Superhéroes de vuelta a la acción
Zack Snyder frente al desafío de reconstruir el valorado cómic de Alan Moore
Watchmen - Los vigilantes (Watchmen, Estados Unidos/2009). Dirección: Zack Snyder. Con Patrick Wilson, Malin Akerman, Billy Crudup, Jackie Earle Haley, Matthew Goode, Jeffrey Dean Morgan, Carla Gugino, Matt Frewer y Stephen McHattie. Guión: David Hayter y Alex Tse, basado en la novela gráfica de Alan Moore (no figura en los créditos) y Dave Gibbons publicada por DC Comics. Fotografía: Larry Fong. Edición: Sally William Hoy. Diseño de producción: Alex McDowell. Presentada por UIP. Duración: 163 minutos. Sólo apta para mayores de 16 años con reservas.
Nuestra opinión: buena
La excelente secuencia de créditos iniciales (un largo y ambicioso patchwork visual que recorre la historia de unos viejos superhéroes ya retirados conocidos como Watchmen) comienza con Bob Dylan que canta de fondo "The Times They Are A´Changin" y, casi tres horas más tarde, los títulos de cierre arrancan con una furiosa versión de otro clásico de Dylan, "Desolation Row", a cargo de My Chemical Romance.
La referencia musical no es antojadiza, ya que el director Zack Snyder decidió utilizar múltiples canciones (con énfasis en los versos de Dylan y de Leonard Cohen) como elemento narrativo esencial para esta transposición del célebre cómic publicado en 1985 por Alan Moore, un autor de culto que decidió no figurar en los créditos de esta superproducción hollywoodense.
Este nuevo proyecto del director de El amanecer de los muertos y 300 corre el serio riesgo de no contentar a los fanáticos de la historieta de DC Comics (nunca llegará a la altura de la creatividad, la audacia y la crítica política de Moore) ni a aquellos que se acercan al film sin conocer su origen (la película intenta una fidelidad casi reverencial que por momentos convierte al relato en caótico y desmesurado).
Si Watchmen tiene como parámetro el rigor y la solvencia de, por ejemplo, Batman: El Caballero de la Noche está claro que estamos ante una película bastante fallida, pero si la comparación es con films artificiales e insustanciales como The Spirit, el trabajo de Snyder adquiere una dimensión que, más allá de sus múltiples desniveles y carencias, la convierten en una obra artística digna de ser discutida y, en muchos casos, admirada.
A Watchmen puede objetársele sus problemas de tono (apuesta por un discurso solemne y, de vez en cuando, esboza algún trazo satírico); los ampulosos regodeos estéticos que Snyder ya evidenciara en 300 ; la torpeza de muchos de sus intérpretes (parece como si los productores hubieran ahorrado en casting para invertir más en efectos visuales) y hasta ciertas obvias e innecesarias referencias políticas más actuales. Pero, al mismo tiempo, hay en este film mucho más riesgo, más audacia y más ideas -varias de ellas, claro, concebidas por Moore- que en buena parte de las películas de superhéroes de los últimos diez o veinte años.
Ambientada en 1985, con un contexto sociopolítico completamente distinto del real (Richard Nixon ha sido reelegido para un tercer mandado, Estados Unidos ganó la guerra de Vietnam y el mundo vive en medio de una creciente paranoia por una inminente guerra nuclear con la Unión Soviética), Watchmen va descubriendo las historias individuales de los integrantes de ese grupo de superhéroes desmantelado por decisión presidencial y, claro, las causas por las que deberá volver al ruedo.
Entre decenas de subtramas, personajes, canciones y secuencias que van desde un intimismo siempre torpe hasta una espectacularidad propia del género, Snyder le dedica casi tres horas, mucho esfuerzo y no poco talento a trasladar a la pantalla gigante uno de los más aclamados, ambiciosos y complejos cómics. El resultado, quedó dicho, está lleno de tropiezos, pero a veces el fracaso parcial de un emprendimiento hecho con visceralidad, pasión y esfuerzo se parece bastante al éxito.
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