La actriz y la ascendente Florence Pugh hablaron con LA NACION del film en solitario de la heroína de Marvel que se estrena hoy en salas y mañana en Disney+
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Scarlett Johansson y Natasha Romanoff crecieron juntas. Hace una década que se conocen y desde ese primer día en que la actriz se puso en el cuerpo de la Viuda Negra que, de alguna manera, se hicieron una. Hoy se estrena el spinoff de la heroína de los Vengadores de quien se conoce tan poco. Abrir ese universo es también contar la historia de Yelena (Florence Pugh), Alexei, el Guardián Rojo (David Harbour) y Melina (Rachel Weisz) y hurgar en un pasado que de alguna manera construye el arco de este personaje que años después será capaz de sacrificarse por el mundo. Pero también Black Widow es una película dirigida por una mujer (la australiana Cate Shortland) que muestra el camino de otras dos mujeres que trabajan por liberar a cientos de mujeres. En un contexto en donde el empoderamiento femenino está en el centro de la escena y en el mundo del cómic, en donde muchas veces las mujeres -incluso Natasha- han sido tratadas como objeto, esta historia es mucho más que un posible spinoff del personaje. Es la evolución de una heroína que en su vida personal también vivió cambios [”soy madre”, dice] y que está preparada para abordar su propia historia.
Johansson y Pugh se ríen a la distancia, ambas hablan con LA NACION sobre Black Widow, días antes del estreno (hoy, en las salas, y mañana, en Disney+, a través de Premier Access). Zoom mediante, las actrices recorren detalles del film donde interpretan a dos espías rusas que fueron entrenadas para matar y que quieren liberarse de ese pasado. Mientras que Natasha logró hacerlo, al sumarse al mundo de S.H.I.E.L.D y luego al de los Vengadores, Melina acaba de despertar y, tras descubrir una conspiración impulsada por el malvado Dreykove (Ray Winstone), busca a su hermana adoptiva para liberarse y liberar a otras chicas que han pasado por lo mismo que ellas. “Creo que para Cate [Shortland], la directora, era muy importante contar una historia sobre dos mujeres que se apoyan mutuamente y trabajan juntas. La manera más fácil hubiera sido crear una historia sobre dos rivales, alguien que quisiera tapar a Natasha o sacarle su poder. No siento que las mujeres fundamentalmente trabajen de esa manera y eso parece ser algo revolucionario para los hombres”, expresa Scarlett y lanza una carcajada.
Pero no siempre las cosas fueron iguales para ella. Hace poco habló de la sexualización de Romanoff, cuando era tratada como “un pedazo de carne” en su primera aparición en Iron Man 2 y del lugar que tomó tras más de una década siendo parte del universo de Marvel. “El personaje evolucionó, quiero decir: diez años es mucho tiempo en la cultura pop, es enorme, ¡es una década! Pasaron muchas cosas malas en la sociedad, la cultura es un reflejo de eso. Y yo también crecí y me convertí en una mujer, en esta década que pasó. Cuando comencé a trabajar en el mundo de Marvel tenía 23 años, era una mujer joven, ahora soy madre [según trascendió, aunque aún no hay confirmación oficial, la actriz está esperando su segundo hijo fruto de su relación con el comediante Colin Jost.]. Creo que el viaje de Natasha es un reflejo de mi propio viaje, soy realmente afortunada de haber podido seguir la pista de la vida de esta mujer durante una década. No sé en cuántas otras circunstancias hubiera podido tener esta oportunidad como actriz. También tener la posibilidad de contribuir en el proceso creativo ha sido inusual y emocionante. Es tanto un viaje personal como ficcional”, expresa Johansson, quien también es productora ejecutiva del film.
Black Widow terminó de rodarse en 2019, antes de la pandemia, pero su estreno se postergó tres veces por los inconvenientes que vivió la industria cinematográfica a raíz de las medidas para contener al coronavirus. Se trata de la segunda película de Marvel Studios sobre una heroína, la primera fue Capitana Marvel. Se rodó durante 87 días en Londres, Noruega, Budapest, Marruecos y Atlanta, con peleas coreografiadas, acrobacias en moto, persecuciones y hasta una escena en paracaídas. Para abordar la historia de Natasha, eligieron situar la trama luego de los acontecimientos narrados en Capitán América: Civil War, pero en realidad no se trata solo de ella sino de toda su familia ficticia, del Red Room, de la Guerra Fría y, en definitiva, de una fraternidad que ni el peor entrenamiento, ni la distancia, ni un chip para controlar las mentes pudo romper. Natasha pudo despegarse y elegir su propio bando pero, justo cuando se encuentra nuevamente sola, su pasado viene a interpelarla. Es en ese camino cuando se reencuentra con Yelena y van juntas a buscar al Guardián Rojo para terminar nuevamente en una mesa familiar con Melina. Juntos, los cuatro, van a ir a terminar con la conspiración, con Dreykove, descubrir la verdad detrás de Taskmaster, y liberar a las otras Viudas Negras.
En este film hay acción, claro, pero también hay una búsqueda diferente. Más allá de un enfrentamiento inicial entre Natasha y Yelena, la película muestra el camino que recorren juntas en una búsqueda de redención, de perdón. Lo que se traduce en escenas: desde las primeras imágenes de ellas siendo chicas jugando en un parque hasta las últimas donde se las ve en plena faena, el arco narrativo está puesto en esta relación. “Creo que hay mucha acción en ese primer encuentro [entre Natasha y Yelena], toda esa pelea viene de un lugar de no saber qué decir o cómo decirlo y hacer lo que mejor les sale y saben hacer: molerse a palos, de una manera muy dolorosa y emocional. Y es la primera vez que se ven desde que Yelena creció y estoy segura que es shockeante y sorpresivo”, cuenta a LA NACION Florence Pugh.
Y agrega: “Vi la película anoche otra vez y una cosa que no puedo creer es cuando quedan envueltas en cortinas y se miran y vos me decís [le dice a Johansson]: `Creciste´, y yo: `¿Te parece?´ (como algo obvio). Y ahí se ve cuán pesada es esta línea, algo que cada tío te dice cuando lo ves en Navidad o cada tía te dice cuando es tu cumpleaños. Y lo que realmente significa para ellas en ese momento, después de todo lo que han hecho y por lo que han pasado. Y que las dos traten de separarse de todo eso en ese momento... creo que refleja de dónde vienen”.
Más que algunos gags donde puede verse al hilarante Guardián Rojo intentando ponerse un traje que le queda chico o a Melina controlando a sus chanchos en la granja, lo que trasciende en este film atípico de superhéroes son estas relaciones quebradas. Yelena y Melina logran resolverlo. “Es algo que aprendimos de nuestro tiempo, la mirada [sobre el lugar de las mujeres] ha cambiado. Encontramos que hay mucha más libertad artística para contar este tipo de historias y la audiencia quiere historias reales; que reflejan cómo se sienten y sus relaciones interpersonales y sus verdades... Esta película creo que es un hermoso verdadero ejemplo de todo esto, todo lo que pasa entre Natasha y Yelena, todas sus acciones y lo que pasa entre ellas surge del amor, del amor que siente la una por la otra. La ternura entre ellas, la compasión, su relación está viva, es complicada y hermosa y conmovedora. Y así es como me gusta ver reflejadas a las mujeres, en todas sus versiones”, concluye Scarlett.
Yelena y Natasha ya no son niñas y cada una seguirá su camino... el final de la heroína ya es conocido por todos lo que vieron Avengers: Endgame. Resta saber qué será de su hermana.
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