Streaming: en El faro, una inquietante mirada sobre las perturbaciones de la mente
El faro (The Lighthouse, EE. UU.-Canadá/2019). Dirección: Robert Eggers. Guion: Robert y Max Eggers. Fotografía: Jarin Blaschke. Música: Mark Korven. Edición: Louise Ford. Elenco: Robert Pattinson, Willem Dafoe. Disponible en: Flow, para alquilar. Nuestra opinión: muy buena
Desde su estreno mundial en la Quincena de Realizadores de Cannes 2019, El faro se convirtió en una de las grandes atracciones del circuito de los principales festivales internacionales de cine durante toda la temporada pasada. Tuvo más difusión y eco en esos espacios que a través de un estreno comercial reducido a unos pocos países, casi todos europeos.
Es una pena que no haya llegado a los cines locales, como ocurrió en México y en Brasil, porque una de sus grandes virtudes tiene que ver con su presentación en la pantalla grande. La deslumbrante y fantasmagórica fotografía en blanco y negro de Jarin Blaschke (que le valió una nominación al Oscar) y su formato cuadrado, propio del cine de otros tiempos, son las mejores puertas de entrada a una obra llena de fascinación e incomodidad.
A la vez, El faro fortalece mirando hacia el futuro las credenciales de su director Robert Eggers y le permite dar un gran paso hacia adelante en una carrera que se había iniciado de manera muy promisoria con La bruja (2015). Esta última película sí tuvo la suerte de ser estrenada en la Argentina. Hay más de un hilo conductor entre ambas: las dos se asoman a un mundo oscuro, extraño, en el que se mueven misteriosas fuerzas que se remontan a tiempos arcanos y que aluden a viejos rituales, leyendas, criaturas mitológicas y misterios varios. Un terreno en el que llegamos genéricamente hablando al terror sin abandonar otros terrenos, como el drama psicológico o el cine fantástico.
El faro es la historia de dos únicos personajes, encargados de compartir por varias semanas y en absoluta soledad el cuidado y el mantenimiento de un faro en una desolada costa de Nueva Inglaterra durante el tramo final del siglo XIX. Uno, curtido y experimentado (Willem Dafoe), tiene la estampa de los viejos marineros. Otros, mucho más joven y más lacónico (Robert Pattinson), contará que llega al lugar con la idea de conseguir la recompensa adecuada a un compromiso que exige muchísimo trabajo y pocas palabras.
De a poco, el vínculo entre ambos se irá enrareciendo de la mano del alcohol y de una serie de enigmas que sabiamente la trama devela o escamotea según el caso. A la vez van apareciendo pesadillas, secretos bien guardados y los efectos de un aislamiento que se hace cada vez más insoportable. Del mismo modo va creciendo el interés por saber cuál es el vínculo que se va formando entre esos dos hombres desconfiados, qué oculta cada uno y, sobre todo, cuáles empiezan a ser los límites (cada vez más borroneados) entre lo que están viviendo y lo que parece ir construyéndose en la cabeza de cada uno, sobre todo en la del personaje que interpreta Pattinson.
Con ecos visibles de la gran literatura estadounidense del siglo XIX (Melville, sobre todo) y una atmósfera de tensión que se hace cada vez más irrespirable, Eggers recorre caminos inesperados y muy originales en materia de tensiones, intrigas y alucinaciones,y sobre las perturbaciones de la mente en situaciones y escenarios tan extremos. El colosal desempeño de los dos actores protagónicos es un punto a favor más de una historia perturbadora, narrada con gran originalidad y muchas ideas por un autor que busca recorrer caminos alternativos en un género que viene cayendo demasiado seguido en las reiteraciones.
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