El director de Apolo 13 y Una mente brillante habló con LA NACION sobre su flamante producción, que llega este viernes a Amazon Prime Video
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“Sabía que estaba entrando a esta historia con la perspectiva de un outsider y eso redobló mi compromiso”, le cuenta el prolífico cineasta Ron Howard a LA NACION, vía Zoom, desde Londres. Uno creería que el director de Apolo 13, Una mente brillante (film que le valió el Oscar), Frost/Nixon y Rush: Pasión y gloria, comenzó el rodaje de 13 vidas con la tranquilidad de conocer cabalmente el engranaje de una biopic. Si bien ese pulso para el retrato clínico de eventos reales sí está presente en el largometraje que llega este viernes a Amazon Prime Video, también hay un camino previo que Howard debió recorrer, al igual que el guionista británico William Nicholson (Inquebrantable, Everest).
Ese estudio entomológico que hace Howard de lo que sucedió en 2018 en la cueva Tham Luang Nang Non -ubicada el norte de Tailandia-, cuando un grupo de chicos y su entrenador de fútbol quedaron atrapados por 18 días y tuvieron al mundo en vilo, podría haberse ejecutado de dos formas. Lejos de las secuencias de tinte sentimental de Una mente brillante y de Hillbilly: Una elegía rural, Howard apostó por una mirada más clínica, más detallista, manteniendo una justa distancia de los hechos, pero construyendo escenas de innegable fuerza, en la línea de la mencionada Rush: pasión y gloria.
Para su flamante film, el director y su guionista parecen haber tomado de base la estructura narrativa del documental The Rescue de E. Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin (disponible en Disney+), y se apegaron a los hechos demostrando el genuino interés que había por mostrar ese rescate de extrema complejidad y por darles un espacio necesario a las familias de esos niños que debieron permanecer en esa cueva hasta que se puso en marcha la extracción. En este sentido, si bien el rol clave que cumplieron, entre otros, los buzos Richard Stanton (interpretado por Viggo Mortensen) y John Volanthen (Colin Farrell) es registrado en el film (al igual que las discrepancias iniciales con el equipo tailandés), lo importante para Howard era reflejar una cultura que mantenía la fe intacta de esos padres, de toda esa comunidad, con la omnipresencia de esa “dama dormida”, suerte de figura protectora de los niños y su entrenador. Como consecuencia, su obra está atravesada por el componente espiritual.
Howard muestra con una admirable precisión cómo los denominados Jabalíes Salvajes decidieron, cuando la tormenta los encerró en la cueva, refugiarse en una pequeña plataforma rocosa que estaba a cuatro kilómetros de la entrada, y cerca de la Playa de Pattaya. Por fuera, se repensaba la logística de la operación de rescate, mientras los medios invadían la zona y los familiares iniciaban su vigilia. Por dentro, el exmiembro de la unidad de élite de la Marina tailandesa, Samarn Poonan, perdía la vida y bajaban las expectativas de una extracción libre de riesgos, o de una extracción al fin.
Howard opta por una sobriedad que le juega a favor a una película en la que el realizador se mueve con maestría en las recreaciones, apuntalado por el gran director de fotografía tailandés Sayombhu Mukdeeprom (Llámame por tu nombre), y con la Gold Coast australiana, la región que se encuentra al sur de Brisbane, como epicentro de un rodaje arduo. Asimismo, ni Mortensen ni Farrell abordan sus personajes con estridencias ni buscando un lucimiento. 13 vidas maneja un tono medio que está puesto al servicio de un objetivo concreto: “Quise hacer una película auténtica”, le cuenta Howard a LA NACION.
-Solés decir que sentís un profundo agradecimiento por haber hecho esta película ¿De qué estás agradecido concretamente?
-Fue una gran experiencia y aprendí muchísimo. Aprendí mucho sobre la cultura de Tailandia y pude entender muy bien a la gente del lugar, eso fue una especie de regalo porque son personas muy especiales y estamos hablando de una cultura muy rica. También sentí que fue una buena oportunidad para aplicar todo lo que pude aprender a través de los años a una historia contemporánea porque tanto el aspecto cinematográfico como la temática que abordo son muy actuales. El rodaje fue un gran momento de mi vida, trabajar en este film, y de allí viene el agradecimiento y mi ansiedad por compartir lo que hicimos con el mundo.
-Sin dudas hubo muchos desafíos a nivel producción ¿En que aspectos fue desafiante para vos como director?
-Creo que fue el proyecto en el que más involucrado estuve. Si bien casi todas las películas que hago tienen un nivel de complejidad en cierto modo, con 13 vidas había otros aditamentos. En este caso, era muy importante para mí, un outsider, tratar de capturar la cultura tailandesa de la manera más auténtica posible. Al fin y al cabo es su historia, y el film no existiría sin el apoyo del gobierno tailandés y sin el espíritu de la cultura y de la gente que estaba comprometida a realizar este rescate. Desde el comienzo se trabajó con una energía inspiradora, se buscó mantener a todos esperanzados, a dar todo lo que tenían y podían para que lo imposible fuera posible.
Por ese motivo, quería mostrar los hechos de la manera correcta y para eso incorporé a unos productores tailandeses que no solo ayudaron con las traducciones sino también en el plano cultural. Nos educaron, coordinaron con los actores, y ellos así sintieron que podían contribuir y ayudar a redefinir la historia junto con otras cosas. Y después estaba toda la parte técnica del rescate. Mirá, yo hice un montón de cosas en mi carrera, ya sea escenas con fuego, o filmar grandes campos con caballos, hice un montón de trabajos debajo del agua también, y eso me llevó a pensar que el rodaje iba a ser fácil. No lo fue. Fue muy desafiante, especialmente capturar el drama y que se entendiera lo que estaba sucediendo en esos espacios tan claustrofóbicos. Además físicamente era arriesgado y complicado para los actores estar en esas situaciones.
-¿Cómo se prepararon Viggo y Colin para esas secuencias y cuánto hablaste con ellos al respecto?
-Ellos querían el entrenamiento, les dimos la posibilidad de entrenarse, incluso antes de que vinieran a los ensayos. Obtuvieron sus certificados de buzos, así que recibieron esa educación fundamental, pero después empezaron a sumergirse y a pasar tiempo bajo el agua en los sets de las cuevas con los verdaderos buzos y desarrollaron otras técnicas, empezaron a entenderlas. Tanto Viggo como Colin se me acercaron y me dijeron que querían hacer todo el buceo ellos mismos, no querían dobles de riesgo, lo habían entendido, y trabajaron tiempo extra, fines de semana. Se iban a practicar buceo por cinco o seis horas, entonces todas las tomas son de los actores, y eso me dio, como realizador, una necesaria cercanía, me permitió acercar más la cámara y mostrar que eran realmente ellos, lo cual colaboró con el aspecto dramático y con el registro emocional de lo que sucedía.
-¿Hubo momentos emotivos en el rodaje? Porque el film trata sobre la comunidad, sobre el esfuerzo que hacen para rescatar a los chicos.
-Las escenas con los padres siempre me resultaron muy emotivas, y los actores que los interpretaron eran del norte, así que son actores profesionales, pero tienen el dialecto del norte, entendían esa cultura, habían estado allí, sabían lo que el hecho significaba para la región. Por otro lado, también vinieron personas al set que no habían actuado pero que fueron incluidas, y eso fue muy movilizante. Además cada tanto veía una escena desde afuera cuando estábamos recreando y veía a los verdaderos Rick Stanton y a Jason Mallinson [el rescatista que interpreta Paul Gleeson] y pensaba: ‘Ellos realmente hicieron esto, hicieron posible esto’. Eso me resultaba inspirador y me conmovía.
¡Me acordé de otra cosa! Hubo otro momento muy emotivo para mí, casi al final del rodaje con todos los chicos que actúan, filmamos la escena donde estaban jugando al fútbol y vi a todos estos chicos que no eran actores, pero que vinieron desde esa región del norte, que tenían ese dialecto, y a quienes les pedimos que actuaran. Trabajamos de cerca con ellos, transitaron toda la película y después filmamos esa escena donde se los ve funcionando como equipo y sentí que eso era grandioso, era interesante cómo estos chicos tailandeses estaban teniendo esta gran experiencia de vida recreando algo muy fuerte, y yo pude ser parte de eso, lo pude hacer posible en muchos sentidos. Eso me emocionó mucho.
-Cuando salió la noticia de lo que estaba pasando con los chicos en la cueva, ¿seguiste el caso, el día a día desde el comienzo, o alguien te contó lo que estaba pasando?
-Mi esposa Cheryl veía diariamente el rescate. Yo estaba filmando en ese momento así que mi acceso a la historia fue bastante limitado y, como la gran mayoría, no tenía mucha esperanza, no creía que los chicos fueran a salir, por lo que después me sorprendió el rescate. Pero cuando leí el guion de William, estaba todo lo que había investigado y mucho más, en términos de los distintos pequeños actos de heroísmo que se suscitaron a lo largo de este rescate, eso fue muy atractivo. Me resultó realmente interesante poder contar ese otro lado de la historia.
13 vidas, de Ron Howard, está disponible en Amazon Prime Video.
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