Santiago Mitre habla de su comedia francesa, Pequeña flor, y de la película sobre el Juicio a las Juntas: “Soy un escritor que dirige”
El realizador de El estudiante y La cordillera habla de su primera incursión en la comedia fantástica con Pequeña flor, filmada en Francia y estreno de esta semana, mientras se acerca el de su película sobre el Juicio a las Juntas
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Santiago Mitre llegó casi por azar a su nueva película, que define como “una pequeña caja de sorpresas que solo pretende ser disfrutada”. Pequeña flor, que llega hoy a los cines argentinos después de su estreno mundial en la apertura del último Bafici, se aleja de la mirada social y política que le conocemos al realizador en su celebrada obra previa (El estudiante, Paulina, La cordillera) para ingresar en un nuevo territorio ligado entre otras cosas a la comedia negra y al relato fantástico. Además fue filmada en Francia, hablada mayormente en francés y con un elenco internacional del que participan el uruguayo Daniel Hendler, el francés Melvil Poupaud (uno de los actores más destacados de la actualidad en ese país), el catalán Sergi Lopez y la actriz de origen indio radicada en Francia Vimala Pons.
En la charla con LA NACION, Mitre acepta que esta película puede abrir un camino distinto para su futuro como realizador. “Me voy guiando por intuición. Aparece algo que me gusta y lo quiero hacer. Por más que mis obras anteriores muestren algo político y social en común, no tengo una planificación demasiado concreta sobre lo que quiero hacer como director. En este caso me gustó mucho hacer una comedia rara, nada simple, con distintas capas y juegos de género, pero comedia al fin. También me gustó la prueba de dirigir en otro idioma y de jugar con el cine fantástico de un modo profundo y no sugerido, como en La cordillera. Pequeña flor amplió mi abanico de decisiones y siento que puedo ir más lejos de lo que me imaginaba. Acá o afuera”, dice el realizador.
-¿Cómo nació Pequeña flor?
-Por esos azares de la vida. Estaba desarrollando otro proyecto como productor y contacté a Iosi Havilio, un escritor que admiro mucho, para hablar de eso. Antes de eso me puse a leer su libro como lo hago con otros, porque soy un gran consumidor de literatura, y lo terminé en una tarde. Cuando me reuní con Iosi, el motivo original de la reunión quedó completamente de lado y nos dedicamos a hablar solo de Pequeña flor.
-¿Qué fue lo que más te atrajo de la novela?
-Nos dimos cuenta con Iosi de que había en Pequeña flor un material cinematográfico muy interesante. El uso de la música como catalizador narrativo, la comedia de rematrimonio, los asesinatos múltiples, la tradición fantástica argentina. Después de eso viajé a Francia para terminar allá La cordillera, hablé con mi productor francés de la novela, se entusiasmó con la idea de llevarla al cine y me dio el OK. Pero me dijo: hagámosla acá, en Francia.
-Vos no habías trabajado ni vivido nunca en Francia.
-Esta vez se unieron varias cosas inesperadas que tenía que aprovechar. Hasta hay algo de la alienación del protagonista, un dibujante argentino que vive en Francia con problemas de trabajo y de pareja interpretado por Hendler, que funcionaba perfecto en el entorno francés. Cuando se lo comenté a Iosi le causó gracia, porque había pasado toda su infancia en Francia por el exilio de sus padres. Además Paulina y La cordillera tuvieron apoyo francés para su producción. Conozco muchos productores y distribuidores allí. Es el país en el que más repercusión tuvieron mis películas fuera de la Argentina. Todo empezó como una charla de amigos y resultó la película que había que hacer.
-Tampoco te había tocado hasta ahora filmar en otro idioma.
-Daniel tenía que hablar algo de francés y se preparó mucho. Pero las características del personajes llevaron a que si él no entendía demasiado el idioma no importaba. Se podía apoderar de las escenas y jugar con libertad. La actriz tenía que hablar un poco de español. Melvil Poupaud solo entendía francés e inglés. Yo fui bastante preparado, tomé clases para estar listo para el trabajo con el equipo, pero cuando arrancamos me salía una mezcla extraña de idiomas que volvía locos a todos. Al final decidí dirigir solo en castellano. El equipo me entendía, los actores también, el guión estaba claro, tenía un asistente bilingüe. Todo funcionó bien.
-¿Cómo llegaste a conseguir a un actor tan importante y demandado en el cine francés de hoy como Melvil Poupaud?
-La posibilidad de convocarlo desmiente un lugar común que tiene el mundo del cine. Todo parece en apariencia inmenso, inabarcable, imposible, y resulta ser mucho más chiquito. Lisandro Alonso, que es muy amigo mío, coincidió con él en un festival en Marruecos, me pasó su contactó, nos juntamos a tomar un café, leyó el guión, le gustó y aceptó. Melvil es un actor maravilloso al que le encanta asumir desafíos. Debutó a los nueve años con Raúl Ruiz, con quien filmó 20 películas. Trabajó con Rohmer, con Rivette, representa la gran tradición francesa en el mejor sentido. Se divirtió mucho con su personaje y la química con Daniel fue increíble.
-¿Qué te dio esta película como director?
-Fue pura diversión hacerla y así lo entendimos desde el momento en que empezamos la adaptación con Mariano Llinás, utilizando como punteo la novela para transgredirla y generar algo distinto. El propio género, la comedia fantástica y negra, nos da una libertad de procedimientos que nosotros vivimos como si fuera un parque de diversiones. Es una película que se armó en la prepandemia, un tiempo en el que los proyectos no se armaban con una plataforma como socio principal para salir al mundo, sino juntando pequeñas voluntades y esfuerzos.
-¿En qué sentido?
-Es mayormente francesa, pero también tiene aportes oficiales de Bélgica, de España, de la Argentina a través del Incaa. Se terminó de filmar dos semanas antes de que se cerraran los cines y empezara el encierro.
-¿Cómo te afectó el Covid en este caso?
-Primero me dije: qué suerte, terminamos justo a tiempo. Claro, pensábamos que todo iba a durar no más de tres meses. Pero pasó un año, los cines seguían cerrados y nosotros teníamos una película sin saber bien qué hacer con ella. Llegó a ser un poco desesperante. Fue el momento en que muchos empezaron a pedir ayuda a las plataformas. Por suerte nosotros pudimos aguantar, porque Pequeña flor siempre fue una película pensada para el cine.
-¿Nunca pensaron en estrenar la película directamente en streaming?
-No. Por la propia narrativa y el juego constante entre idiomas que aparece en la película se hace imposible. Esta historia viaja todo el tiempo de una lengua a la otra y las plataformas necesitan lo contrario, unificar el idioma para doblar las películas. Artística y conceptualmente en este caso no se podía. Pequeña flor se pensó para el cine y la esperamos hasta que llegara el momento de poder estrenarla en los cines. Ya se exhibe en Francia, después del estreno acá va a llegar a Bélgica, a Italia y a otros territorios.
-Estamos volviendo a la normalidad. ¿Qué cambió en el cine a partir de la pandemia?
-Está volviendo la normalidad, pero no todavía para el cine argentino y mucho menos para el cine independiente y de autor en general. Yo creo que van a ser los grandes perjudicados de la pospandemia. El Hombre Araña y Doctor Strange hacen números muy altos y las otras películas, de las que hablo, hacen números muy bajos o ni siquiera se estrenan. Ojalá que dentro de seis meses o más adelante la situación mejore para los que hacemos este tipo de películas.
-¿El esquema de producción que llevó a hacer una película como Pequeña flor es el que está problemas?
-Hoy no se puede hacer una película solo con la plata del Incaa y alguna cosa más. A esto hay que sumarle la situación de crisis que se vive mundialmente. Los Estados lo primero que recortan es el presupuesto para la cultura. O se vuelven cada vez más proteccionistas. Entonces cada vez es más difícil acceder a apoyos oficiales. No sé cómo vamos a rearmar el esquema de producción del cine de autor tal como lo entendíamos hasta ahora. Esta clase de proyectos necesita sí o sí de apoyos oficiales en todo el mundo.
-Ahí es donde aparecen las plataformas, como decías, y empiezan por ejemplo a convocar a algunos grandes nombres de cine de autor para sus proyectos. Como hizo Netflix con Jane Campion, Paolo Sorrentino, Alfonso Cuarón, hasta Martin Scorsese.
-Sí, pero parece que Netflix ya no estaría tan interesada como antes en este tipo de proyectos. Yo, que soy una especie de punto medio porque hago películas personales que a la vez tienen una narrativa que intenta conectarse con el gran público, también necesito que una plataforma me ayude.
-La encontraste en Amazon, que es una de las productoras de Argentina, 1985, la película que se enfoca en el Juicio a las Juntas con Ricardo Darín como Julio Strassera y Peter Lanzani como Luis Moreno Ocampo.
-Cuando terminamos de armar la producción de la película junto a Agustina Llambí Campbell, Axel Kuschevatzky y Darín, que también es socio productor, decidimos que teníamos primero que exhibirla en cines. Fuimos a hablar con Amazon, que en ese sentido siempre fue la plataforma más flexible. Afortunadamente ellos lo entendieron y nos ayudaron mucho con la financiación. La película tiene un estreno garantizado en cines para la Argentina, Estados Unidos, Inglaterra y otros territorios que Amazon considera importantes.
-¿Ya está terminada?
-Todavía no. Estamos completando los efectos digitales, la corrección de color, los títulos. Supongo que dentro de un mes va a estar lista. Seguramente la vamos a estrenar en septiembre.
-¿Eso quiere decir que podría llegar a alguno de los festivales grandes que funcionan en esa época del año? Toronto, Venecia, San Sebastián.
-Sería muy lindo. No es una decisión que toman las películas, sino los programadores. Y como me pasó con Pequeña flor, estrenar una película en la Argentina es algo maravilloso. Desde El estudiante que no vivía la experiencia de tener la primera proyección mundial de una película mía acá y además en el Bafici, un festival que quiero tanto. Estaban mis tíos, mis primos, los parientes de los actores. Es hermoso. Uno entiende que la rúbrica de un festival de los más grandes le da un supuesto valor a la película, pero eso es el negocio.
-En Argentina, 1985, por primera vez en tu carrera contás una historia con personajes reales, protagonistas de un momento histórico para nuestro país como fue el Juicio a las Juntas.
-Siempre hay cosas nuevas, ¿viste? Es cierto que retrata un hecho histórico. Hay personajes que mantienen sus nombres y otros que tienen un grado de ficcionalización mayor. Pero es una historia de ficción. No quiero hablar mucho de eso todavía.
-Supongo que estarás preparado para que se vuelva a armar a partir de una película un gran debate político sobre situaciones de nuestra historia reciente que todavía resuenan mucho en la actualidad.
-Me pasó siempre, desde los tiempos de El estudiante. Con Paulina y La cordillera también. Pequeña flor es una especie de pausa. Como decía Hugo Santiago es un bombón, una pequeña caja de sorpresas que solo pretende ser disfrutada. Lo que viene es mucho más complejo, tiene que ver con nuestra historia reciente. También es un hecho del cual todos en la Argentina debemos estar muy orgullosos. Retratarlo cinematográficamente fue un privilegio enorme.
-Finalmente, ¿cuál es tu lugar en el cine?
-Soy un escritor que dirige. Entiendo una película a partir de un proceso de escritura muy largo y con esa premisa me dispongo a dirigirla. No sé si podría llegar a dirigir una película sin haber escrito previamente. Sí, en cambio, puedo escribir con total facilidad y placer para otros directores. Yo todavía me siento más escritor que director.
La película de Dolores
Unido afectivamente desde hace varios años a Dolores Fonzi, Santiago Mitre también ocupó buena parte de su tiempo en las últimas semanas en la producción de la ópera prima de la actriz. “Cuando Dolores apareció con la idea de Blondi, la ayudé a armar la estructura de la película leyendo el guion y hablando con Agustina Llambí Campbell, que es la productora principal. Entre las cosas que más me gustan del cine ahora estoy empezando a trabajar entre comillas como productor, porque sé en lo que puedo ayudar y en lo que no. Me siento de verdad una especie de productor-desarrollador”, dice Mitre.
El rodaje de Blondi está a punto de concluir. Escrita, dirigida y protagonizada por Fonzi, es una comedia sobre una madre y un hijo. “Es la historia de esa relación, en la que ella es más inmadura que él”, destaca Mitre. Carla Peterson, Leonardo Sbaraglia, Rita Cortese y otros actores conocidos “en cameos sorpresa” se destacan en el elenco.
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