James Dean, Paul Newman, Steve McQueen. Tres leyendas de Hollywood hermanadas por su fotogenia, su capacidad de seducción y su amor por los motores. El primero murió demasiado pronto, en un accidente de autos, convirtiéndose en la imagen de la juventud eterna plasmada en pósters; el segundo llegó a ser un prócer del cine, uno de los actores más respetados y queridos. Entre el mito absoluto y el actor consagrado se ubica la figura seductora y complicada de McQueen.
El actor norteamericano quedó para siempre ligado a su película más famosa, Bullitt, que se proyectará hoy, a las 20, en el Hoyts Abasto, Cinemark Palermo y el Hoyts Dot (además de otras salas de la cadena). Con el film de Peter Yates, estrenado en 1968, McQueen cimentó su fama de hombre recio y conductor avezado. Su presencia magnética detrás del volante del Ford Mustang 390 GT estableció al actor como el protagonista ideal para películas que pretendían darle un tinte de glamour a los autos y la velocidad.
La vida del actor no había sido nada glamorosa hasta que triunfó en Hollywood. Su infancia fue especialmente difícil: con un padre ausente, vivió con sus abuelos y luego en una granja con su tío abuelo, que se convirtió en su figura paterna. Su madre quiso que volviera con ella y su nuevo marido, pero terminó mandándolo de vuelta a lo de su tío, para luego llevarlo nuevamente y así un par de veces más. McQueen tuvo problemas con su primer padrastro y se escapó para vivir en la calle cuando era todavía un niño. Volvió a la granja y luego de vivir con su madre y otro marido que los golpeaba a ambos. Durante su adolescencia, el actor fue enviado a un reformatorio, donde pudo adaptarse y tuvo una buena conducta.
Nada indicaba que McQueen se convertiría en un actor famoso. Excepto, tal vez, su trabajo en un circo, una de las tantas ocupaciones que tuvo en su juventud. A los 17 años se unió a los Marines, en donde tuvo un comienzo conflictivo y luego fue parte de situaciones heroicas. Para cuando el actor llegó a Nueva York con el objetivo de estudiar actuación y mantenerse corriendo carreras de autos, ya tenía una vida rica en experiencias y sufrimiento.
Esas experiencias enriquecieron los diversos roles que McQueen tuvo en cine y televisión. Su aspecto físico de galán y una actitud cool le permitieron dar el salto de la televisión a películas menores y luego a proyectos más grandes de Hollywood. Bajo la dirección de John Sturges hizo algunas de sus películas más recordadas como Cuando hierve la sangre, donde compartía elenco con Frank Sinatra, Gina Lollobrigida y Peter Lawford; el western coral Los siete magníficos, con Yul Brynner y Eli Wallach; y El gran escape, otro film repleto de figuras sobresalientes de la época como James Garner, Richard Attenborough y Charles Bronson, entre otros.
Aunque ya se había convertido en un actor reconocido, McQueen tuvo su consagración con dos películas de 1968: El affaire de Thomas Crown, de Norman Jewison, y Bullitt. Ambas utilizaron a la perfección las cualidades del actor, una para una intriga romántica y elegante y la otra para una película cargada de acción. Ladrón de guante blanco o policía duro, McQueen se movió a sus anchas en ambos papeles.
Yates, el director de Bullitt, había sido corredor de autos. Este interés del realizador explica que haya sido el indicado para filmar una película en la que un Ford Mustang verde cumple un papel central. Y McQueen era la estrella ideal para protagonizarla; las habilidades del actor como conductor fueron esenciales en el film, aunque haya tenido que usar un doble para las escenas más veloces y arriesgadas.
La pieza central de Bullitt es una persecución que dura unos diez minutos. Toda la intriga policial, en la que el detective Bullitt tiene que encontrar al criminal que asesinó al testigo protegido que estaba a su cuidado, parece una excusa para realizar esa secuencia, una de las mejores y más famosas de su tipo en la historia del cine. Parte del atractivo de esta persecución entre el Ford y un Dodge Charger negro es la sensación de realidad que provoca por estar filmada en las calles de San Francisco y porque se puede ver en varios primeros planos al actor realmente manejando el auto. La decisión de incluir una cámara dentro del Mustang aumenta la adrenalina de la secuencia, que debe también su efectividad al ritmo del montaje realizado por Frank P. Keller, quien recibió el Oscar a mejor montaje por su trabajo.
El film tiene también otros atractivos como el resto del elenco, que incluye a Jacqueline Bisset, Robert Vaughn, Don Gordon y Robert Duvall; y la banda de sonido jazzera, compuesta por el argentino Lalo Schifrin, quien también creó el famoso tema de Misión imposible, entre otros. Pero nada de eso logró eclipsar al actor y al auto, las dos verdaderas estrellas de la película.
McQueen basó su personaje en el detective Dave Toschi, luego uno de los investigadores principales del caso del "asesino del zodíaco", de quien copió la idea de tener una funda para pistola al hombro para poder desenfundar más rápido. Este dato de color lo cuenta el personaje de Robert Downey Jr. en la película Zodíaco, de David Fincher, en la cual Mark Ruffalo interpreta a Toschi.
La relación entre la actuación y los autos tomó más fuerza en la carrera de McQueen después de Bullitt. Dos años después del estreno del film de Yates, el actor protagonizó Le Mans, una película centrada en la carrera de 24 horas de duración que se realiza en un circuito francés. Este proyecto tan cercano al corazón de McQueen fue un enorme fracaso que casi le cuesta su carrera, a diferencia de Bullitt, que aún habiéndose pasado del presupuesto fue un gran éxito de taquilla.
Un año después, Mc Queen hizo The Getaway, dirigida por Sam Peckinpah y escrita por Walter Hill, en donde interpretaba a un ladrón que huía en auto junto con su mujer. El actor, que estaba al borde del divorcio con su primera esposa, conoció en el rodaje a Ali McGraw, que se había hecho famosa por su trabajo en Love Story. Entre ambos protagonistas nació un romance, que puso fin al matrimonio de la actriz con el jefe de Paramount, Robert Evans.
Tras trabajar en Papillon y en Infierno en la torre, en la que actúa junto al también corredor Paul Newman, McQueen dejó la actuación para dedicarse a los autos y a las motos. Su alcoholismo y adicción a las drogas destruyó su matrimonio con McGraw, sólo cinco años después de haberse casado. Volvió al cine en 1978 con la adaptación de Un enemigo del pueblo, de Arthur Miller y luego hizo el western Tom Horn y The Hunter, ambas estrenadas en 1980, año en que murió, víctima de un cáncer. Tenía 50 años y hasta entonces había escapado varias veces a la muerte, una de ellas cuando decidió a último momento no ir a la cena en la que Charles Manson y sus secuaces asesinaron a la actriz Sharon Tate y varios de sus amigos.
Según se supo por una carta, McQueen intentó en los últimos años de su vida comprar el Mustang verde de Bullitt. Robert Kiernan, que lo había comprado por seis mil dólares, no se lo quiso vender, como tampoco lo había querido hacer el dueño anterior. Durante años, la exestrella motorizada fue manejada por la esposa de este hombre para ir a su trabajo en una escuela. Luego de que se le rompiera el embrague, el auto quedó inutilizado en un garage.
En 2017, Chad McQueen, hijo del actor, lanzó un sitio web para encontrar el Mustang, cuyo paradero se desconocía. Finalmente, el hijo de Kiernan trabajó con Ford en la reparación del auto, que se exhibió en la exposición de Detroit, a principios de este año. Junto con el famoso vehículo también se presentó el nuevo Bullitt Edition Mustang, nueva versión del modelo que homenajea a la película.
La leyenda de Bullitt, el Mustang y McQueen aún sigue viva en la pantalla y en las calles.
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