Temas de conversación. Las películas del Oscar tienen que verse en el cine
Hoy, cinco de las diez nominadas a mejor película están a nuestro alcance en pantalla grande y si las vemos de esa manera vamos a entender mejor por dónde pasan sus méritos
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Cinco de las diez nominadas al Oscar como mejor película están hoy al alcance del público argentino en pantalla grande. A un mes exacto de la ceremonia de entrega del máximo premio de la industria del cine, previsto para la noche del 12 de marzo en el Dolby Theatre de Los Angeles, es una excelente novedad. Sobre todo porque coincide con la llamada Fiesta del Cine, que permitirá, entre el domingo 12 y el martes 14 de este mes, ver todas las películas en cartel a un valor más accesible en cualquier sala del país.
Si la convocatoria crece como todos esperan a favor de estos incentivos, el objetivo cumplido podría ser interpretado también como un respaldo al espíritu con el que se conciben e inspiran premios como el Oscar. Si los títulos nominados acreditan méritos suficientes como para aspirar a una distinción tan importante, entonces merecen mucho más que cualquier otro ser vistos tal y como fueron concebidos por sus responsables. Dicho de manera mucho más sencilla, las películas del Oscar tienen que verse en el cine. No hay mejor lugar para apreciar sus valores que en una sala a oscuras, frente a una pantalla enorme, en una experiencia compartida con otras personas, la inmensa mayoría desconocidas para el espectador.
El concepto puede aplicarse a todos los títulos que aspiran al Oscar. Entre ellos hay dos de enorme envergadura, producciones colosales que representan en esta temporada el poder de la industria como herramienta para el gran entretenimiento. Pero detrás de este respaldo hay sobre todo grandes historias, sorprendentes, emotivas, atrapantes y de alto impacto. Lo que tienen para ofrecer Avatar: el camino del agua y Top Gun: Maverick no se aprecia igual en otro lugar y otra clase de pantalla. Es como una vuelta al origen del cine, ese viaje de dos o tres horas que hacemos sin movernos de nuestros asientos a otros mundos, a otros tiempos, a otros espacios.
No se trata solo de hacer una travesía a través de un planeta habitado por seres de piel azul o volar a velocidad supersónica como si estuviésemos sentados en la cabina de un jet de combate. También podemos entender mejor por qué en la cabeza del menor de Los Fabelman (que no es otro que Steven Spielberg bajo un nombre de ficción) cada una de sus películas caseras puede ser algo más grande que la vida misma. Y qué lleva a una directora de orquesta tan arrogante y segura de sí misma como la protagonista de Tár a sentir en plenitud todo lo que pasa alrededor suyo cuando la música entra por todos los rincones de la sala, mientras a su alrededor el mundo empieza a desmoronarse.
¿Se percibirían de igual modo los motivos, las razones, las incógnitas y las consecuencias de la ruptura de una larguísima amistad, núcleo de la trama de Los espíritus de la isla, si contemplamos la evolución de ese relato en la pantalla minúscula de un teléfono celular? La historia intimista que escribió Martin McDonagh adquiere su mayor intensidad cuando queda a la vista la imponencia del entorno que la envuelve en medio de la geografía irlandesa.
Las grandes actuaciones se notan a primera vista. Pero el cine visto en un cine siempre las engrandece. Ver a Cate Blanchett en Tár, a Colin Farrell en Los espíritus de la isla, a Tom Cruise en Top Gun: Maverick y a todo el elenco de Los Fabelman en una pantalla grande nos hace entender mucho más por qué esos personajes hacen lo que hacen. Al comienzo de Los Fabelman, el pequeño Sammy dice con una mezcla de miedo y asombro que las personas, cuando se las ve en una pantalla de cine, son enormes. Entendemos del todo el significado de lo que expresa Spielberg desde esa frase cuando vemos el resto de la película en un cine.
Podremos hacer la misma prueba cuando Todo en todas partes al mismo tiempo, la película más nominada este año, vuelva a los cines el jueves 16 de febrero. Y lo mismo desde el 23, cuando se estrene en la Argentina El triángulo de la tristeza, dueña del premio mayor en el último Festival de Cannes. Las dos recibieron reparos y cuestionamientos, pero nada mejor que verlas en el cine para entender si resultan justificados o no. La vuelta al cine de Titanic es una verdadera fiesta con aire completo de Oscar. No del actual, pero sí el de siempre. No olvidemos que ganó en su momento original 11 premios de la Academia, incluyendo el de mejor película.
Y, por fin, tampoco deberíamos olvidar a otra nominada, la que seguramente más nos importa en estos días, Argentina, 1985. Está al alcance de todos a través del streaming, en la plataforma Amazon, pero acaba de volver a los cines y la mayoría de las discusiones (muchas de ellas estimulantes, otras sin destino) abiertas alrededor de su temática fueron posibles gracias a su poder de convocatoria en los cines. Sabemos hoy que mucha gente, sobre todo de las generaciones más golpeadas por la pandemia, que había decidido no volver a pisar un cine, hasta que decidió hacerlo para recuperar a través de Argentina, 1985 la experiencia colectiva de ver una película.
Quedan tres títulos para completar la lista de nominadas a mejor película: Ellas hablan (se estrena sobre la hora, el 2 de marzo), la alemana Sin novedad en el frente (estreno de Netflix y, por lo tanto, solo disponible en streaming) y Elvis, que ya pasó por las salas. También en ellas hay motivos de sobra para que las veamos en un cine. Hacerlo es nuestra mejor argumento si queremos, entre otras cosas, jugar a ser votantes del Oscar. Darle un premio a alguna de las películas mencionadas más arriba solo se justifica si antes las vemos en un cine. No en otro lugar.
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