Scorsese: la historia de nunca acabar
Hoy se estrena en los EE.UU. "Pandillas de Nueva York", en cuya producción Martín Scorsese invirtió tres años de su vida
"Aunque llegue con unos días de retraso, será el regalo de cumpleaños que más espero", dijo hace un par de semanas Martin Scorsese, que cumplió 60 años el mes pasado, el domingo 17 de noviembre, y se apresta a recibir hoy ese "regalo" especial, que consiste en el estreno de "Gangs of New York" ("Pandillas de Nueva York"). Y agregó, significativamente: "Por lo demás, todos saben que esta espera ha sido larga..."
El celebrado realizador ítalo-estadounidense aludía a la considerable demora que pautó la salida de esta especie de "kolossal" de casi 100 millones de dólares, cuyo proceso total insumió cerca de tres años, incluido el prolongado rodaje en Roma que concluyó a mediados del año pasado, y que debía estrenarse en la Navidad de 2001. Sin embargo, la compleja posproducción obligó a diferir su presentación para hoy, fecha de su estreno oficial. En Francia se anuncia para el 9 de enero, en tanto que en la Argentina se conocerá el 7 de febrero.
La versión final de "Gangs..." dura 2 horas y 38 minutos; de ellos, en mayo pasado en Cannes se mostraron veinte minutos, seleccionados y montados por el propio director.
Una vida en el cine
De los 60 años que acaba de cumplir Scorsese, casi cuarenta han transcurrido en los dominios del cine. Después de tres cortometrajes (el primero, de 1963, cuando tenía 21 años), asomó públicamente con su trabajo de graduación en la Universidad de Nueva York, la autobiográfica "¿Quién golpea a mi puerta" ("Who´s That Knocking at my Door?", 1969); el ambiente del film era la Little Italy neoyorquina, a la que conocía por razones ancestrales: su nacimiento, en 1942, tuvo lugar en Flushing, Long Island, en un hogar de inmigrantes sicilianos que luego se instalaron en la Little Italy, donde transcurrió la adolescencia de Martin. Su ingreso al cine, por otra parte, hay que agradecerlo al fracaso de su fugaz experiencia como seminarista.
Sus primeros trabajos profesionales fueron un documental sobre manifestaciones estudiantiles ("Street Scenes", 1970) y una producción de Roger Corman basada en un relato de Bertha Thompson ambientado en Arkansas, durante la Depresión de los treinta ("Bertha Boxcar", 1972). La legendaria "Mean Street", de 1973, marca el inicio de colaboración con él de su consecuente alter ego , Robert De Niro, con quien consumaría varios de sus aportes más salientes. Seguirían "Alicia ya no vive aquí" (Oscar a Ellen Burstyn) y el que sería su consagración internacional -y tal vez también la de De Niro), "Taxi Driver" (1976), Palma de Oro en Cannes.
Su filmografía continúa con "New York, New York" y con la biografía del boxeador Jake LaMotta, "El toro salvaje" ("Raging Bull", 1980). Cannes vuelve a reconocerlo (esta vez, con el premio a la mejor dirección) por la modesta producción independiente "Después de hora". Y hay que recordar el escándalo que desencadenó "La última tentación de Jesucristo", que vino a revivir otro, el que -años atrás- había suscitado la novela de Niko Kazantzaki; el autor de estas líneas presenció, en 1988, el despliegue de los 300 policías que custodiaron la presentación del film en el Festival de Venecia, para una proyección que, en medio de disturbios, comenzó a las tres y media de la madrugada.
En este recorrido salteado por la lista de los títulos de Scorsese merecen recordarse, también, su episodio para "Historias de Nueva York" (1989) y "Buenos muchachos" ("Goodfellas", 1990), otra vuelta de tuerca a sus ancestros, en torno de una de las cinco familias italianas de la mafia neoyorquina.
Pero no toda la trayectoria de este maestro se cifra detrás de la cámara; siempre le gustó, como a Hitchcock, asomar la nariz con algún personajito marginal, ya desde su film de graduación. Pero más allá de interpretar clientes ocasionales de sus tramas (uno en un prostíbulo, en "Bertha Boxcar"; otro en un restaurante, en "Alicia ya no vive aquí"), sus colegas extranjeros explotaron su imagen freak de diminuto siciliano-americano: Paul Bartel le hizo componer un mafioso en "Cannonball" (1976) y Bertrand Tavernier lo convirtió en un productor musical -un rol importante- en "Alrededor de medianoche" (1987), el film-homenaje a Dexter Gordon. Sin embargo, más importante que esto ha sido -y es- su empeño en el rescate de films perdidos o deteriorados, y ese valioso apostolado lo llevó a París, a mediados de los noventa, cuando dictó unas clases en la F.E.M.I.S.E. (la escuela de Jean-Claude Carriére) sobre la restauración de films. Esa férrea vocación desembocó, hace poco, en una extensa antología fílmica, "Viaje por Italia", presentada en el último Festival de Cine Independiente de Buenos Aires.
Manhattan sangrienta.
En 1993 Scorsese adaptó para el cine la novela de Edith Wharton "La edad de la inocencia", una recuperación del mundo de la alta sociedad neoyorquina de fines del ochocientos, reconstrucción que en su más reciente epifanía ha retomado con "Pandillas de Nueva York", sólo que la visión de esa misma geografía recala ahora en ambientes humildes de la misma ciudad, los de las familias de inmigrantes de distintas procedencias.
"Gangs of New York" fue rodada íntegramente en los estudios de Cinecittˆ, en Roma, "una experiencia inusual para mí -dice Scorsese-, ya que siempre filmo en escenarios reales. Pero el trabajo de nuestro escenógrafo, el artista italiano Dante Ferretti, recreó maravillosamente la Manhattan del siglo XIX y convirtió al set en uno de los protagonistas". Un directivo de Cinecittˆ dio acceso a LA NACION a esos escenarios, cuando las huestes de Scorsese ya se habían retirado, y damos fe de la magnificencia y perfección de esas reconstrucciones. Esta apelación a Cinecittˆ no es nueva; ya en la posguerra, luego de la reconstrucción de los estudios, a partir de 1948 proliferaron las producciones de Hollywood en la mítica citadella romana, algunas de las cuales hicieron historia, como "Quo Vadis?", "Ben Hur" o "La princesa que quería vivir".
Allí, en esas calles de 1863, en el barrio de los Five Points, se despliegan las dos grandes batallas de la película con el enfrentamiento de las dos bandas en conflicto: la de los irlandeses católicos, inmigrantes nuevos, y la de los Muchachos del Bowery, trabajadores ingleses y holandeses protestantes que no toleran que los recién llegados les quiten trabajo. El hombre fuerte de la banda de los ya asimilados es Bill El Carnicero (Daniel Day-Lewis), quien en un enfrentamiento mata al irlandés Priest Vallon (Liam Neeson), líder de los que hoy llamaríamos "extracomunitarios"; Vallon cae ante los ojos de su pequeño hijo Amsterdam. Pero trece años después Amsterdam Vallon es un muchachote vigoroso (Leonardo DiCaprio) dispuesto a infiltrarse en la banda de Bill para vengar a su padre. Sólo que, en el medio, un romance complica las cosas: Amsterdam se enamora de Jenny (Cameron Diaz, deslumbrante), una ladrona astuta que en el pasado estuvo ligada a Bill.
El enclave de Five Points de 1863 es el sector entre el puerto y Broadway en el que medio siglo después se desarrollaría la Little Italy del joven Scorsese. El cineasta va más atrás, en el tiempo, y planta un prólogo fechado en 1846: irlandeses armados con cuchillos, hoces y garrotes (tallados a mano por los artesanos de Cinecittˆ) le tienden una celada al carnicero Bill. Esta batalla-preámbulo es un "Scorsese puro", con sangre espesa y una ferocidad primitiva en los contendientes -todos, extras romanos-, mientras la columna sonora atruena con sirenas de barcos y música de Peter Gabriel y de U2.
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