El largometraje de Todd Haynes que llega este jueves a salas está inspirado en el caso de la profesora Mary Kay Letourneau, quien fue encarcelada por mantener una relación con su alumno de 12 años, Vili Fualaau, con quien se terminó casando y formando una familia
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Cuando Samy Burch se sentó a escribir el guion del flamante film de Todd Haynes, Secretos de un escándalo, tenía una ardua tarea entre manos. Por un lado, respetar el estilo del realizador de Velvet Goldmine, uno que apunta a la puesta en marcha de ejercicios visuales y narrativos, a faltarle el respeto a los géneros, a trastocar los puntos de vista y el statu quo como sucedió con su brillante biopic sobre Bob Dylan, esa suerte de rompecabezas llamado I’m Not There.
Por el otro, utilizar como puntapié un caso real que estremeció a los Estados Unidos a mediados de los 90, y cuyos delicados pormenores presentaban, a priori, una complejidad. El largometraje de Haynes sí se inspira en un suceso concreto, pero como base para aludir a otros tópicos, desde la egolatría de la industria de Hollywood hasta el desencanto con una cotidianidad cuya fachada se cae a pedazos, como sucedía en otro film del realizador -también protagonizado por Julianne Moore-, el insuperable Safe, en el que primaba una atmósfera enrarecida mientras las alegorías fagocitaban la historia.
Secretos de un escándalo nos sitúa en un lugar húmedo, sofocante. La actriz Elizabeth Berry (Natalie Portman, en una de sus actuaciones más interesantes) llega a Savannah, Georgia, con el objetivo de indagar, como buena intérprete de método que es (o que pretende ser), en la vida de Gracie-Atherton-Yoo (Moore), una mujer que, en 1992, fue detenida a sus 36 años por tener relaciones sexuales con su alumno Joe Yoo (Charles Melton), cuando este tenía 13.
Al salir de prisión, Gracie y Joe se casan, tienen hijos y forman una familia, pero las consecuencias del accionar de la mujer, del abuso sexual y psicológico perpetrado, no solo permanecen latentes en la mirada de la comunidad sino también en la de su propio esposo, quien recuerda su preadolescencia con el trauma sobrevolando sus inquietudes. A Haynes le gusta incomodar y Secretos de un escándalo es, en efecto, una película incómoda, disruptiva, inclasificable.
A medida que Elizabeth se va entrometiendo con descaro en las vidas de Joe y Gracie en pos de “capturar la verdad” para la interpretación que hará de la mujer en una película indie “de prestigio”, la familia Yoo empieza a alterar sus dinámicas, a hacerse preguntas, a destapar la olla. Para Gracie, todo lo que hizo fue por amor, su manipulación se grafica en la inquietante relación maternal que tiene con su marido, a quien trata como un niño, a quien cuida y protege como tal.
Joe es un niño porque su inocencia fue robada en una etapa formativa en la que su poder de decisión estaba supeditado a los dictámenes de una mujer mayor que lo controlaba sin que él pudiera percibirlo. La actuación de Charles Melton -quien injustamente no llegó a integrar el quinteto de nominados al Oscar en la categoría de mejor actor de reparto- es devastadora porque va mostrando, de manera paulatina, cómo a través de los años Joe fue guardándose para sí mismo preguntas muy duras que implicaban la destrucción de su familia.
Para no romper esa falsa armonía, él se quiebra en el camino. Su proceso es abordado por Burch -quien está nominada a la estatuilla dorada por su guion original- con un tono medido, en el que no hay espacio para el humor negro que sí notamos en otros tramos del film, sobre todo en aquellos en los que Elizabeth se considera una suerte de salvadora por el mero hecho de ser actriz. Burch cambia de registro cuando la cámara de Haynes se detiene en Joe porque ambos son conscientes de que la víctima debe tener una voz clara, sin lugar para la fusión de géneros.
“Yo sigo vivito y coleando. Si quienes hicieron esta película se hubiesen acercado a mí y me hubiesen hecho preguntas, podríamos haber creado una obra maestra, pero solo hicieron una copia barata de mi historia y me ofende. Me faltaron el respeto tanto a mí como a todas las personas que pasamos por esos momentos”, declaró Vili Fualaau. El hombre, quien ahora tiene 40 años, fue víctima de Mary Kay Letourneau, una profesora de Seattle quien tuvo un vínculo sexual con él, su alumno, cuando este tenía 12 años. Para Fualaau, Secretos de un escándalo requería de su aprobación, ya que está ligeramente basada en su experiencia y la de su exmujer, quien falleció el 6 de julio de 2020 de cáncer de colon, un año después de que su marido le solicitara el divorcio. Sin embargo, Haynes y Burch defendieron la libertad en su búsqueda creativa.
Entre el shock y el sensacionalismo
“El origen de esta historia, la semilla que hizo crecer el relato fue verlo a Joe como este hombre que nunca pudo procesar todo lo que le pasó, desde la atención mediática hasta la paternidad. Por eso también le dimos mucha importancia a la graduación de los hijos como punto neurálgico. Joe se queda con el nido vacío siendo muy joven, y se da cuenta de lo que él mismo perdió por lo que le sucedió”, le explicó Burch a la revista Vogue. “Eso es shockeante”, añadió la guionista, haciéndose eco del hecho real. Al igual que el personaje de Gracie en el film de Haynes, Letourneau estaba casada y tenía cuatro hijos cuando entabla un vínculo (claramente dispar) con Fualaau, quien era su alumno en la secundaria Shorewood, en la ciudad de Burien, en Washington.
En 1997, la mujer se declara culpable del cargo de violación de menores y es sentenciada a siete años de prisión. Mientras aguardaba dicha sentencia, fue madre de Audrey, la primera hija que tuvo con Fualaau, quien se convirtió en papá a sus 15 años. Tras un acuerdo con la fiscalía, se redujo la sentencia y Letourneau salió en libertad con la prohibición de acercarse al joven. Sin embargo, la mujer reestableció contacto con Vili alegando “estar enamorada” de él y fue detenida por segunda vez. Tras ser arrestada, la jueza Linda Lau fue intransigente y la condenó a seis años de prisión, que la mujer cumplió entre 1998 y 2004. En la cárcel, dio a luz a la segunda hija que tuvo con Fualaau, Georgia, quien vivió con su abuela hasta la salida de prisión de su madre.
La pareja se terminó casando en 2005 y vendieron los derechos de transmisión de su boda a Entertainment Tonight. “Ellos saben lo que todo el mundo piensa de su relación... y no les importa. En realidad nunca les ha importado. Lo malo que pasó fue hace mucho tiempo. Son dos adultos que viven su vida ahora”, declaraba por entonces una fuente cercana al matrimonio a la revista People. Fualaau y Letourneau estuvieron 14 años juntos, hasta que él le pidió el divorcio en 2019 (ya había intentado separarse de Mary Kay en 2017). En medio de una de las tormentas, la pareja brindó una entrevista extremadamente reveladora para NBC, en la que la mujer admitía haber mantenido relaciones sexuales con Fualaau cuando este era un niño, pero que no lo consideraba un crimen. “Nunca se me cruzó por la cabeza”, declaró, remarcando que solo se habían enamorado y que el vínculo que tenían iba a ser “eterno”. En la charla, a Fualaau se lo notaba extremadamente incómodo, con excepción de cuando hablaba con sus hijas. Al lado de Letournau, el panorama era otro, el lenguaje corporal lo decía. Ese proceso del que hablaba Burch en relación a su reconstrucción de parte del caso es precisamente lo que condujo al hombre a separarse de quien fuera su abusadora.
“Yo quería contar una historia de ficción que tratara de la cultura sensacionalista de los años 90, que aparentemente ha desembocado en el boom de las producciones true crime, y además quería cuestionar esa transición y por qué queremos seguir recreando estas historias”, sumó la guionista, quien comprende la decepción de Fualauu (quien rehízo su vida y fue padre de una tercera hija en 2022), aunque intenta arrojar luz sobre la raison d’être de Secretos de un escándalo. “Es una película de terror, pero tiene múltiples capas de humor también, y a la vez genera una tensión que eventualmente se rompe. La idea era construir una sátira a partir de esta actriz que explota a todos los protagonistas del caso; aunque sí hay un componente muy humano en el film, me interesaba explorar la historia tanto con humor negro como con un dejo de tristeza. A fin de cuentas, mi trabajo como guionista era tomar el relato y ver la humanidad en los lugares más oscuros”.
Secretos de un escándalo, de Todd Haynes, ya está disponible en salas.
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