Steven Spielberg, el artista que puede hacerlo todo, va por el género más clásico de Hollywood: el musical
Con la nueva versión de Amor sin barreras, dejó una vez más en claro que su mente creativa abarca todos los géneros y posibilidades artísticas pensadas para el cine y el streaming
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El estreno mundial de la nueva versión cinematográfica de Amor sin barreras fue un triunfo colosal e instantáneo para Steven Spielberg. La fervorosa recepción que logró la película en la inmensa mayoría de los críticos estadounidenses se contagió de inmediato a la industria. Así, el primer musical de la extraordinaria carrera como director de Steven Spielberg trepó de inmediato a los lugares más altos de los pronósticos de la próxima temporada de premios.
Esta ola de entusiasmo alrededor de una película que llegará a los cines argentinos el jueves 9 recién comienza y no para de crecer. ¿Hasta dónde podría llegar? Hay dos datos clave para tener en cuenta. Primero, que Amor sin barreras deja a la vista, por si faltaba algo, el poder y la capacidad artística de Spielberg para emprender con éxito cualquier desafío que se imponga cuando se trata de contar historias con el mejor respaldo que pueda imaginarse en materia de producción. Spielberg es el insuperable ejemplo de cómo un narrador clásico supo a lo largo de las últimas cinco décadas consagrarse a la aventura en sus múltiples formas con la ayuda de todas las herramientas tecnológicas (visuales, sonoras, digitales) cuya evolución él mismo contribuyó a mejorar.
Y segundo, que pese a todos los méritos de una carrera impar (alcanza un vistazo al documental de HBO que lleva su apellido y cuenta toda una vida consagrada al amor por el cine), la Academia de Hollywood siempre fue bastante mezquina para reconocer semejante obra de talento. Nominado 13 veces al máximo premio de Hollywood por sus películas desde 1978, obtuvo personalmente nada más que tres Oscar. Dos como director (La lista de Schindler, en 1994, y Rescatando al soldado Ryan, en 1999) y uno más como productor cuando La lista de Schindler ganó el premio a la mejor película. El cuarto Oscar le llegó en 1987 y fue honorífico (la estatuilla que lleva el nombre de Irving Thalberg), en reconocimiento a su trayectoria artística.
Es demasiado prematuro especular hacia dónde se inclinará la balanza en este caso. La carrera por el Oscar 2022 apenas acaba de empezar y podemos imaginar que Spielberg seguirá cosechando en los próximos días y semanas muchas más repercusiones favorables gracias a una película que ya fue calificada por Stephanie Zacharek, la crítica de cine más importante del semanario Time, como la más hermosa del año, visualmente hablando.
En su excelente libro dedicado a Spielberg (Una vida en el cine, Paidós, 2018), el crítico, ensayista y docente Leonardo D’Esposito dice que este artista único es “el producto de la suma de Disney más Hitchcock y, también, el antecedente de Tarantino y de toda su generación (que incluye nombres tan disímiles como J. J. Abrams, Paul Thomas Anderson, Wes Anderson o Brad Bird)”. Y que por esa misma razón su obra, auténticamente original y reconocible desde el primer instante, toma como punto de partida materiales y referencias que ya hemos visto muchísimas veces porque forman parte de nuestra memoria.
“La paradoja –agrega D’Esposito- es que, a partir de construir con los escombros de viejas construcciones, también ha inventado cosas”. Esa afirmación encuentra su correspondencia literal en el comienzo de su versión de Amor sin barreras, un gran plano secuencia que culmina cuando un grupo de personas emerge entre los desechos de una demolición en plena Nueva York. Como si resurgiera una historia llegada desde otro tiempo y otro lugar de la misma ciudad para ser contada a través de una mirada a la vez clásica y renovada.
Con la misma perspectiva podría verse cualquiera de las películas con las que Spielberg logró sus 17 nominaciones al Oscar. Sobre todo las que integran esa lista desde 1986, títulos que recorren distintos episodios y momentos históricos contados a través de sus ojos y tamizados por su memoria cinéfila. Además de las dos ganadoras citadas figuran allí El color púrpura, Munich, Cartas de Iwo Jima, Caballo de hierro, Lincoln, Puente de espías y The Post: los oscuros secretos del Pentágono.
Dueño de una vida dedicada al cine, por el cine y para el cine, Spielberg decide a los 74 años invertir los términos de su eterna búsqueda, enriquecida desde hace algún tiempo con una mirada cada vez más autorreferencial. Por eso, su próxima película será un relato semiautobiográfico en el que viaja al tiempo de la adolescencia y a sus sueños de convertirse en director. The Fabelmans, que se encuentra en posproducción y se estrenará en algún momento de 2022, tiene como protagonistas a Michelle Williams, Seth Rogen, Paul Dano, Judd Hirsch, Sam Rechner, Oakes Fegley y un elenco juvenil integrado por Gabriel LaBelle (que será el joven Spielberg), Gabriel Bateman, Gustavo Escobar, Nicolas Cantu, Cooper Dodson, Lane Factor y Stephen Smith.
Esa línea de memoria personal también explica por qué Spielberg quiso filmar una nueva versión de Amor sin barreras, clásico entre los clásicos del cine musical desde su estreno en 1961. Contó hace poco que cuando tenía diez años escuchó por primera vez el álbum con las canciones y la música de la película, y desde ese momento se prometió a sí mismo que en algún momento de su vida contaría en el cine la misma historia. “Es la película de mis sueños y mantuve hasta hoy esa promesa, que ahora puedo cumplir. Es una historia que vence al tiempo porque las tensiones y los puentes que separan a los afectos y los amores están siempre presentes”, dijo.
En ese sentido, Spielberg decidió no subtitular los muchos diálogos hablados en español. “Lo hice por una cuestión de respeto y por reconocer un contexto en el que se hablan los dos idiomas. Quiero que en la sala se congreguen espectadores anglohablantes e hispanohablantes y que durante la proyección se escuche la risa de grupos que entienden ciertas cosas en español”, dijo en la noche del estreno en Nueva York.
Su primera incursión en un musical aparece como una nueva ratificación del compromiso de Spielberg con la gran tradición del cine y su preferencia por la experiencia tradicional de ver películas en pantalla grande. De hecho, fue uno de los primeros en pronunciarse en favor de la necesidad de conservar ese ritual clásico en el momento de mayor amenaza a la continuidad de la actividad en las salas por culpa del Covid. “De todas las cosas que tienen el potencial de unirnos no hay nada más poderoso que la experiencia comunitaria de las artes. Sigo esperanzado en que cuando todos tengamos la certeza de que el entorno es seguro el público volverá a los cines”, afirmó en febrero pasado.
Esa confianza lo llevó en un momento a desconfiar públicamente de las plataformas de streaming y a pedir que las películas originales de Netflix sean excluidas de la competencia del Oscar. En noviembre de 2020, cuando todo era incertidumbre, la histórica productora de Spielberg, Amblin Entertainment, amplió su extenso acuerdo con los estudios Universal, una alianza que lleva décadas, con la seguridad de que los futuros proyectos de más alto perfil surgidos de su incansable trabajo como productor y director llegarían primero a la pantalla grande.
Sin embargo, desde hace al menos dos meses todo Hollywood sabe que Spielberg en este terreno decidió volver sobre sus propios pasos. A fines de junio pasado Amblin firmó otro acuerdo de producción, en este caso con Netflix, que le asegura al gigante del streaming el estreno de al menos dos películas completas por año. Algunos sagaces observadores de la industria conjeturaron en ese momento que Spielberg en realidad nunca se opuso a que las plataformas se pongan a producir películas, sino que su intención original fue la de alentar la continuidad de la experiencia colectiva de ver cine en el cine por encima de todas las demás, sin convertirla en excluyente. De hecho, algunos de los proyectos del acuerdo ratificado entre Amblin y Universal terminaron o terminarán en estrenos directos a través de plataformas. El ejemplo más contundente es Finch, la película de ciencia ficción protagonizada por Tom Hanks que pasó de Universal a Apple TV+.
Si algo identifica y define a Spielberg es el hecho comprobado de que nunca se va a concentrar exclusivamente en un solo proyecto. Siempre se las ingenia para atender de manera simultánea un sinnúmero de ideas y el modo en que cada una de ellas se va a llevar a la práctica. Hoy, entre sus múltiples planes hay películas, series y otras iniciativas que pueden encontrar salida tanto en la pantalla grande como en el mundo del streaming.
Como es tan grande y abarcador el universo de sus proyectos, lo más interesante de todo es que nunca se sabe cuál es la próxima película que va a dirigir. Después de The Fabelmans, una posibilidad es que decida volver a un proyecto que está en su cabeza desde 2017, El secuestro de Edgardo Mortara, la historia de un chico judío secuestrado, bautizado en secreto y educado a la fuerza como católico en la Italia del siglo XIX por una familia involucrada en profundos conflictos políticos, con tensiones entre el Vaticano y los grupos que intentan la unificación del país. Mark Rylance (como el papa Pío IX) y Oscar Isaac podrían ser sus protagonistas.
También se especula con el rescate de otro viejo proyecto, en este caso de ciencia ficción, Robopocalypse, inspirado en una novela de Daniel H. Wilson que cuenta la etapa final del sometimiento de la especie humana a una dictadura manejada por robots, cuyo poder está en manos de un sistema de inteligencia artificial creado originalmente por un grupo de científicos. Sería el nuevo regreso a un mundo que Spielberg conoce muy bien y que tuvo su última manifestación en 2018 con Ready Player One.
Mientras tanto, atiende sus múltiples compromisos como productor. Allí está Maestro, un largometraje sobre episodios de la vida de Leonard Bernstein (el compositor de Amor sin barreras) con Bradley Cooper como director y protagonista. También Masters of the Air, la tercera serie de Spielberg sobre la Segunda Guerra Mundial que sigue los pasos de Band of Brothers y The Pacific, para Apple TV+. Y la miniserie de ciencia ficción Halo, y nuevas temporadas de la serie Animaniacs, y la producción ejecutiva de la quinta película de Indiana Jones y la tercera de Gremlins. Y mucho más.
En los últimos días, durante más de una entrevista promocional del estreno de Amor sin barreras, le preguntaron a Spielberg si había algún género cinematográfico que le faltaba abordar. Ya había logrado el sueño de hacer un musical. “Ahora me falta nada más que filmar un western. Y la verdad es que tengo algunas ideas que me pueden estimular a hacerlo”, confesó con esa expresión de sana y genuina curiosidad que también lo define. También si se anima a contar una historia del Oeste no es difícil imaginar en el futuro un nuevo triunfo colosal e instantáneo de Steven Spielberg, el artista que puede hacerlo todo.
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