San Sebastián 2018: todas las voces de los ganadores argentinos
SAN SEBASTIÁN.- La gala de cierre del Festival de San Sebastián , realizada en el imponente Kursaal, concluyó con el reconocimiento a Entre dos aguas, un conmocionante drama acerca del reencuentro de dos hermanos después de doce años, dirigido por el catalán Isaki Lacuesta, que obtuvo la Concha de Oro a la mejor película. El cine argentino, a su vez, brilló en el palmarés de la 66 edición del certamen, al recibir el cordobés Benjamín Naishtat la Concha de Plata al mejor director, y Darío Grandinetti el lauro al mejor actor, ambos por Rojo, que además se alzó con el premio de fotografía, para Pedro Sotero. Por su parte, la noruega Pia Tjelta se impuso como mejor actriz por Blind spot, y Alpha, the right to kill, del filipino Brillante Mendoza recibió el Premio Especial del Jurado.
El galardón correspondiente a guión, fue compartido por Tom Laverty, del film biográfico Yuli, de Iciair Bollaín, y Louis Garrel y Jean-Claude Carrière por el guión de L’Homme Fidéle, un estilizado drama intimista, dirigido por Garrel.
El triunfo de la película de Isaki Lacuesta, que retrata poéticamente el paso del tiempo, fue uno de los más celebrados entre los asistentes a la gala del Kursaal, que aplaudieron la decisión del jurado presidido por Alexander Payne. Fue también aplaudido el galardón para la noruega Pia Tjelta, actriz de Blind spot, un único plano secuencia de 98 minutos en los que la protagonista llega incluso a vomitar de dolor cuando ve a su hija adolescente en el suelo tras arrojarse por una ventana. Con lágrimas en los ojos Pia Tjelta le dedicó el premio a la realizadora del film, Tuva Novotny, por la valentía de abordar un tema sensible como el vínculo madre-hija y el desenlace trágico.
También se hizo justicia con Rojo, una suerte de thriller ambientado en los 70, en el que se cuentan (y se retratan muy bien) los momentos previos a la dictadura militar. Benjamín Naishtat, el gran ganador de la noche (Rojo se alzó con tres premios en la Sección Oficial), a tono con la inequívoca orientación política que tuvieron los discursos, espejando las elecciones de los distintos jurados, expresó al recibir el premio a la dirección: "Estaba escuchando todos los discursos y sentía un gran peso de muchas causas políticas que confluían en esta noche –dijo-. Y que de alguna forma demuestran que el mundo está un poco mal, si no tendríamos que estar celebrando. Me toca hablar de este momento de la cultura argentina. La realidad es que hace algunas semanas el Ministerio de Cultura fue degradado a secretaria. Ni voy a hablar desde aquí de los improvisados que manejan la política cinematográfica. Solo quiero decir que la cultura dignifica. Es parte de la dignidad de un pueblo. Y la dignidad no se negocia".
Anteriormente había subido al escenario Darío Grandinetti, conmocionado por "la gente de Donosti" que celebra el festival "y lo hace vivir en las calles en todo momento". Al referirse a la película que protagoniza y por la cual fue galardonado, expresó: "Habla de un momento muy especial de la Argentina, en la etapa previa a una tragedia. Nosotros creemos que la película también puede advertir sobre cualquier cosa que se pueda preparar, sobre todo en estos momentos en los que pareciera que la derecha y el fascismo han vuelto a crecer en el mundo".
El cine argentino, tuvo además otras dos distinciones en esta edición de San Sebastián, donde resultaron galardonadas las óperas primas Familia sumergida, de María Alché, que obtuvo el Premio Horizontes Latinos, y El motoarrebatador, de Agustín Toscano, que recibió una Mención Especial del jurado, en la misma sección del certamen donostiarra. La directora de Familia sumergida –un tour de force de Mercedes Morán componiendo a una mujer que transita los días posteriores a la muerte de su hermana-, le dedicó el premio a las mujeres cineastas, y apostó a que sean más y que puedan realizar "primeras, segundas y terceras películas", aludiendo también a la situación dentro de la industria cinematográfica nacional.
"Estos reconocimientos son muy gratificantes, no sólo por nuestra película, para el cine argentino en general –dijo Benjamín Naishtat a LA NACION-. Y espero que esto sirva para poner la luz sobre proyectos medianos, que se hacen con esfuerzo, con producciones que tienen interés fuera del país, y que se puedan seguir haciendo. Y poder seguir trabajando de esto, que es lo que amamos".
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