Streaming: a pesar de la polémica, La cacería carece de la irreverencia que prometía
La cacería (The Hunt, Estados Unidos, 2020). Dirección: Craig Zobel. Guion: Nick Cuse, Damon Lindelof. Fotografía: Darran Tiernan. Edición: Jane Rizzo. Elenco: Betty Gilpin, Hillary Swank, Ike Barinholtz, Wayne Duvall, Ethan Suplee, Emma Roberts. Duración: 90 minutos. Disponible: para alquiler en Cablevisón Flow. Nuestra opinión: buena.
En un año álgido para el mundo y electoral para los Estados Unidos,La cacería fue demorada en su estreno por la controversia que generó su premisa: un grupo de progresistas liberales se decidían a perseguir a los llamados "rednecks" en un juego mortal que resultaba tan cáustico como perverso. Esas alertas sobre la incorrección de la modesta sátira política de la productora Blumhouse despertaron más interés del que la película hubiera concitado en un estreno convencional. Ahora que llega por estas tierras en streaming es posible descubrir que si bien hay algo divertido en la idea, se agota demasiado rápido.
Luego de un breve preámbulo en un avión, que funciona como gag y anticipo de la clave de la película, vemos a un grupo de personas dispersas en campo abierto. Todavía amordazadas, corren a descubrir una enorme caja con armas, llaves y un simpático cerdito en camiseta. A partir de allí una batalla se celebra en la que los perseguidos escapan mientras los tiros llegan desde la lejanía del bosque. Las reglas quedan claras de entrada, como en la lógica del slasher en la que todos acabarán cayendo hasta la recta final de la "final girl". Pero también hay sorpresas: los cambios de escenario, el eruptivo gore que se regodea en el artificio, la repartija de sarcasmo que alcanza a todas las banderas políticas y la esperada aparición de una misteriosa maestra de ceremonias.
Si hay algo que no puede negarse a Nick Cuse y Damon Lindelof es la brutal sintonía con los miedos de una época, llevando las claves del terror al terreno de la comedia. La cacería es una comedia, nunca pierde esa impronta pese a sus deslices discursivos y sus ambiciones de ejercer la crítica social con espíritu equilibrado. Su humor puede no ser del todo sofisticado pero es efectivo en los gags mejor construidos, incluso en ese pulso furibundo que define la estética de Craig Zobel, como ya lo había demostrado en Compliance (2012). Cuando se libera de la necesidad de pensar las implicancias de cada escena, es cuando mejor implica la risa. Algo de ello puede verse en la ¡Huye! de Jordan Peele y en toda la nueva corriente del black terror en esa búsqueda de equilibrio en el uso el género y el desliz del mensaje.
Si la película sale airosa es también por la excelente Betty Gilpin,que recrea el revés de su Miss América de GLOW, ahora más cercana a la Linda Hamilton de Terminator. Sus reacciones son la clave del mejor humor que se desprende del texto de Cuse y Lindelof, cercano a la implosión de la tragedia que impulsa la risa por descarga. El uso de la furia y la paranoia que se agita a ambos lados de la disputa es lo que define el trazado de la sátira que, aun sin ser lo irreverente que prometía, regala sus buenos momentos.
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