lo que Godard hizo por las películas es comparable con lo que Bob Dylan hizo por la música: los dos revolucionaron las formas. Con la llegada de las películas de video, todos son expertos en cine aunque no lo sepan. Mi mamá casi nunca iba al cine, pero con la llegada de los videocasetes ve todo lo que sale. Intelectualmente la audiencia no sabe que sabe tanto como lo hace”. Tiempos violentos es el producto del videoclub. “El punto más alto de una época baja”, describió la crítica de Los Angeles Times.
Tarantino se inspiró en el cine, pero también en las novelas de Raymond Chandler y Dashiell Hammett, para escribir el guion junto a Roger Avary, su amigo con el que hoy suele compartir un podcast donde hablan de distintas películas.
Como Orson Welles con Herman J. Mankiewicz por la escritura de El ciudadano, la relación de Tarantino con Avary fue turbulenta por el crédito del guion. Avary escribió el segmento del boxeador que interpreta Bruce Willis, pero Tarantino niega que su compañero haya escrito el guion. En la película, el crédito que recibe Avary es por “la historia” de la película. “Amo esa película, estoy muy contento con mi contribución y eso me basta. Amo a Quentin. Es como un hermano”, reconoce Avary.
El primer actor en quedar deslumbrado por las páginas de un guion de Tarantino fue Harvey Keitel, cuando recibió el de Perros de la calle. Quedó tan impresionado por el nuevo talento que lo invitó a su casa para conversar sobre lo que había leído. Le preguntó si lo que había escrito estaba basado en experiencias con la mafia o vivencias de niño en un barrio pobre. Todas las respuestas eran negativas. “¿Cómo diablos se te ocurrió todo esto?”, preguntó harto de no saber cómo se había cocinado tal genialidad. Tarantino develó el secreto: “Miro películas”.
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