Shirley Temple, la niña que salvó a Hollywood y murió en el olvido
Su sonrisa, sus hoyuelos y sus 52 rulos por cada mechón de pelo sobrevivieron a la Gran Depresión, a la Segunda Guerra Mundial y al paso del blanco y negro al color. También a una madre controladora que cargó sobre su hija su propia frustración, a un padre ausente, al acoso sexual, a depredadores que solo vieron en ella un negocio que cuando dejó de dar suficientes réditos boicotearon, y a una infancia perdida. Todo esto en apenas diez años.
Shirley Jane Temple nació a las nueve de la noche del lunes 23 de abril de 1928 en Santa Mónica, California. Su padre George era banquero, y su madre Gertrude se dedicaba a las tareas de la casa, mientras masticaba la frustración de no haber sido una bailarina famosa.
Como la pareja había tenido dos hijos varones, al mismo tiempo que Gertrude supo que tendría una nena, entendió que iba a dedicar su vida a lograr que esa bebé fuera la estrella que ella no pudo ser. La obsesión de la madre por transformar a su recién nacida en figura fue tal, que ponía su cuna al lado de la radio para que escuchara las canciones de moda. Las primeras palabras de Shirley fueron los estribillos de esos temas.
Sexualización infantil
En 1931, con tres años y a instancias de su madre, la pequeña Shirley comenzó a estudiar danza en la escuela de Ethel Meglin. La profesora, que había formado parte de las famosas Ziegfeld Follies, se ufanaba de sus contactos en el mundo del espectáculo. En su instituto tomaba chicos de entre 1 y 16 años, (conocidos popularmente como "Meglin Kiddies") prometiéndoles que periódicamente serían vistos por productores que los podían catapultar a la fama. Otra famosa que surgió de la misma academia fue Judy Garland.
A los cuatro años, Shirley Temple debutó en una serie de cortos llamados Baby Burlesque. La idea era, cuanto menos, perturbadora: se trataba de una serie de chicos de entre tres y cinco años que recreaban escenas de películas conocidas, o parodiaban a figuras de la época. Amparándose en la inocencia de los pequeños, se mostraban escenas donde su imagen se sexualizaba, con atuendos para nada propios de su edad y argumentos de doble sentido. Años después, fueron muchos los que aseguraron que detrás de estos productos había redes de pedofilia, y Temple se refirió a estos cortos como "una cínica explotación de la inocencia infantil". A la distancia, estos productos resultan desagradables y condenables, pero en su momento fueron un éxito.
Sin preocuparle demasiado nada de esto, el paso siguiente de Gertrude Temple fue llevar a su hija -de por entonces cinco años- a golpear la puerta de los grandes estudios. Luego de media docena de bolos donde ni siquiera apareció en los créditos, Shirley tuvo su primer vehículo de lucimiento en el film Stand Up and Cheer! (1934), donde actuaba, cantaba y bailaba a la par que sus compañeros adultos.
La década del 30 marcó la bisagra entre el cine mudo y el cine sonoro, y las películas que mejor se lucían con el nuevo invento eran los musicales. Al mismo tiempo, la Gran Depresión hacía que el público buscara en la oscuridad del cine una válvula de escape, por lo que una nena de cinco años, rubia, simpatiquísima, talentosa y encantadora, era una apuesta segura. Y vaya si lo fue.
La niña de oro de Hollywood
Shirley Temple fue el espejo en el que se reflejó una sociedad que sentía que había perdido todo. Fue la hija que los padres y madres soñaban, y sus películas explotaron esta simpatía natural (y aspiracional) al máximo, como así también su notable destreza para la danza y sus dotes actorales. Sería muy largo y aburrido enumerar todas las películas de esta etapa, pero basta decir que llegó a filmar cinco producciones por año en un período de diez. Bright Eyes (1934), Poor Little Rich Girl (1936), Heidi (1937), Little Miss Broadway (1938) fueron algunos de esos muchos films construidos alrededor y a la medida de su talento.
El "fenómeno Temple" comenzó a tener una magnitud mundial. Mientras otras estrellas sucumbían a la crisis imperante, el carisma de Shirley trepaba cada vez más alto; y con él, las ganancias de los estudios Fox, que la tenían en exclusividad. Se la bautizó como "la niña de oro de Hollywood", no por el color de su pelo sino por las ganancias que producía.
Aunque la masividad también trajo algunos problemas, como en el caso de The Little Colonel (1935). En la película -cuya historia se situaba durante la Guerra Civíl- la pequeña tenía un número de danza junto al virtuoso bailarín de color Bill Robinson. La imagen fue demasiado fuerte para algunas ciudades donde reinaba la segregación racial, condenaban especialmente el momento en el que la nena tomaba a su compañero de la mano. La polémica fue tal que la escena fue censurada en algunos estados de Estados Unidos.
El amor tiene cara de muñeca
Muy pronto hubo necesidad de multiplicar por diez el trabajo de Shirley, para así también multiplicar por diez las ganancias del estudio. Con el nacimiento de 20th Century Fox, su mandamás, el magnate Darryl Zanuck, reafirmó la idea de que Temple debía ser "la cara de la compañía". Y no solo la hizo trabajar incansablemente, sino que también le dio uno de los sueldos más altos del estudio. El convenio incluía mil dólares semanales para su madre Gertrude, que figuraba en los libros contables como "profesora particular de actuación". También, y ante la ausencia de historias acordes, Zanuck contrató a veinte guionistas para que trabajaran exclusivamente en pensar guiones para la pequeña actriz. Todo Hollywood estaba a los pies de Shirley.
En 1936, la Academia de Artes y Ciencias le dio un "mini Oscar", galardón que inventó para premiar a actores y actrices menores de edad. Aunque en realidad la historia dice que fue creado por y para ella. Curiosamente fue la única vez que recibió la prestigiosa estatuilla dorada, ya que ni siquiera fue nominada en toda su carrera.
En esta etapa también se desarrolló una agresiva campaña de negocios y merchandising. Comenzaron a aparecer todo tipo de juguetes con la marca "Shirley Temple", y fueron un éxito a nivel mundial. Todavía hoy son muy buscados por los coleccionistas: en sitios argentinos de subasta se puede encontrar una muñeca (llegaron a haber 13 modelos distintos) a un precio de venta de entre 15 y 20 mil pesos.
La pequeña actriz llamó también la atención del arco político de entonces. El presidente Franklyn D. Roosvelt se mostró en más de una ocasión con la niña, e incluso llegó a decir: "Este país no tiene de qué preocuparse si tiene a Shirley Temple". También se dice que le recomendó a J. Edgar Hoover que estuviera siempre atento a su seguridad. Desde la 20th Century Fox hasta el gobierno de los Estados Unidos estaban al servicio de una celebridad que no superaba el metro de altura. Hasta que un día, lo superó.
La noche de 12 años
Para 1940, la Segunda Guerra Mundial había estallado y el gusto del espectador de cine había cambiado. Las películas de Shirley Temple se habían vuelto descuidadas en cuanto a producción y despliegue, al mismo tiempo que su estilo naif ya no encajaba con su imagen: había pasado de ser una encantadora nena de cuatro años, a una simpática preadolescente de 12.
Buscando una solución para salvar el negocio, Darryl Zanuck llamó a su competencia, Metro Goldwin Mayer, y les propuso prestarle a su estrella infantil para que protagonice El mago de Oz, a cambio pedía poder utilizar a Clark Gable (en la cima gracias al estreno, en 1939, de Lo que el viento se llevó) en uno de sus films. Pero las negociaciones quedaron en la nada, y así Shirley perdió la posibilidad de revitalizar su carrera con una película que se convertiría en un clásico, mucho más perdurable que cualquiera de sus películas.
La primera película de Temple de la década fue también su primer gran fracaso, The Blue Bird. Y no porque fuera peor que sus películas inmediatamente anteriores, sino porque era evidente que había perdido su encanto infantil y su tipo de cine comenzaba a resultar anacrónico. Zanuck, el hombre que se había hecho millonario gracias a ella, le rescindió su contrato, y con 12 años y más de 40 películas en su haber, la prematura estrella quedó desocupada.
Mientras la nena no terminaba de entender bien lo que pasaba, Gertrude estaba desesperada. Su primer impulso fue ir a MGM, que había mostrado interés en su hija. Lo que pasó durante la negociación de lo que sería la única película de Shirley con el estudio (Kathleen, estrenada en 1941), muestra también el nivel de obsesión de su madre. Muchos años después la actriz lo recordaba: "Fuimos con mi madre a una reunión con Cecil B. De Mille para hablar del proyecto, pero nos separaron. Ella fue a la oficina del Sr. De Mille mientras yo fui a la del productor Arthur Freed. Yo creía que era un productor, pero también era un exhibicionista. Se bajó los pantalones delante mío; yo tenía 12 años, hasta ese momento no había visto a nadie desnudo. Cuando volvíamos en el auto se lo conté a mi mamá y me respondió: ‘Y eso que no sabés lo que me pasó a mí’. De Mille había querido acosarla también a ella".
El príncipe golpeador
Dos años después, Gertrude seguía intentanto "colocar" a su hija, por eso aceptó gustosa la propuesta de David O. Selznick para que Temple regresara a la pantalla grande en Since You Went Away (1944). Mientras disfrutaba de esta suerte de renacimiento, Shirley Jane Temple, de 16 años, conoció al sargento de aviación John Agar, y se enamoró de ese "príncipe azul", como lo definió. En una decisión tan vertiginosa como había sido su vida hasta ese momento, se casó casi inmediatamente, apenas cinco meses después de cumplir los 17. La pareja terminó viviendo en la casa familiar, porque el padre de la actriz sin su conocimiento, había despilfarrado todos los millones ganados por su hija en el casino y las carreras de caballos.
Y ese fue el menor de sus problemas: al poco tiempo de casada Temple descubrió que detrás de la imagen protectora de su marido se escondía un hombre alcohólico, agresivo, infiel y golpeador, que además quiso aprovecharse de la fama de la esposa para hacer camino como actor en Hollywood (compartieron dos películas, Fort Apache, en 1948, y Adventures in Baltimore, en 1949). Viviendo una situación de agresión constante, la actriz pidió el divorcio en diciembre de 1949, alegando "violencia psicológica, alcoholismo y agresiones", y la custodia de la hija de ambos nacida en 1948, Linda Susan Agar.
Su separación coincidió también con su despedida del cine en (A Kiss for Corliss, protagonizada con David Niven). A los pocos meses, durante unas vacaciones en Hawai conoció a Charles Black, quien en 1950 se convirtió en su segundo marido, o como solía llamarlo ella "el amor de mi vida". Tuvieron dos hijos, y Charles también aceptó darle su apellido a la pequeña Susan.
De niña a mujer
Incansable, Shirley Temple Black reemplazó su pasión por el cine con una activa militancia política y social para el Partido Republicano. Fue una declarada anticomunista, apoyó la guerra de Vietnam (lo que le costó perder su aspiración a una banca en el Congreso), y acompañó fervientemente la campaña presidencial de Richard Nixon. Cuando éste llegó a la presidencia, la nombró delegada de las Naciones Unidas. Más tarde, a mediados de la década del 70, fue embajadora en Ghana. En el único momento que interrumpió su trabajo diplomático fue en 1972, cuando le detectaron cáncer de mama. Shirley fue sometida a una mastectomía, y decidió hacerlo público con la intención de inspirar a otras mujeres para que comenzaran a hacerse estudios preventivos. Fue la primera celebridad de Hollywood en hacerlo.
El siguiente paso en su carrera política fue como jefa de protocolo de la Casa Blanca durante la presidencia de Gerald Ford. Así continuó en diferentes puestos en las administraciones de Jimmy Carter, Ronald Reagan (con quien había trabajado en la película That Hagen Girl, en 1947) y George Bush.
Terminada su etapa protocolar, Temple quiso volver a la pantalla grande. Pero el mundo había cambiado y, desilusionada, empezó a ver cómo se le cerraban las puertas. Entonces comenzó a vivir del pasado. Escribió una autobiografía, supervisó el trabajo de restauración de sus viejas películas y asesoró a una productora que quería hacer un film sobre su vida.
Shirley Temple, la que nunca fue nominada a un Oscar, y que recién fue reconocida por sus colegas en 2006 con el SAG Awards a la trayectoria, pasó sus últimos años alejada del mundo artístico. Recluida en su casa de Woodside, Callifornia, los vecinos la conocían como "la señora Black", ignorando su célebre pasado.
En su habitación, rodeada de sus hijos y nietos, falleció de neumonía el 10 de febrero de 2014, a los 85 años. Murió lejos del Hollywood al que le dedicó su vida, y del estudio que salvó de desaparecer.
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