Cómo nació este personaje, que se convirtió en clave en el mundo de los superhéroes y qué es lo que lo diferencia de otros
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La enorme expectativa por Spider-Man: sin camino a casa, es una nueva prueba de la gran popularidad de este superhéroe de Marvel. A casi sesenta años de su nacimiento y mientras personajes más recientes pierden lectores a paso acelerado, el Hombre Araña sigue fiel a su esencia. Cómo se gestó su nacimiento y la continuidad de un fenómeno que traspasó el mundo de las viñetas para instalarse como un ícono de la cultura que enamoró, enamora y seguirá enamorando, a todas las generaciones que lo descubran.
Un héroe contra las reglas del mercado
A comienzos de los años sesenta, Stan Lee revolucionaba el mercado de los superhéroes gracias a las creaciones que publicaba junto al dibujante Jack Kirby, su principal compañero de aventuras. Los 4 fantásticos, Thor, Daredevil, Iron Man y más hacían foco en personajes de una identidad definida, que eran mucho más tridimensionales en su representación que Batman y Superman, íconos de la competencia. Por esos años, los héroes adultos solían ir acompañados de un adolescente en la línea de Robin, roles que cumplían la única función de servir de puente para los lectores más jóvenes. Pero Marvel no utilizaba ese recurso, Stan Lee no creía que un personaje debiera existir solo para cumplir esa función y con eso en mente tuvo una idea rupturista.
En una entrevista brindada en 2002, Lee explicó cómo nació el concepto de Spider-Man: “Tenía encima la presión de crear a un nuevo personaje y pensaba cuál podría ser su poder. Entonces vi una mosca trepando una pared y se me ocurrió que sería interesante que alguien pudiera hacer eso”. Sin embargo, el corazón del personaje no iba a estar en sus poderes sino en las dificultades cotidianas de Peter Parker, el adolescente debajo de la máscara. Pero como recordó Lee, ese concepto no parecía muy ganchero: “Le expliqué mi idea al editor, le conté que el verdadero héroe iba a ser Peter Parker, con sus angustias y frustraciones. Inmediatamente me dijo que nadie compraría eso, que los adolescentes en las historietas solo podían funcionar como ayudantes y que ningún lector iba a estar interesado en un chico con acné y problemas personales”. El autor insistió con su concepto, la editorial lo autorizó y pronto se puso a trabajar junto al dibujante Steve Ditko (que en los años posteriores, denunció que Lee le había robado mérito en buena parte de esa creación). Marvel permitió el lanzamiento de Spider-Man más por darle el gusto a su guionista estrella, que por convicción sobre las posibilidades comerciales que tenía ese héroe. Jamás sospecharían que, poco tiempo después, iba a convertirse en el símbolo de la editorial.
Mucho más allá de las viñetas
La fórmula era perfecta y el público infantil y preadolescente (durante los sesenta, ese era el target de Marvel y otras editoriales similares) compraba mes a mes los nuevos ejemplares del personaje. Las características y debilidades del héroe lo hacían muy distinto a cualquier otro colega del rubro superheroico. El historiador especializado en cómics Arlen Schumer escribió en un ensayo publicado en 2007: “Parker duda, siente remordimientos, vergüenza y preocupación sobre sus poderes e identidad secreta, tanto con el disfraz puesto como sin él. Eso lo diferencia de la suficiencia y superioridad que tenían los típicos superhéroes. Spider-Man no siempre gana, no siempre resuelve los conflictos y no necesariamente captura al villano al final de la aventura. Es un incomprendido al que la gente raramente considera un héroe y con frecuencia se burlan de él, lo persiguen y lo odian. Y esas son cosas que justamente, no deberían pasarle a ningún superhéroe”.
El éxito del personaje se disparó, el boca a boca multiplicaba las ventas y lo más interesante aún es que un público de mayor edad se acercaba a sus revistas. La prueba más contundente sobre su creciente fama entre gente no habituada a leer historietas apareció en las páginas de la revista Squire. En 1965, esa publicación realizó una encuesta sobre cuáles eran sus íconos revolucionarios favoritos: los más votados fueron Bob Dylan, el Che Guevara y Spider-Man.
Durante las décadas posteriores, Peter Parker nunca perdió un lugar de predilección. Bajo los guiones de Stan Lee (que luego hizo a un lado las historietas para cumplir fantasías literarias que lo llevaron a extravagantes proyectos, como el de escribir un guion para Alan Resnais) o de sus sucesores, el personaje siempre fue un éxito y la relación con sus lectores fue el gran motor de sus cómics. Alcanzaba con ojear el correo de la revista, para encontrar cartas como la publicada en el número 126 de The Amazing Spider-Man (noviembre de 1973), en la que un fan aseguraba: “Con el señor Parker hemos madurado y crecido juntos. Tenemos edades y trasfondos similares, no éramos nada populares de jóvenes, pero fuimos ganando carisma con la edad”. Se trata de un texto clave, porque ese lector da cuenta de algo que le pasaba (y le pasaría) a millones de sus seguidores. Y eso es que las inseguridades del héroe lo hacían muy cercano a sus lectores. Parker era para sus fans, ese amigo que podía entenderlos como nadie más lo hacía.
A través de las décadas, Spider-Man nunca perdió ese sesgo de humanidad, ese acento puesto más en sus conflictos personales, que en grandilocuentes batallas. Y aunque el personaje tuvo períodos de menor popularidad o de guionistas que no supieron darle un rumbo atractivo, Parker siempre fue el gran favorito del público. Esa fama que nació en las historietas, pronto se trasladó a otros medios con el mismo éxito, permitiéndole al héroe expandir su telaraña hasta convertirse en uno de los íconos culturales más rentables del siglo XX y XXI.
Las primeras adaptaciones: en busca de la masificación
Desde que varias de sus creaciones comenzaron a gozar de gran éxito en el mercado de las historietas, Stan Lee fantaseaba con adaptarlas a la pantalla grande. Pero si bien el cine aún era un terreno muy lejano, con la televisión la historia era muy distinta. El 9 de septiembre de 1967 se estrenó la primera serie de dibujos animados de Spider-Man, que pronto se consolidó como un éxito rotundo y aunque la calidad del producto no era la mejor, la mítica canción de apertura se convirtió en un himno que aún hoy perdura en el imaginario del público.
La fiebre por el personaje no paraba de crecer y un artículo publicado en el Herald Tribune daba cuenta del espectacular negocio que eso significaba: “En estos momentos se están produciendo artículos de plástico para los niños, juegos, una serie de televisión e incluso un disco de jazz”. Como si eso fuera poco, Marvel pagó 300 mil dólares por un muñeco inflable del héroe para sumarlo al reconocido desfile del día de Acción de Gracias en Nueva York. Pero sin lugar a dudas, uno de los movimientos publicitarios más originales, se dio en 1987. Lee organizó en la previa de un partido de baseball, la boda entre Spider-Man y Mary Jane. Como si de un evento real se tratara, Marvel contrató al actor Stephen Vrattos y a la modelo Tara Shannon para que interpretaran los roles centrales, y el mismo Lee ofició como maestro de ceremonia. Miles de fans asistieron al lugar mientras otros aficionados al baseball que casualmente estaban allí no podían más que sorprenderse por el espectáculo. Era innegable: a Spider-Man lo conocían incluso las personas que jamás habían leído un cómic suyo.
A mediados de los setenta, Lee seguía firme en su intención por llevar sus creaciones a otros medios y en 1977 cerró contrato con la CBS para producir una ficción de imagen real. De ese modo llegó a la pantalla chica una serie de trece episodios, que si bien no respetaba prácticamente nada de lo que sucedía en las historietas, se convirtió en un moderado éxito. Por esa época y como sinónimo del boom del personaje incluso afuera de los Estados Unidos, la televisión japonesa produjo otra serie de imagen real, que aún despierta grandes pasiones más por su particular versión del héroe, que por su calidad.
Su esperada llegada al cine
Luego de mil proyectos cinematográficos fallidos, que estuvieron liderados por nombres del calibre de Roger Corman, Tobe Hopper y James Cameron, finalmente Sam Raimi pudo estrenar en 2002 su largometraje de Spider-Man. Con el protagónico de Tobey Maguire, Kirsten Dunst y Willem Dafoe, el film fue un éxito absoluto y sirvió para convencer a Hollywood que los cómics podían ser muy rentables (hoy eso parece una obviedad, pero hasta no hace mucho la industria veía con extrema desconfianza las adaptaciones basadas en superhéroes).
Mientras preparaba la primera de sus entregas, Raimi reflexionó sobre su visión del héroe: “Peter no es alguien que pretenda ser otra persona, como Superman pretende ser Clark Kent. Superman es una locomotora, pero nos guiña el ojo a través de sus anteojos para recordarnos que se hace pasar por un tipo torpe. Pero Peter sí es un tipo torpe, eso es algo que no se pierde de vista y por eso él es tan grande, y cuando se pone el traje sigue siendo cualquiera de nosotros”. En términos de taquilla, las tres películas estrenada entre 2002 y 2007, sumaron casi 2600 millones de dólares, un número excepcional que hizo de esa saga una de las más rentables del Hollywood reciente.
Indudablemente, el éxito de esos films tenían que ver con la veneración de Raimi por los cómics originales de Stan Lee y Steve Ditko, y sus largometrajes ponían el acento en Parker, sus conflictos personales, su historia de amor con Mary Jane, su difícil amistad con Harry Osborn y el vínculo con la tía May (aunque muchos criticaban esa presencia, Lee defendía a May como parte esencial en la lógica del personaje. Un tema sobre el que reveló: “Nos decían que incluir un adulto mayor, le daba realismo al cómic. Me encantaba trabajar con ella porque mientras Spidey salía a salvar el mundo, ella le decía a su sobrino que se abrigara porque hacía frío”). Aunque tenía grandes efectos especiales y peleas de lo más vistosas, Raimi había apostado por el concepto de fundación de ese héroe, con resultados que fueron óptimos.
En 2012 y 2014, se estrenaron las primeras dos partes de El sorprendente Hombre araña, esta vez con el protagónico de Andrew Garfield y Emma Stone. Dichos films no lograron la calidad de la saga de Raimi, pero sin embargo tuvieron una muy respetable recaudación taquilla. En simultáneo, nuevas adaptaciones animadas producidas en 2003, 2008 y 2012 potenciaron la fama del arácnido. Sumado a eso, videojuegos, tarjetas de colección, innumerable cantidad de muñecos y obviamente historietas, facilitaban el acceso de Spider-Man a un público de todas las edades.
El mundo de Tom Holland
Actualmente, el arácnido es el superhéroe más rentable de la industria. Con ganancias que rozan los treinta mil millones en materia de cine, historietas, dibujos animados, un musical en Broadway y todo tipo de merchandising, Spider-Man encabeza esa lista, seguido muy de cerca por Batman, un dato no menor. En comparación al vigilante de Gotham, el Hombre Araña tiene más películas en Hollywood, un número que evidencia la rentabilidad de Parker por sobre la de Bruce Wayne. Y con el público muy pendiente de sus aventuras en cine, en 2016 y en el marco del film Capitán América: Civil War, apareció otra encarnación del personaje, esta vez interpretado por Tom Holland. Integrado al universo cinematográfico de Marvel, el nuevo Spider-Man protagonizó no solo dos películas en 2017 y 2019, sino que también participó de la tercera y cuarta parte de Los Vengadores. A ese camino se suma este año, su tercer film solista que entre sus muchas sorpresas, incluye la incorporación de las continuidades planteadas en las sagas cinematográficas de Tobey Maguire y Andrew Garfield. El film promete ser un bombazo de taquilla, que le devuelva a las salas los números prepandemia, con los que tanto sueña una industria golpeada por el Covid.
Peter siempre fue un nerd, un inadaptado, el blanco de las burlas y alguien a quien todo le salía mal. Por eso se ponía el traje e intentaba convencerse a sí mismo que quizá eso no necesariamente era así, y con su sentido del humor tapaba sus inseguridades. Ese espíritu excedió a Peter Parker y las historietas propusieron hace poco tiempo la aparición de un nuevo Spider-Man llamado Miles Morales, un adolescente que reflejaba los temores de esa edad, pero desde la óptica del siglo XXI (Morales ganó mucha popularidad gracias al enorme film Spider-Man: un nuevo universo). Las décadas pasan, las adaptaciones se suceden y el Hombre Araña nunca deja de ser un éxito. Se trata de un personaje tan rico, que es susceptible de recibir todo tipo de tratamientos, desde un dibujo animado para los más chicos llamado Spidey y sus sorprendentes amigos, pasando por las películas de Marvel apuntadas a un público juvenil (y adulto, desde luego), hasta llegar a una mirada trágica como la de icónicas historietas en la línea de La última cacería de Kraven o La muerte de Gwen Stacy.
El personaje de Marvel, con el que Stan Lee pateó las reglas del juego, se reveló como la fórmula perfecta. Y a diferencia de lo que pasaba en los años sesenta cuando fue creado, actualmente sus aventuras son seguidas por públicos de todas las edades, desde niños y niñas que lo ven como ese héroe al que resulta imposible no admirar, así como también por adultos que recuerdan con nostalgia una infancia de tardes leyendo historietas. Desde la mirada de Spider-Man, crecer tiene más que ver con lidiar con las angustias cotidianas, que con derrotar a vistosos villanos como Octopus o el Duende verde, y para los lectores de Peter Parker, eso significa convertirse en superhéroe.
Dónde se pueden ver sus aventuras
* Spider-Man, Spider-Man 2 y Spider-Man: de regreso a casa disponibles en Netflix.
* Spider-Man 3 y El asombroso Hombre Araña disponibles en HBO Max.
* El asombroso Hombre araña 2 disponible en Starzplay.
* Spider-Man: lejos de casa y Spider-Man: un nuevo universo disponibles en Amazon Prime Video.
* Todas las series animadas de Spider-Man están disponibles en Disney+.
*Spider-Man: sin camino a casa, ya se puede ver en las salas de cine.
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