Sin calidad, sin magia, sin difusión
"Tobi y el libro mágico" (Argentina/2001). Dirección y guión: Zuhair Jury. Con Andrés Loterspil, Liliana Benard, Omar Fanuchi, Cacho Espíndola, Leonardo Favio, Alberto Busaid y otros. Fotografía: Héctor Collodoro. Música: Rubén Aguilera y Jorge Candia. Duración: 92 minutos. Para todo público.
Nuestra opinión: mala.
Si el crítico de cine debe convertirse en adivino o en detective para informar acerca del estreno de algunos films nacionales, ello significa que algunos engranajes de nuestra producción local están padeciendo de gruesos errores. Este apunte, que no intenta adentrarse en la profunda reflexión ni utilizar la ironía, es atinente en el caso de "Tobi y el libro mágico", una película que de la misma manera que "Te besaré mañana", cuya crítica se publicó ayer en estas columnas, llegó al público en la más completa soledad publicitaria.
Apelar a la incógnita para ocultar un estreno puede tener varias lecturas: que la producción sea muy descartable, que sus productores buscan una recuperación industrial por el solo hecho de presentar el film en una sala cinematográfica o, simplemente, que se lo da a conocer aunque haya sido descartado por los distribuidores, para que no muera en el rincón del celuloide olvidado.
Pero cualquiera de estos motivos no justifica que el público, el único destinatario del esfuerzo cinematográfico de sus realizadores, ignore que el film ocupa ya un espacio en la cartelera.
En el caso concreto de "Tobi y el libro mágico" su realizador y guionista Zuhair Jury concibió una historia para niños en la que su pequeño protagonista vive con su abuelo postizo en una humilde casa y ambos subsisten juntando cartones y gracias al especial talento del chico para ejecutar la armónica. Tobi es muy fantasioso, y entre sus sueños se halla la necesidad de encontrar a su madre o a alguien que suplante el cariño de ella. Pero como el relato necesitaba, como los cuentos de nuestra niñez, de la aparición de brujas, magos y otros personajes malignos, Zuhair Jury entreteje la fábula con un pretencioso realismo mágico, mucho de grotesco y alguna dosis de ilusión que, aquí, se pierde en el camino por causa de una total carencia de autenticidad y de poesía.
Como una caricatura
En una época en que la tecnología es ya un juguete más para los niños y los adolescentes, "Tobi y el libro mágico" no encontrará, seguramente, ningún interés en el público al que va destinado. Todo es en el film ingenuo, antiguo, monótono y redundante. Ya es imposible creer que este tipo de anécdotas cinematográficas pueda concebirse en un momento en el que el cine argentino está esforzándose por crecer y renovarse.
Pedir que tanto Andrés Loterspil, el pequeño protagonista, como Liliana Benard, Omar Fanuchi, Cacho Espíndola, un caricaturesco Leonardo Favio y el resto del elenco demuestren sus aptitudes actorales es un imposible total, ya que el guión no contiene el menor indicio de imaginación ni de lógica. El equipo técnico, incluidos los efectos especiales, se ubica también en las antípodas de la más mínima calidad. Bien vale, como colofón, una pregunta redundante: ¿de qué sirve estrenar un film si los espectadores van a desconocer su existencia? Se aceptan respuestas.
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