Summer of Soul: la recuperación del concierto olvidado que podría haber sido el “Woodstock negro”
El documental dirigido por Ahmir “Questlove” Thompson recata lo sucedido en el Festival Cultural de Harlem de 1969, en el que participaron figuras de la talla de Stevie Wonder, Nina Simone, Sly Stone y B.B. King
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Summer of soul… Or When The Revolution Could Not Be Televised (EEUU, 2021). Director: Ahmir “Questlove” Thompson. Elenco: Stevie Wonder, Nina Simone, Sly Stone, B.B. King, Mahalia Jackson, Gladys Knight & The Pips, Hugh Masekela, Sonny Sharrock. Jesse Jackson, Abbey Lincoln, Max Roach, Ray Barreto, Mongo Santamaria y David Ruffin. Disponible en Apple TV+. Nuestra opinión: muy buena.
A mediados de 1969, tuvo lugar en Nueva York un festival en el que se congregaron muchos de los artistas más relevantes de la música norteamericana del momento. La asistencia fue multitudinaria, al punto que superó las expectativas de los organizadores y llegó a los cientos de miles a lo largo de varios días.
Mientras que el coincidente alunizaje del Apollo 11 era presentado ante el público como el hecho más relevante de su vida, la aceptación masiva de un evento que daba la espalda a la agenda oficial dejó en claro que existía un sector social inconformista y no necesariamente pequeño con otros intereses y prioridades. Curiosamente, esta descripción se ajusta con precisión a dos sucesos distintos. Uno de ellos, el festival de Woodstock, es recordado como un hito que definió su época y cambió la historia de la contracultura. El otro, que tuvo lugar al mismo tiempo en Harlem, fue completamente olvidado.
El Festival Cultural de Harlem fue un concierto gratuito organizado por el promotor y cantante Tony Lawrence en el hoy llamado Marcus Garvey Park, que se desarrolló a lo largo de seis fines de semana con un line up estelar, repleto de luminarias de la música negra (y también la latina, dada la familiaridad de ambas comunidades, que convivían en las mismas zonas de Nueva York), todas ellas en su mejor momento o a punto de entrar a ese efímero estado de gracia: Stevie Wonder, Nina Simone, Sly and the Family Stone, B.B. King, Mahalia Jackson, Gladys Knight & The Pips, The 5th Dimension, The Chamber Brothers, Mongo Santamaría, Ray Barreto, David Ruffin, Abbey Lincoln y Max Roach son los nombres más resonantes. Para recordar la magnitud no solo artística sino también comercial de estos músicos basta repasar el chart pop de la revista Billboard que registra las canciones más escuchadas de cada año: el segundo tema más exitoso de 1969 fue el medley “Aquarius/Let the sunshine in” de The 5th Dimension (que pasó seis semanas como número 1), el tercer tema fue “I Can´t Get Next to You” de los Temptations (el grupo de Ruffin), el quinto y séptimo tema fueron, respectivamente, “Everyday People” y “Hot Fun in the Summertime” de Sly and the Family Stone. Estos hits rankearon por encima de las canciones de ese año de artistas blancos consagrados como los Beatles o Elvis Presley y de cualquiera de los convocados en Woodstock (Sly Stone fue el único nombre que estuvo en ambos eventos).
La certeza de la importancia del suceso llevó a que se encargara a un equipo de televisión liderado por el camarógrafo Hal Tulchin el registro de todas las fechas del festival. Con más de 40 horas de metraje a cuestas, Tulchin intentó encontrar financiación para un film. La película de Woodstock, que cimentó la estatura mítica del concierto y lo mantuvo vigente, fue uno de los éxitos de taquilla de 1970 y hasta recibió un Oscar al mejor documental. Aunque el festival de Harlem fue insistentemente presentado como “el Woodstock negro”, el proyecto jamás prosperó probablemente porque la percepción generalizada fuera que el público blanco no tenía el menor interés en un Woodstock negro. La totalidad del material quedó archivada en un sótano por décadas.
Al aproximarse el medio siglo del festival, el productor Robert Fylovent se dispuso a revivir el plan de hacer un documental y contactó al músico, autor y podcaster Ahmir “Questlove” Thompson, quien es, además, el líder de The Roots, uno de los mejores combos de hip hop desde los años 90 y la banda residente del Tonight Show conducido por Jimmy Fallon, es decir, alguien con la influencia necesaria para llevar a término el proyecto.
Questlove, que nació en 1971, jamás había oído hablar de un concierto masivo en Harlem y se mostró escéptico hasta que recibió las decenas de horas de metraje con muchos de sus artistas favoritos. Mientras el músico se preguntaba si estaba preparado para dirigir y cómo convertir todo ese material crudo en un film coherente tuvo lugar el asesinato de George Floyd y la explosión de las protestas de Black Lives Matter. El vínculo entre esos hechos del presente y el final de los 60 -con la aparición de consignas como “Black power”, la consolidación del movimiento de derechos civiles y también el asesinato de Martin Luther King- terminó de dar forma a la película.
Summer of soul repone el contexto político una época cargada de tensiones raciales, destaca la aparición de un nuevo tipo de subjetividad negra enunciada en mantras como “I’m Black and I’m proud” (“soy negro y orgulloso”) y conserva los reclamos sociales y la dialéctica revolucionaria que atraviesan varios de los shows como un eco y una historización de las demandas de las minorías en la actualidad (al tiempo que se editaba el documental, sectores radicalizados tomaban las calles en Estados Unidos por semanas enteras, llamaban a la desfinanciación de la policía y hasta llegaron a declarar autónoma una zona de Seattle). En este contexto, se vuelve muy significativa la aparición de Jesse Jackson (activista que luego sería el primer candidato negro a la presidencia de los Estados Unidos), quien expone los sentimientos de su comunidad ante el reciente homicidio de Luther King así como resulta especialmente incendiaria la presentación de Nina Simone, que lee un poema con la apelación electrificada “¿Están listos para salir a matar?”.
Sin embargo, la proclama más contundente acerca de las disparidades y el racismo en los Estados Unidos no son las denuncias de injusticias hechas desde el escenario, sino que está en la trama misma del documental: en el hecho de que este evento y este metraje de incuestionable valor, en particular para la cultura afroamericana, haya sido borrado durante más 50 años de la historia oficial. Tal reescritura de la realidad en perjuicio de la comunidad negra como un plan sistemático es señalada por varios de los entrevistados en el film. “Ahora sé que no estoy loco y que esto realmente sucedió”, dice uno de ellos, quien presenció el evento cuando niño, mientras observa escenas del registro original.
La relevancia política y vital de este suceso es, desde luego, inseparable de la música y la música es extraordinaria. Stevie Wonder, a los 19 años y cuando dejaba de ser “Little Stevie”, pasa por varios hits, brinda un demoledor solo de batería y muestra un dominio del escenario que va mucho más allá del que sugiere su edad. Las divas del gospel Mavis Staples y Mahalia Jackson ofrecen una versión arrolladora de “Take my hand, precious Lord” la canción favorita de Martin Luther King. Nina Simone, quien es descripta por una espectadora hechizada como una “princesa de África”, cierra el evento con la primera interpretación del hoy clásico “To be Young, Gifted and Black”.
Con todo, la banda más notable en esta grilla irrepetible es Sly and the Family Stone: su presentación de funk psicodélico es una anomalía visiblemente adelantada a su época. El grupo corporiza de modo más orgánico que ningún otro la unión entre estética y política sin que, como pasa a veces, una aparezca a expensas de la otra. En un momento de reivindicación impetuosa de la negritud (y en particular de la masculinidad negra), la banda se muestra integrada racialmente (baterista y saxofonista blancos) y, a su modo, feminista: la trompetista (un rol muy inusual para una mujer en 1969) y cantante Cinthia Robinson comparte el protagonismo con Sly Stone. El futuro en todos los frentes. Los artistas populares más talentosos suelen ejercer la política como una práctica más que como una teoría o un conjunto de consignas explícitas.
De modo igualmente natural, no forzado, Summer of soul denuncia, con su existencia, cómo la cultura negra fue sistemáticamente relegada: le alcanza con poner en pantalla estas presentaciones de altísimo calibre y recordar que, de no ser por este film 50 años postergado, jamás habríamos sabido de ellas.
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