Para la industria del cine afincada en Hollywood, el éxito y el fracaso se expresan de manera unívoca y cuantitativa: mientras el cálculo entre el costo de un film y la recaudación que acumula en la taquilla arroje números positivos, todo está bien en ese mundo. Y si bien esa medida se aplica la mayoría de las veces, también hay raras instancias en las que una película puede resultar un fracaso rotundo aun cuando haya sumado más de 350 millones de dólares en entradas vendidas en todo el mundo.