Tan irónica como superficial
Yo Presidente (Argentina/2006). Dirección: Mariano Cohn y Gastón Duprat. Guión: Mauro A. Fernández, sobre una idea original de Cohn y Duprat. Música: Sergio Pángaro. Edición: Jerónimo Carranza. Sonido: Adrián de Michelle y Aníbal Girbal. Largometraje documental producido por La Cornisa (Luis Majul) y Pol-ka Cine y presentado por Distribution Company. Duración: 75 minutos. Apto para todo público.
Nuestra opinión: buena
Este nuevo trabajo de la dupla Cohn-Duprat puede ser visto como una irónica, despiadada y cuestionadora mirada al vacío de la política argentina y de sus principales referentes vernáculos, pero -también- como una canchereada casi irrespetuosa por parte de dos jóvenes artistas que han decidido recortar, descontextualizar, manipular a los ex presidentes argentinos en su intimidad hasta poder mostrarlos dubitativos, torpes, ridículos y hasta por momentos patéticos, incluso sin que sus entrevistados supieran muchas veces que la cámara estaba prendida y grabándolos.
Con el apoyo del -en este caso- productor Luis Majul, cuyos contactos permitieron acceder a seis de los ochos primeros mandatarios de la era democrática posterior a 1983 (no hay entrevistas individuales con Néstor Kirchner ni con Adolfo Rodríguez Saá), los realizadores de Televisión abierta y Enciclopedia pudieron ingresar en los hogares o en las oficinas personales de Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Ramón Puerta, Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde.
En una era en la que el ciclo televisivo CQC cambió para siempre la forma de cubrir la actualidad política, los directores de Yo presidente se ven obligados a redoblar la mirada irónica, casi satírica. Lo hacen por momentos con indudable convicción y desparpajo, pero en otros apelando a pequeñas humillaciones, como hacerlos ensayar, actuar y posar de manera bastante poco digna. Es como si la idea del backstage y la apuesta por el artificio se impusieran frente al interés genuino por tonificar el relato.
No hay dudas de que Cohn y Duprat tienen un gran talento para trabajar los (des)encuadres, una enorme capacidad de observación para detectar detalles que luego van adquiriendo múltiples significados (los custodios armados de la quinta de Anillaco, las moscas que perturban y obsesionan a Menem, la caja de Viagra en el escritorio de De la Rúa, la presencia amenazante de Chiche Duhalde comiendo un yogur), pero hay también algo de morboso y de cruel en la manera en que la nada inocente dupla de realizadores va orientando el relato o la forma en que apela a los desechos, las siestas o las actividades sexuales de distintos perros como metáfora (obvia) de cada gestión gubernamental.
Si se acepta soslayar el debate ético que inevitablemente despertará el film, el resultado que consiguen Cohn y Duprat es ágil y entretenido, y -más allá de la superficialidad y la fugacidad que los mismos directores buscan para no aburrir al espectador-, incluso se llegan a ofrecer aquí algunas fuertes confesiones de corte político o personal por parte de los ex mandatarios.
No es demasiado profundo lo que se alcanza a conocer sobre la intimidad de estos ocho políticos (los guacamayos de Menem, el interés de De la Rúa por la Biblia, la pasión de Duhalde por cazar tiburones), pero con sus coloridas viñetas, con su sólida utilización del material de archivo, con su mirada incisiva y poco condescendiente, con su apuesta al humor negro, los 75 minutos de Yo Presidente terminan ofreciendo un panorama bastante impiadoso, por momentos desolador, sobre los 23 años del actual período democrático y de los hombres que tuvieron la responsabilidad de liderarlo.
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