Seis proyectos malditos que podrían no llegar jamás al cine
El último film de Steven Spielberg, The Post: los oscuros secretos del pentágono, durante años fue considerado un guión maldito, un proyecto que si bien era sólido y tenía enormes posibilidades comerciales, parecía destinado a no concretarse jamás por dificultades alrededor de su realización. Pero el cuento (de producción) tuvo final feliz, y Steven Spielberg aceptó el reto de llevar adelante esa historia. Claro que mientras The Post: los oscuros secretos del pentágono creció y fue película, hay por otro lado muchos proyectos que por distintos motivos quedaron encajonados para siempre. A veces por cuestiones de presupuesto, a veces porque se considera que el interés por ciertos temas ya pasó de moda, o quizá porque falleció el director que soñaba con llevar a cabo ese film, son muchas los guiones que parecen destinados a morir sin convertirse en película. Por ese motivo, repasamos seis títulos que quedaron en el tintero, y si bien algunos de ellos jamás llegarán a estrenarse, otros puede que aún tengan una oportunidad.
1. Napoleón, de Stanley Kubrick
En la lista de películas que jamás veremos por la muerte de su autor, indudablemente el proyecto de Napoléon comandado por Stanley Kubrick tiene el puesto número uno. En los sesenta y durante la producción de 2001: odisea en el espacio, el director comenzó a idear un film centrado en el histórico personaje, y fiel a su estilo obsesivo, empezó a estudiar a fondo la vida del militar francés. El largometraje iba a contar con el protagónico de David Hemmings en la piel de Napoleón, y Audrey Hepburn, Alec Guinness y Laurence Oliver serían los intérpretes secundarios. A lo largo de cuatro años, el director recopiló unas 17 mil imágenes vinculadas a Napoleón, se reunió decenas de veces con un profesor de historia de Oxford, planificó escenas de batalla que deberían reunir a unos 30 mil extras, e incluso mandó a un asistente personal a Waterloo a buscar muestras de tierra para poder reproducirlas de igual manera para la pantalla. Todo parecía estar listo y el realizador estaba a punto de comenzar a filmar la ambiciosa epopeya histórica a la que llegó a llamar como “la película más grande de la historia”. Pero nada de eso sucedió.
El estrepitoso fracaso de Waterloo, otro film histórico centrado en la misma figura, llevó a los estudios a considerar que la pieza de Kubrick podía significar un riesgo demasiado elevado, y en 1970 el film se canceló. En los ochentas, Stanley intentó reflotar el proyecto pero tampoco tuvo suerte, y de esa manera su Napoléon quedó estancado para siempre (junto a Wartime Lies, una película sobre el holocausto que tampoco pudo concretar). La particularidad que dejó su visión sobre Napoleón, fue el exhaustivo trabajo de investigación realizado por el director, que en su obsesión por reconstruir hasta el más mínimo detalle, involuntariamente dejó a sus espaldas un gigantesco archivo vinculado a esa figura histórica (que la editorial Taschen recopiló en un libro gigantesco). En los años posteriores se anunció que Spielberg, responsable también de filmar una idea de Kubrick como fue el caso de Inteligencia artificial, sería el encargado de llevar adelante una película para HBO basada en el guión original de Napoleón, pero eso no se concretó. Tampoco llegó a buen puerto el intento de reflotar la idea pero en formato de miniserie, también para HBO, y con la dirección de Cary Fukunaga (responsable de dirigir la primera temporada de True Detective). Actualmente, la Napoleón de Kubrick sigue huérfana y reteniendo el título del mejor film de la historia jamás filmado.
2. Ronnie Rocket, de David Lynch
Aunque el director de Terciopelo azul insiste en no bajar los brazos con el proyecto, lo cierto es que lamentablemente es poco probable que este guión llegue algún día a la pantalla grande. Al terminar Cabeza borradora, Lynch comenzó a escribir la historia de un enano que funciona a base de energía alterna. Ese personaje se vincula luego con un peculiar detective que parándose en una pierna puede entrar en una segunda dimensión para escapar de unos peligrosos agentes llamados los Hombres dona. Desde hace décadas Lych intenta financiar esta idea, aunque en recientes entrevistas confesó que de momento Ronnie Rocket está “hibernando”. Actualmente y según dijo el realizador, el principal obstáculo para llevar adelante el film es que la historia se sitúa en los cincuenta y hace foco en la industria de la chimenea, un mundo que ya no existe. El interés por ver este guión en pantalla es tan grande, que el director Jonathan Caouette llegó a manifestar que de ser necesario, él mismo realizaría el largometraje.
3. Dune, de Alejandro Jodorowsky
Aunque hoy muchos lo conocen por su trabajo centrado en la autoayuda (un filón que le permitió una fama altamente rentable), Alejandro Jodorowsky siempre fue una de esas figuras artísticas imposibles de clasificar. Director, pintor, dramaturgo, mimo, tarotista e historietista, el chileno radicado en Francia hacía obras de ruptura en cada rubro al que se acercaba. Desde El incal en las historietas, pasando por El topo en el cine o el Movimiento Pánico, su particular visión parecía condenarlo irremediablemente a ser consumido por un nicho que lo seguía religiosamente. Y cuando en 1965, Frank Herbet publicó Dune, Alejandro decidió que ese sería su nuevo proyecto cinematográfico. Decidido a llevar adelante la visión definitiva de Dune en el cine, Jodorowsky se reunió de un verdadero dream team que incluía a H.R. Giger y a Moebius para los diseños, y a Dan O´Bannon en los efectos especiales (tiempo más tarde, Giger y O´Bannon redefinirían el cine de ciencia ficción por su trabajo en Alien, el octavo pasajero).
Durante unos cinco años Jodorowsky trabajó junto a Giger en los conceptos del film, mientras escribía un guión que según el autor del libro, “parecía una guía telefónica”. Jodorowsky soñaba en grande, y para el argometraje pensaba en un elenco encabezado por Orson Welles, David Carradine, Mick Jagger y Salvador Dalí, todo con música a cargo de Pink Floyd. Pero los estudios no quisieron financiar el Dune de Jodorowsky porque consideraban a la propuesta demasiado experimental, y el chileno no había realizado jamás un film de esas dimensiones. De esa forma, el proyecto quedó archivado y se convirtió en la película de ciencia ficción más importante e influyente jamás realizada.
A los pocos años, David Lynch dirigió una versión de Dune que no terminó de convencer, y allí el dato es que para realizarla, Lynch rechazó la oferta de dirigir El regreso del Jedi (dejando en el aire otro gran interrogante sobre cómo hubiera sido el universo de los Jedi según la mirada de Lynch).
4. La conjura de los necios
John Kennedy Toole se suicidó en 1969, y once años más tarde se publicaba de manera póstuma la pieza clave de su brevísima obra: La conjura de los necios, novela que no tardó en convertirse en una gema de la literatura actual. A lo largo de los últimos treinta años, fueron muchos los directores que quisieron adaptar al cine esa tragicómica historia sobre un hombre cuya visión del mundo choca irremediablemente contra la realidad. A comienzos de los ochenta, John Belushi estuvo cerca de convertirse en Ignatius Reily, pero su temprana muerte canceló el largometraje que iba a dirigir Harold Ramis. Más adelante fue el gran John Waters el que se interesó por adaptar la novela con su musa Divine como protagonista, pero la muerte de la drag queen nuevamente dejó el proyecto en el aire. John Goodman también manifestó durante años su interés por personificar a Ignatius, pero jamás sucedió nada. Ubicados en este milenio, fueron dos los que quisieron llevar al cine la novela: en 2005, Steven Soderbergh quiso filmarla con Will Ferrell al frente, y en 2012 hubo otro intento con Zach Galifianakis, pero ninguna prosperó. Para muchos, La conjura de los necios será por siempre una adaptación maldita, y el respeto que los directores sienten por la novela parece paralizar cualquier intento de adaptación. Irónicamente, sí está en marcha un film basado en Una mariposa en la máquina de escribir, novela biográfica sobre John Kennedy Toole y cómo fue el proceso en el que escribió su obra magna.
5. He- Man and the Masters of the Universe
La vergonzosa adaptación fílmica de He-Man a finales de los ochenta, fue una de las grandes vergüenzas de la década. Pero la nostalgia, el innegable encanto de ese mundo y el amor de muchos fans de la saga le devolvió al héroe del bronceado eterno un merecido regreso con gloria. Nuevas figuras, series de televisión, reediciones de libros y cómics clásicos del héroe se venden como pan caliente, y atentos al regreso de esta moda, desde Sony Pictures reavivaron la idea de hacer algo con el personaje. Desde 2009 la productora intenta, sin éxito, llevar una vez más al príncipe Adam a la pantalla. El primer director encargado del film fue John Stevenson, de Kung Fu Panda, pero eso no caminó. Luego apareció en el mapa Jon M. Chu, que también se iría sin terminar su trabajo.
Luego de varios amagues, en abril de 2017 se anunció oficialmente que el film estaba en marcha con el objetivo de estrenarlo en diciembre de 2019. El director que iba a hacerse cargo sería McG, responsable de Terminator: Salvation, pero al poco tiempo abandonó el puesto. Para reemplazarlo llegó David S. Goyer, un guionista siempre cercano a proyectos de este tipo (colaboró en la escritura de la trilogía de Batman, de Christopher Nolan). Si bien la intención del estudio era poner a Goyer a escribir, producir e incluso dirigir, con el tiempo las negociaciones comenzaron a enfriarse, y si bien el guionista aceptó trabajar en la historia, luego rechazó dirigirla porque las demoras del proyecto terminaban encimándose con otros de sus compromisos (la serie Krypton, concretamente). Actualmente el guión de Masters of the Universe está siendo pulido y reescrito por Goyer. Sin un director confirmado y con más entusiasmo que posibilidades reales, Sony sigue adelante con un film que, según dicen, nunca se estrenará.
6. El hacedor de monstruos, de Alain Resnais y Stan Lee
Probablemente uno de los proyectos más extraños vinculados al cine, fue el que unió a Stan Lee y a Alain Resnais. El director de Hiroshima Mon Amour era un fan absoluto de Marvel, y estaba familiarizado con todos los cómics de los sesentas de la editorial. Por ese motivo, Resnais y Stan Lee terminaron siendo buenos amigos, y de ese vínculo surgió un inesperado proyecto cinematográfico. Ambos escribieron un guión titulado El hacedor de monstruos, que en palabras del propio Lee, trataba sobre “una fantasía realista sobre un productor de cine frustrado que supera dichas frustraciones intentado resolver el problema de la contaminación. Habrá muchos simbolismos…y mucha basura”. Una vez finalizado el guión, ellos lograron venderlo por 25 mil dólares, pero la historia nunca llegó a filmarse. Los estudios decidieron cajonear entonces la historia escrita en conjunto por uno de los historietistas y uno de los directores más importantes que tuvo el siglo XX. Al día de hoy, El hacedor de monstruos probablemente duerma el sueño de los justos en el archivero de algún estudio de Hollywood.
De yapa, una argentina: La muerte lenta de Luciana B, de Adolfo Aristarain
En un mundo perfecto, o al menos justo, Adolfo Aristarain tendría luz verde para realizar la película que quisiera, pero incomprensiblemente eso no es así. El director argentino responsable de grandes películas como Tiempo de revancha o Roma, hace varios años persiguió la idea de hacer una película basada en La muerte lenta de Luciana B., la novela escrita por Guillermo Martínez. A comienzos de 2008 se anunciaba que Aristarain realizaría el film con el protagónico de Juan Diego Botto, Dario Grandinetti y Celeste Cid. El guión estaba terminado, y el rodaje se llevaría a cabo en Buenos Aires y Madrid. Pero al poco tiempo comenzaron a surgir complicaciones, y como el propio director dijo en LA NACION, “al final se canceló porque faltaba completar la financiación”.
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