Tarantino, entre el homenaje y la parodia
Segunda parte del proyecto doble Grindhouse
A prueba de muerte (Death Proof, EE.UU./2007, color; hablada en inglés). Dirección, guión y fotografía: Quentin Tarantino. Con Kurt Russell, Rosario Dawson, Vanessa Ferlito, Jordan Ladd, Rose McGowan, Sydney Tamia Poitier, Tracie Thoms, Mary Elizabeth Winstead, Zoe Bell. Edición: Sally Menke. Presentada por Pachamama Cine. 114 minutos. Sólo apta para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: buena
Aquel cine clase B (o tal vez Z) de reducidísimo presupuesto, que en los años 60 y 70 deleitaba a juveniles plateas masculinas en dobles programas donde eran moneda corriente las persecuciones vertiginosas, los choques espectaculares, la violencia, la sangre y las abundantes y voluptuosas señoritas con escasa vestimenta, es ahora recreado, entre el homenaje y la parodia, por el inefable Quentin Tarantino. Un homenaje que remeda todas las características no sólo de esa producción sensacionalista, desprolija, efectista, poco coherente y generalmente menospreciada sino también de las condiciones que rodeaban su proyección en salas -puro pochoclo y testosterona- cuyos equipos al borde de la jubilación contribuían al deterioro y la destrucción de copias ya maltrechas.
Con su formación cinéfila de videoclub, su pasión por los géneros populares, su irónica mezcla de humor y violencia y sus referencias a la cultura pop y el cine, Tarantino tenía más autoridad que nadie para abordar la aventura (en realidad, un programa doble que compartió con Robert Rodríguez y que finalmente fue dividido para su distribución), y darse el gusto de concebir su propio ejemplar clase Z sin perder de vista clásicos como Carrera contra el destino (Richard Sarafian, 1971) o La fuga del loco y la sucia (John Hough, 1974), ni renunciar a sus rasgos personales.
La road movie está dividida en dos, como la cara del doble de riesgo Mike, el serial killer del caso, cruzada por una cicatriz. En la primera, ambientada en un bar cerca de Austin, Mike tiene en la mira a un grupo de chicas que mientras toman cerveza hablan (en el estilo Tarantino) sobre hombres y vida sexual. Hasta que por fin el "auto a prueba de muerte" del stuntman se revela como sofisticada arma homicida. En la segunda, son otras chicas -alguna de ellas, Zoe Bell, doble de riesgo también, en la ficción y en la vida real-, las que montadas en el mítico Chrysler del film de Sarafian pasan de ser perseguidas a ángeles vengadores en las rutas de Tennessee.
Tratándose de este tipo de film, la intriga no es más que un pretexto. Importa la acción, que en manos de Tarantino cobra toda la intensidad y el nervio necesario, sobre todo en la segunda parte, bastante más vigorosa y mejor filmada que la primera, donde el superficial diálogo de las chicas se estira demasiado y carece de gracia.
Es un ejercicio menor que Tarantino resuelve con pericia y que tiene a Kurt Russell como lo más destacado del elenco.
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