Para Guillermo del Toro , todos los reconocimientos para La forma del agua –la seguidilla de premios que llevó su película hasta los Oscar– importaron más por el lugar que le consiguieron al género fantástico en Hollywood , en el corazón de la industria del cine que por su propio deseo narcisista. Lo decía en una charla telefónica con LA NACION semanas antes del premio de la Academia: "Creo que somos uno de los últimos géneros en ser legitimados. La comedia, el melodrama, el musical y el policial ya superaron esta etapa". Claro que en su entusiasmo por lo que vendría, por ser el claro favorito de la temporada de premios, puede que el director mexicano haya exagerado un poco. Si bien es cierto que el género fantástico no suele ganar estatuillas, al menos no es declarado muerto y enterrado con cada nueva luna, como le sucede a la comedia romántica.
Despreciado, criticado y descartado aun cuando, hace más de veinte años, vivía una era dorada inaugurada por la brillante Cuando Harry conoció a Sally (1989) y la taquillera Mujer bonita (1990), las comedias románticas llevan décadas esquivando, apenas, los agoreros pronósticos que anuncian su final. Al mismo tiempo, sus fanáticos y defensores llevan cuarenta años esperando que aparezca una película como Dos extraños amantes, aquel clásico de Woody Allen que hace 40 años, en 1978, se llevó los Oscar a mejor película, director, actriz (para Diane Keaton ) y guión. Ya se ve lo complicado que es el destino del género, casi tan enredado como algunos de los romances que pone en pantalla. Después de todo, no solo su momento de mayor reconocimiento ocurrió hace cuatro décadas, sino que ahora además está sujeto al revisionismo que afecta a toda la obra de Allen.
Así, las posibilidades de que la comedia romántica finalmente tenga una continuidad feliz, un nuevo día bajo la lluvia –el más romántico de los fenómenos meteorológicos–, no parecen las mejores y, contra todo pronóstico, puede que 2018 finalmente sea su año.Para empezar como no sucede desde hace tiempo en los próximos meses se estrenarán al menos seis películas del género que, en muchos casos, fueron producidas por los grandes estudios, algo que desde hacía tiempo no ocurría.
Concentrados en los grandes tanques protagonizados por superhéroes que les permiten vender merchandising ad nauseam y convencidos de que las comedias románticas no tienen el atractivo global que sus arcas requieren, los grandes productores de Hollywood las fueron dejando de lado. Hasta que, sorpresa de sorpresas, el cine independiente les dio un lugar de privilegio: uno de sus films, Un amor inseparable, se estrenó en todo el mundo, consiguió una nominación al Oscar en la categoría de guion y alertó sobre la necesidad de poner el foco en historias más diversas y modernas. Una lección que también Netflix tomó al pie de la letra con películas como la imperdible The Incredible Jessica James, la despareja Cuando nos conocimos y su variada biblioteca global, en la que se destacan algunas recientes producciones de Bollywood como Amor por metro cuadrado.
La evidencia de que las comedias románticas funcionan para la plataforma de streaming es que ya anunció entre sus producciones del año Someone Great, una película que será protagoniza y producida por Gina Rodriguez , la protagonista de Jane the Virgin , la excepcional serie que le dio nuevo aliento al género desde la TV.
Entonces, con tantas evidencias a favor y con la promesa de cumplir con la renovación argumental que las comedias románticas necesitaban desde hacía rato, los estudios anunciaron que en los próximos meses estrenarán Yo soy Simon, una historia de amor cuyo protagonista es un estudiante de secundaria gay; Crazy Rich Asians, basada en una novela exitosa que relata las aventuras de una mujer norteamericana de origen chino que descubre que su novio es uno de los hombres más ricos de Asia y cuya acción transcurre en Singapur, y Overboard. Se trata de la remake de la película de 1987 protagonizada por Kurt Russell y Goldie Hawn en la que ella interpretaba a una malcriada millonaria que perdía la memoria y terminaba creyendo que era la sacrificada esposa del carpintero que encarnaba Russell, además de la madre de sus cuatro hijos. Claro que, como estamos en 2018, la nueva versión invierte los roles y ahora es la mujer (Anna Faris) la que engaña al millonario que esta vez es un playboy mexicano interpretado por el actor Eugenio Derbez.
Para completar la oferta de comedias románticas de los grandes estudios de Hollywood en julio se estrenará la continuación de Mamma Mia!, la adaptación del musical basado en las canciones de Abba que en 2008 fue una de las cinco películas más vistas del año y motivo por el que se decretó un regreso de las comedias románticas, que finalmente nunca se concretó. Tal vez la segunda sea la vencida para esta historia que ahora viaja al pasado para contar las aventuras juveniles de Donna, el personaje que interpreta Meryl Streep en la adultez y que en el pasado será encarnada por Lily James (La cenicienta, Downton Abbey). Claro que, como en la primera película, en esta comedia romántica y musical más importante que los romances de la protagonista será el vínculo con sus mejores amigas y el relato de su realización personal. Un modo de derribar prejuicios y llevar a las heroínas del género más cerca del siglo XXI, aunque sea al ritmo de las canciones de los años setenta.
Renovarse es vivir
Cuando se habla de la decadencia de las comedias románticas se la explica por la repetición de los tópicos y de una fórmula que de tanto usarse terminó gastada, más cliché que otra cosa. Una calificación que, aunque cierta en algunos casos, terminó por abarcar injustamente al género en su totalidad, descalificando films solo por ser comedias románticas hasta el punto de espantar a realizadores y protagonistas por igual. Así, si estrellas femeninas como Julia Roberts y Sandra Bullock construyeron sus carreras gracias al género, sus pares actuales le dan la espalda desde el principio de las suyas. Emma Stone parecía la candidata ideal para continuar el legado luego de su participación en Loco y estúpido amor, pero proyectos más taquilleros y prestigiosos la llevaron por otros rumbos, mientras que Jennifer Lawrence y Margot Robbie , por citar a dos actrices capaces de poner en marcha películas con su presencia, nunca parecieron demasiado interesadas en el género. Y a esta altura, con prestigio y fama de sobra, parecerían poco dispuestas a arriesgarse con un género que ahora no garantiza nada, mientras que en otros tiempos era una apuesta segura para poner a las actrices más carismáticas en el mapa. Excepciones como Rachel McAdams (Cuestión de tiempo) y Dakota Johnson (Cómo ser soltera) no hicieron mucho por acelerar el resurgimiento tan esperado y tantas veces postergado del género.
Aunque entre las películas que vienen, tal vez inspirados en las enseñanzas de series como The Mindy Project, Insecure y Crazy ex Girlfriend, todas exitosos intentos de subvertir y modernizar la comedia romántica, algunos nombres llaman la atención. Por un lado, Keanu Reeves y Winona Ryder (sí, millennials, la mamá de Will en Stranger Things) ya terminaron de rodar Destination Wedding, una comedia romántica en la que ambos interpretan a dos desagradables y amargados invitados de una boda en la que, muy a su pesar, empiezan a establecer un vínculo con apariencia de amoroso. Y, si de nombres conocidos se trata, Sharon Stone está a punto de estrenar All I Wish, una historia de amor que originalmente estaba pensada para ser protagonizada por una actriz de veinticinco años.
Convocada para interpretar a la madre de la protagonista, Stone, con sesenta años recién cumplidos, le propuso un cambio a la directora. En lugar de encarnar a la madre del personaje principal, la actriz creía que la historia de una mujer en crisis por la enfermedad de su madre, sus problemas laborales y la aparición de un nuevo hombre en su vida (Tony Goldwyn, de Scandal) era mucho más interesante si era interpretada por una actriz madura, como ella. Y probablemente tenga razón. Especialmente en esta nueva era de la comedia romántica en la que las historias de amor y risas no se limitan a contar historias de jóvenes blancos y heterosexuales, como sucedía antes. Hoy, las cosas empiezan a ser distintas. Los romances en pantalla ya no son todos iguales ni se parecen entre sí, y puede que el intento de que se acerquen un poco más a lo que sucede fuera de las salas resulte en la salvación de un género que desde hace rato espera que le llegue su nueva hora.
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