La década del noventa apenas estaba comenzando y en Hollywood la comedia romántica pasaba por su mejor momento desde los años cuarenta. El renacimiento del género había empezado en 1989 con Cuando Harry conoció a Sally y se había afirmado con Mujer bonita en 1990. Y una calurosa tarde de ese mismo año empezaría el largo camino de la tercera película de un fenómeno inesperado . Era sábado y el productor Gary Foster había decidido pasar su tarde sentado en su casa leyendo uno de los tantos guiones que llegaban a su oficina. El título era Sleepless in Seattle –estrenada en la Argentina como Sintonía de amor–, y el plan de Foster era leer las habituales 25 páginas que le dedicaba al trabajo de los guionistas nuevos. Sin embargo, esa tarde el productor no se dio cuenta cuando pasó las primeras 25 páginas del guión escrito por el principiante Jeff Arch. La historia del viudo en busca de una nueva pareja y una madre para su hijo y de la mujer comprometida con otro que descubre que el amor de su vida podría ser otra persona a la que no conoce y que vive en la otra punta del país lo atrapó de inmediato. "Fue algo mágico", recordó por estos días Foster, homenajeando una de las frases memorables de la película que acaba de cumplir 25 años. Un clásico moderno del género que al tiempo de su estreno, en 1993, recaudó más de 227 millones de dólares en todo el mundo, quedó quinta entre las películas más vistas del año y convirtió a Tom Hanks , Meg Ryan y la directora y guionista Nora Ephron en estrellas indiscutidas del género. Una hazaña enorme teniendo en cuenta que por varios años la película transitó el limbo de los proyectos en peligro de desaparición aun antes de hacerse.Un camino difícil pero con final feliz digno de las historias de amor de una buena comedia romántica.
Fuera de sintonía
El primer impedimento con el que se cruzó el productor que estaba convencido de que tenía un éxito entre manos fue el rechazo del estudio de cine. El lo había enviado a TriStar seguro de que era un proyecto adecuado para ellos pero rápidamente le dijeron que no. Sin embargo, el insistió recordándoles que juntos habían producido las exitosas Cortocircuito y Cortocircuito 2 y tal vez la posibilidad de conseguir buenos resultadas en la taquilla como aquellas dos películas familiares fue suficiente porque el estudio aceptó el trato. Aunque si el productor pensaba que con esa firma se acababan sus problemas estaba muy equivocado.
Los otros Sam y Annie
Con el contrato hecho empezó el proceso de casting. El jefe del estudio sugirió que la historia era ideal para Meg Ryan y Dennis Quaid (su marido en ese entonces) que estaban a la búsqueda de un proyecto para volver a actuar juntos–ya lo habían hecho en Viaje insólito (1987) y Muerto al llegar (1988)–. La pareja de actores leyó el guión de Sleepless, le gustó y eso permitió que empezara la búsqueda de un director. Una tarea que probaría ser más complicada de lo que parecía en un principio porque aunque es cierto que el guión era dulce y contenía la tierna historia de amor a la distancia que finalmente llegó a la pantalla tambien se trataba del trabajo de un escritor sin mucha experiencia que requería bastantes ajustes para conseguir al equipo adecuado.
De El golpe a Nora Ephron
La primera candidata para hacer los ajustes de guión necesarios para que Sintonía de amor se convirtiera en una película era Nora Ephron. Lo que buscaban los productores es que la dulce historia de Arch tuviera algo del filo y el humor de la perfecta Cuando Harry conoció a Sally pero Ephron, la guionista de ese film, no estaba disponible ya que por esos tiempos trabajaba en lo que sería su primera película como directora: Esta es mi vida. El siguiente postulante en la lista de guionistas, David S. Ward, lo tenía todo: el prestigio de un Oscar y la experiencia de trabajar con temas clásicos en un comedia singular como El golpe. Ward empezó a trabajar con el guión y solucionó un de los puntos fundamentales del relato. En el guión original, era Sam, el arquitecto viudo instalado en Seattle el que decidía llamar a un programa de radio para hablar de su soledad. Para el guionista era muy poco creíble que el personaje se animara a hacer eso y por eso propuso que fuera el pequeño hijo de Sam, Jonah (Ross Malinger), quién tomara la iniciativa de la llamada la noche de Año Nuevo. Más allá de ese cambio propuesto por Ward, los productores seguían preocupados por el guión y por eso cuando se enteraron de que Ephron estaba a la búsqueda de ganar dinero en un trabajo de reescritura inmediatamente le enviaron el libro para que le aplicara su especial toque.
Sale Meg entra Kim
Como los tiempos de producción se dilataban y la posibilidad de rodar la película parecía cada vez más lejana Meg Ryan tuvo que asumir otros compromisos y quedó fuera del proyecto. Su marido, Dennis Quaid, seguía interesado y Kim Basinger quería interpretar a Annie lo que hizo que el proyecto siguiera en marcha a pesar de los problemas para encontrar director. Pero el interés de Basinger no duró demasiado, una tragedia en su momento pero que a la larga abriría el camino para el elenco definitivo.
Nora al rescate
En varias entrevistas a lo largo de su carrera Ephron, que falleció en 2012, habló de la química de Meg Ryan y Tom Hanks en pantalla. Para ella, algo en la fisonomía de los actores y en sus complementarios estilos de actuación hacían maravillas en el cine. Incluso defendía a Joe contra el volcán, la primera de las cuatro películas en las que trabajarían juntos. La segunda fue, por supuesto, Sintonía de amor. Según su productor, pocos días después de recibir el guión para hacerle los ajustes necesarios, Ephron lo llamó y le dijo: "leí el guión y lo puedo arreglar en dos semanas y cuando termine vas a poder contratar a Meg Ryan y Tom Hanks porque eso es lo que se merece esta película". Una declaración que todos celebraron menos el director, Nick Castle, contratado antes de que apareciera Ephron al rescate. En desacuerdo con la guionista y los productores Castle fue desvinculado del proyecto. Parecía que con Sintonía de amor cada momento de enamoramiento era seguido de una desilusión casi inmediata.
Mujer bonita fue Annie por un rato
En los noventa no había en Hollywood actriz más solicitada que Julia Roberts. Luego del fenómeno de Mujer bonita no había estudio que no quisiera tenerla en sus filas con ella y por eso cuando uno de los productores que había trabajado con ella en Flores de acero y que tenía la opción contractual de participar en su próxima película la sugirió para el papel de Annie, todos se entusiasmaron a pesar de que Ephron seguía insistiendo con que Ryan era la indicada para el papel. Claro que tener a Roberts en la película implicaba el inmediato interés de directores como Garry Marshall (que la había convertido en estrella en Mujer bonita), Ron Howard y otros. Que se desvanecieron en el aire cuando resultó que al final Roberts no estaba interesada en hacer otra comedia romántica.
Nora, la directora
Con un guión listo–que eventualmente sería nominado a un Oscar–, pero sin directores ni estrellas a la vista, Sintonía de amor volvía a estar en peligro de quedar en el baúl de los proyectos nunca concretados. En el tiempo de accidentada preproducción transcurrido, Ephron ya había terminado su película y cuando el productor Gary Foster, invitado a una función por la propia directora, vio la sensibilidad con la que había retratado el mundo de su protagonista y de sus dos jóvenes hijas tuvo una idea que cambiaría la historia del género: ¿que tal si Ephron dirigía Sintonía de amor? Una llamada telefónica bastó para convencerla. Ella dijo si y ahí comenzó la verdadera aventura .
Meg primero
Convencida como estaba Ephron de que los únicos protagonistas posibles para Sintonía de amor eran Ryan y Hanks, el desafío era entonces lograr su participación. Primero tuvo que convencer a la actriz que seguía pensando que se trataba de una gran oportunidad para trabajar con su marido. Pero Ephron con su elocuencia le hizo ver que Hanks era perfecto para el papel de Sam. El único problema: Hanks no estaba para nada seguro de querer trabajar con Ephron que le parecía soberbia y fría. Sin embargo, interesado en el guión, aceptó la película aunque durante el rodaje estuvo a punto de renunciar por temor a que su personaje no fuera lo suficientemente original, complejo y honesto.
La escena final que pudo no ocurrir
Uno de los momentos más recordados de Sintonía de amor es la escena final en la que Sam y Annie finalmente se conocen en el observatorio del edificio Empire State. Es el momento culminante de la película y estuvo a punto de no ocurrir. Es que al momento de tener que filmar esa escena los productores no habían conseguido la autorización de los dueños del edificio para filmarla. Y ahí apareció nuevamente Ephron al rescate. La directora tenía un contacto con Leona Helmsley, empresaria de bienes raíces dueña del edificio que en ese momento estaba presa. Gracias a ese contacto lograron la autorización aunque solo para seis horas de filmación. El resto de la secuencia se rodó en un viejo hangar de la marina en Seattle.
Todo guión y una pizca de improvisación
Aunque durante el rodaje Ephron era firme con los actores para que no se salieran de los límites del guión que ella –con la colaboración de su hermana Delia– había pulido hasta la obsesión, una escena inolvidable del film resultó de un breve permiso para improvisar que obtuvieron Hanks y Victor Garber. En la historia Sam recibe la visita de una pareja de amigos integrada por Suzy (Rita Wilson, esposa de Hanks en la vida real) y Greg (Garber). Mientras Suzy se emociona recordando el final de Un romance para recordar, la película de 1957 con Deborah Kerr y Cary Grant que había inspirado a Annie para comunicarse con Sam, los hombres lloran rememorando una secuencia del film bélico Doce del patíbulo. Algo que Hanks y Garber improvisaron en el momento y que, por supuesto, se transformó en uno de los momentos más graciosos de la película.
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