Ryan Reynolds tiene un secreto: a menudo es un manojo de nervios. Es algo que jamás notaríamos por su actitud relajada y la belleza de príncipe de Disney que irradian sus retratos en las portadas de revistas pero, antes de presentarse en los programas de entrevistas, el terror y las náuseas se apoderan de él.
Cuando nos conocimos en el Four Seasons en Beverly Hills una tarde de abril, apenas había comido en todo el día, porque las entrevistas para prensa escrita también lo ponen muy nervioso. "Sufro de ansiedad. Siempre he sido así", dijo Reynolds. "He estado en ambos extremos: la ansiedad desenfadada por alguna situación y las oscuras profundidades del otro lado del espectro, lo cual no es nada divertido".
Fue una gran confesión de un hombre cuya vida es elogiada en las revistas de famosos -al igual que le pasa a Blake Lively, la exitosa actriz con la que está casado- y que, en 2010, fue nombrado por la revista People como el hombre vivo más sexy del mundo.
Por otro lado, quizá no debería sorprendernos que el hombre tras Deadpool -el éxito de taquilla sobre un antihéroe sarcástico de Marvel que dice muchas groserías y tiene una mente retorcida- solo podía desarrollar ese tipo de humor pícaro después de convertir en comedia las angustias que lo han atormentado durante toda su vida.
Ahora, Reynolds, de 41 años, enfrenta el momento con el que sueñan las franquicias cinematográficas: la secuela. La apuesta es mucho más grande esta vez. Deadpool, un proyecto que lo apasionaba y que solo pudo realizar después de once años de planificación, costó 58 millones de dólares -mucho menos que la mayoría de las películas de superhéroes- y se promocionó con una campaña muy básica que incluyó videos virales, afiches graciosos y los burlones tuits promocionales de Reynolds: "Habrá sangre. Armas. Groserías. Y sexo con unicornios franceses".
Su éxito sorprendió: recaudó 783 millones de dólares en todo el mundo, obtuvo dos nominaciones a los Globos de Oro y convirtió a Reynolds en uno de los hombres del año de GQ en 2016. También marcó el momento en que Reynolds se levantó como el ave fénix de las cenizas, cuyas célebres relaciones -un compromiso con la cantante Alanis Morissette, un matrimonio de tres años con Scarlett Johansson- a veces eclipsaron su carrera irregular, que incluye la decepcionante película del superhéroe Linterna Verde.
Aunque se esperaba mucho menos de Deadpool, su éxito repentino provocó que Deadpool 2 vaya a estrenarse en medio de grandes expectativas y la pregunta evidente de si Reynolds volverá a tener suerte. "Cuando las expectativas se acumulan, tu cerebro siempre las procesa como un peligro", comentó.
La secuela continúa más o menos donde se quedó la primera película y de nuevo presenta a su protagonista con una crisis existencial y una causa muy personal, un enfoque que hizo que la primera entrega fuera todo un éxito. "A la audiencia le parece mucho más convincente una historia personal, en vez de esas narrativas de salvar al mundo que han visto tantas veces", dijo David Leitch, el director del film.
Sin embargo, llega con algunos problemas. Tim Miller, el cineasta del primer film, lo abandonó esta vez porque Reynolds -quien fungió como productor de ambas películas y escribió la segunda- se rehusó a convertir la secuela en un proyecto con un megapresupuesto. Además, el verano pasado una doble de acción murió durante la producción y en abril acusaron a T. J. Miller, uno de los actores del reparto, de haber informado falsamente sobre una amenaza de bomba. Ya se habían recibido peticiones para reemplazar a Miller cuando el año pasado se reveló que lo habían acusado de abuso sexual (Reynolds no hizo comentarios sobre Miller, pero dijo que no estará en X-Force, la próxima película de Deadpool).
El día que nos reunimos, Reynolds había estado despierto desde el amanecer, trabajando en los detalles y ediciones finales de la película. No parecía estar exhausto. Como me lo dijo Leslie Uggams, su coprotagonista en Deadpool: "Es un hombre recto, guapo y, además, se cuida".
También es mucho más contenido y discreto que muchos de los personajes que ha interpretado en la pantalla grande; según el mismo Reynolds, ese contraste le sorprende a la gente que lo conoce. Después de protagonizar National Lampoon’s Van Wilder (2002), un film acerca de un estudiante universitario de séptimo año, los veinteañeros animados se le acercaban en los bares y le invitaban tragos de Jägermeister, solo para descubrir, decepcionados, que era "una versión increíblemente aburrida de un tipo que se parecía a su héroe", bromeó.
"No es exuberante fuera de la pantalla", dijo Uggams. "No es como la Roca. Cuando la Roca entra a un lugar, seguramente todos piensan: ‘Dios mío, ¡es la Roca!’. Pero Ryan no es así. No es Don Hollywood".
Parte de la razón por la que Reynolds no es Don Hollywood es que, al igual que Deadpool, es canadiense. El actor adora su país de origen y dijo que le dio la perspectiva de un extranjero, algo que aprovecha. Ahora tiene la doble ciudadanía, pues hace poco se naturalizó como estadounidense.
Reynolds también es muy gracioso. En internet hay muchísimas listas con sus mejores tuits -tiene 10,6 millones de seguidores-, muchos de los cuales hablan de las dos hijas pequeñas que tiene con Blake Lively.
Some people just know how to work a red carpet. #Domino #DeadPool2
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Cuando alguien le preguntó en un tuit cómo respondería su hija a sus mensajes algún día, Reynolds le contestó: "¡Ja, ja! No le estamos enseñando a leer". El actor explica que gran parte de ese humor se basa en los mecanismos de defensa que aprendió cuando era niño.
Creció siendo el más pequeño de cuatro hermanos en Vancouver, Columbia Británica, en una casa convertida en un lugar volátil por su padre, Jim Reynolds, un expolicía a quien el actor define como "el proveedor de estrés de la casa". Para evitar las peleas a gritos o cualquier conflicto, Reynolds trataba de arreglar todo lo que pudiera desatar la ira de su padre, ya fuera manteniendo inmaculada la casa o podando el césped.
Sin embargo, Reynolds dijo que no recordaba su infancia con tristeza. Jim Reynolds era todo un personaje, un hombre que tenía muchísimas cicatrices en un brazo por un viejo tatuaje que se borró quemándolo. Hacía vino tinto casero en un recipiente de basura en el sótano, una bebida atroz de la que Reynolds aún tiene una botella, a pesar de que le preocupa que un día alguien se muera por beberla.
Su padre también le presentó el mundo de los grandes comediantes como Buster Keaton y Jack Benny, y podía recitar cualquier episodio de Fawlty Towers. Con todo eso, Reynolds aprendió a observar, a escuchar con atención y a intercambiar la tragedia por el absurdo, rasgos que no cree que tendría si hubiera crecido en una casa idílica y tranquila.
Reynolds es "muy astuto en el momento, y sabe cómo mejorar cualquier instante", dijo Morena Baccarin, quien interpreta a la novia de Deadpool en ambas películas. "Siempre anda de aquí para allá".
Según lo que Reynolds recuerda, la primera vez que hizo reír a un adulto fue en el plató de su primer programa de televisión, un drama adolescente canadiense llamado Hillside. Después formó un grupo de comediantes preparatorianos que no duró mucho, llamado Yellow Snow, pero obtuvo tan pocos contratos que decidió renunciar. Más tarde se mudó a Los Ángeles, donde se unió al grupo de comedia Groundlings y lo contrataron para protagonizar la comedia Two Girls and a Guy and a Pizza Place (que se transmitió de 1998 a 2001), como Berg, el sabelotodo de la serie.
Sin embargo, fue muy caótico durante sus veintitantos; los llama su "fase desatada"."Estaba de fiesta todo el tiempo y solo trataba de desaparecer de alguna manera", dijo. A menudo despertaba a mitad de la noche, paralizado por la ansiedad, agonizando por su futuro. Lo superó automedicándose, pero después de que algunos de sus amigos murieron por sobredosis, decidió calmarse y salir menos de fiesta.
Después le llegaron los grandes papeles y también otros pequeños... y luego grandes papeles otra vez. Cuando le dije a Reynolds que saqué su lista de películas en Rotten Tomatoes, hizo una pausa, se inclinó con las manos entrelazadas, y me miró fijamente con un gesto de preocupación.
"Siento mucho que hayas hecho eso", dijo, con una voz grave. "¿Estás bien? ¿Quieres un trago tamaño promocional?".
¿Le molesta tener más fracasos que éxitos?
Antes de Deadpool, sus películas más aclamadas por la crítica también fueron muy poco vistas, dramas como el film independiente Buried en 2010, y Mississippi Grind de 2015. El más desastroso de todos fue Linterna Verde, una película con un presupuesto de 200 millones de dólares con la que Reynolds pudo haber sido el protagonista perfecto; el actor dijo que le encantó trabajar en esa película, pero que no le sorprendió su fracaso, debido al énfasis en los efectos visuales por encima del desarrollo del personaje.
Aun así, la experiencia tuvo sus ventajas. Descubrió que el arquetipo del protagonista no le sienta bien, y que estaba más inclinado a satirizarlo, como lo hace en Deadpool. También se hizo amigo, y después pareja, de Lively, su coprotagonista en Linterna Verde,con quien se casó en 2012. Ambos decidieron alejarse de la vida hollywoodense, por lo que ahora están criando a su familia a una hora y media al norte de la ciudad de Nueva York. La pareja se ha vuelto de las favoritas de los medios, en parte porque Lively ha mostrado su ingenio en las redes sociales.
En el Día del Padre de 2015, publicó una fotografía de Reynolds con el mensaje: "Desde que nació nuestro bebé, he tenido la fuerte intuición de que es muy probable que tú seas su padre".
"Me entiende muy bien", dijo Reynolds.
Antes de que terminara nuestra entrevista, le pregunté cómo lidiará con la ansiedad, con todas las entrevistas promocionales y las presentaciones en programas de entrevistas que tendrá. Explicó que una de sus tácticas es hacer muchas entrevistas actuando como Deadpool. Además, usa la aplicación de meditación Headspace. Por último, en cuanto sale al escenario, sabe que la ansiedad se irá y después llegará el bendito alivio.
"Cuando se abren las cortinas, me convierto en una suerte de idiota, y él es quien se encarga de todo y luego se va cuando dejo el plató", comentó. "Pienso que si vas a saltar de un precipicio, podrías intentar volar".
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