Sorpresas y complicidad: Diego y Renata Lerman, unidos por una película que va en contra de los estereotipos
El director estrena este jueves El suplente, film por el que su hija, de 12 años, ganó el premio a mejor interpretación de reparto en el Festival de San Sebastián
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Se miran cómplices. Con la complicidad familiar que hay entre un padre y una hija, pero en la charla también aflora la emoción, el orgullo mutuo. Saben que la buena repercusión de las primeras proyecciones de El suplente tiene el plus de ser también un mimo a su primer trabajo juntos, ella como actriz y él como director.
“Nos habíamos hecho una promesa, que si hacíamos la película, al primer festival que fuéramos, nos íbamos a comer una tortilla. Había muchas ganas de que fuera San Sebastián, y lo primero que hicimos cuando llegamos fue cumplir eso” cuenta Diego Lerman frente a la sonrisa de 12 años de Renata. Ese viaje a España también le significó a ella su primer premio, el de mejor interpretación de reparto. Un logro inesperado y movilizante.
-¿Qué fue lo primero que sentiste cuando te enteraste que eras la ganadora de un premio en el Festival de Cine de San Sebastián?
Renata Lerman: -Primero lo llamaron a mi papá. Estábamos en Portugal, llegué con mi mamá (la también actriz María Merlino) a la casa y él me dice: “Nos llamaron y ganaste el premio a la mejor actriz de reparto”, yo pensé que era una joda. No me lo esperaba para nada, ni sabía que me podían elegir a mí. Después me emocioné mucho. Todavía no creo que me lo haya ganado, me parece muy extraño.
Diego Lerman: -Imaginate yo, como dice Reni, ella y su mamá habían salido cuando llamaron, así que yo estaba solo. Entraron justo cuando colgué, les dije y me miraron con cara de “es un chiste, ¿no?”, porque yo soy de hacer ese tipo de bromas. Después me puse a llorar, fue muy emocionante. Pocas veces lloré por un premio, pero este era muy especial.
-¿Es cierto que fuiste vos quien le pediste a tu papá que te tomara una prueba para el papel?
RL: -Sí. Cuando mi papá estaba trabajando con el guion algo me había contado, pero no sabía mucho. Sí que había una chica de mi edad que tocaba el violonchelo, y por eso me propuse, porque yo también lo toco.
-Qué casualidad…
DL: -(Se ríe). Había una fantasía mía de que fuera ella, pero no quería ser yo el que lo propusiera. Aparte Reni, en ese entonces, estaba más inclinada por la música.
-Pero te gustaba la idea...
DL: -Y sí. Ella tocaba el violonchelo, el personaje también. La edad coincidía, pero yo no quería forzar nada. En esos casos tenía que surgir de ella participar, y surgió. Un día estábamos paseando el perro, y me dijo: “¿Por qué no me hacés el casting a mí?”. Habíamos hablado que algún día a ella le gustaría trabajar en una película mía. Se dio en esta, y fue una experiencia hermosa, de mucha complicidad. Yo quería separar, porque los tiempos de un proyecto son tan inciertos que nunca sabés cuánto te puede llevar, ni qué edad iba a tener ella cuando yo la comenzara a filmar. Incluso esta película estuvo frenada los dos años de pandemia.
-¿Tuviste claro al momento de proponerte que tu papá era el director de la película y vos una de las actrices? Iba a haber un cambio de roles entre ustedes.
RL: -Lo pensé, pero tampoco fue tan distinto. Teníamos códigos, nos mirábamos y nos entendíamos. Igual lo traté como el director porque tampoco quería que él me tratara como si fuera su hija.
-¿Le discutiste alguna idea relacionada con tu personaje?
RL: -Sí, puede ser algunas cosas, pero para mí igual estaba muy bien lo que él había propuesto. Sí me acuerdo que en el guion, ella decía todo el tiempo “sos un pesado, papá”, y yo le propuse cambiarlo un poco.
DL: -A mí me encantó que se involucrara tanto. El primer día de rodaje con ella yo estaba muy nervioso por cómo iba a funcionar. Encima, por plan de rodaje era una escena difícil, si hubiera podido elegir no habría empezado con esa. Es la que está en su habitación y llegan Juan (Minujín) y Bárbara (Lennie). Por suerte ellos fueron re cómplices y salió muy bien. Armamos un muy lindo grupo, también con la coach Soledad San Martín. Cuando vi cómo fluyó esa primera escena y cómo salió me dije: “Esto va a estar buenísimo”.
RL: -Esa escena fue bastante difícil porque, además de ser la primera que hacía, había mucha gente, los técnicos, el camarógrafo. Entonces me sentí muy observada.
-Y eso que hay escenas mucho más densas, de pelea, de discusión...
DL: -Esas quedaron para más adelante, pero te diría que fueron más fáciles en el sentido de que ya ahí Reni estaba con una cancha tremenda. Me sorprendió que tuviera una conciencia de todo lo que pasaba en el set, la continuidad, lo que hacía cada uno, como si trabajara desde hace mucho. También lo que decía Reni de la complicidad. Hubo una escena en que nos pusimos de acuerdo entre nosotros, sin que sepan el resto de los actores. Cuando ella les dice: “¿Están hablando de mí?”, la reacción de sorpresa de ellos fue real. Quedó tan bien que está en la película. Compartir esas experiencias fue re lindo.
-¿Tuvieron miedo que al trabajar juntos pudiera complicarse la relación de padre e hija? ¿Que un mal día en el set se trasladara a lo cotidiano, por ejemplo?
RL: -No lo pensé porque le tenía toda la confianza. Papá no cambia mucho, les dice a los demás lo que tienen que hacer pero no como un dictador, con buena onda. Además les decía cosas que estaban buenas, y además no trataba a los demás con más seriedad que a mí.
DL: -En mi caso era ver cómo entraba Reni a la película. Porque, por un lado, es muy lindo, pero también trabajar en cine conlleva un montón de reglas, de necesidades, de horarios. Mi inquietud era ver cómo nos íbamos a organizar con el colegio, por ejemplo. Pero lo disfruté mucho, era hacer lo que hago siempre pero ahora compartiéndolo con ella. Lo pienso y me sigue pareciendo hermoso.
Una película transformadora
-El suplente tiene a la marginalidad como contexto de una problemática social relacionada a la educación. ¿Por qué creés que son elementos que llaman tanto la atención de la industria audiovisual?
DL: -No lo sé, porque yo busco otra cosa. En lo personal quiero que los personajes se retraten humanamente, más allá de su condición o clase social. Cuando lo que vos describís está por delante me hace ruido. No lo busqué específicamente, te diría que fue al revés. Sí me interesaba que fuera un personaje de clase media que llegaba a un mundo que no le pertenecía, y mostrar cómo lidiaba a partir de eso. Además atraviesa una crisis personal, y en la relación con ese entorno también encuentra algunas respuestas. Las películas “miserabilistas” no me interesan. Quise ir en contra del estereotipo, la búsqueda todo el tiempo fue que la historia fuera verosímil, un mundo creado por mí pero cercano. Con esta historia acerca de un docente universitario que va a dar clases a una escuela secundaria del conurbano buscamos mostrarle al público una realidad que existe. También nos interesaba ver qué pasaba con la gente de la educación.
-En relación a eso, tengo entendido que El suplente se mostró en algunas funciones especiales para colegios. ¿Cuál fue la devolución?
DL: -Los adolescentes que lo vieron se engancharon mucho, generó mucho entusiasmo. Era una incógnita para nosotros, pero hubo mucha identificación de ellos con el aula, con la situación, la sintieron cercana, posible. Es una película que involucra mucho desde lo emocional. Esas funciones son como una rama del estreno, después está la más convencional que tiene que ver con el público que va al cine, y ahí veremos si se siente cautivado o no.
-¿Una rama te interesa más que la otra?
DL: -Me interesan los dos lados. Generalmente, la vida de la película en las salas es muy corta, especialmente para el tipo de cine que hago yo, así que está bueno que suceda “algo más”. Una especie de familia era sobre adopción ilegal, y se estrenó justo cuando se estaba debatiendo la nueva ley de adopción, así que la vieron hasta jueces. Lo mismo pasó con Refugiado, que era sobre violencia doméstica y llegó un año antes del “Ni una menos”. Se proyectó en todos los lugares que te puedas imaginar y ayudó para la formación de la policía de género. Me interesa que la película se abra, que no se circunscriba a un gueto.
-Aun cuando vos sos parte de este gueto...
-Claro. Pero quiero que se abra incluso más allá de lo cinematográfico, llegar a gente que no iría a ver esta película al cine, o que ni siquiera suele ir al cine. Que genere cosas: debate, pensamiento, inquietudes. A mí el cine que me cautiva es el que me transforma.
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