Romances entrelazados
"Posesión" ("Possession", Estados Unidos/2002). Dirección Neil LaBute. Con Gwyneth Paltrow, Aaron Eckhart, Jeremy Northam, Jennifer Ehle, Lena Headey, Holly Aird, Toby Stephens, Trevor Eve y Tom Hickey. Guión: David Henry Hwang, Laura Jones y Neil LaBute, basado en la novela de A. S. Byatt. Fotografía: Jean Yves Escoffier. Edición: Claire Simpson. Música: Gabriel Yared. Diseño de producción: Luciana Arrighi. Presentada por Warner Bros. Duración: 102 minutos. Para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: muy buena
Con sus dos primeras películas ("En compañía de hombres" y "Tus amigos y vecinos"), Neil LaBute dividió al público entre quienes lo aclamaron como un ácido observador de las relaciones modernas y aquellos que lo acusaron de ofrecer una mirada tan cínica como moralizante. Si con su tercer film, ese cuento de hadas negrísimo que fue "La enfermera Betty", este director que acaba de cumplir 40 años comenzó a sorprender tanto a admiradores como a detractores, con "Posesión" los dejará atónitos e incrédulos.
"Posesión" es la transposición de la célebre novela homónima de A. S. Byatt, ganadora en 1990 del premio Booker. Con la colaboración de los guionistas David Henry Hwang ("M. Butterfly") y Laura Jones ("Retrato de una dama"), LaBute transformó las 555 páginas de virtuosa prosa en 102 minutos de desconcertante narración cinematográfica.
Lo que en el papel era una parodia de los poetas victorianos Robert Browning, Christina Rossetti y Emily Dickinson matizada con una ambiciosa intriga de suspenso ambientada en el mundillo académico actual, en pantalla es, básicamente, un historia romántica old fashioned en la que el realizador vuelve a demostrar su talento para la escritura de diálogos y el trabajo de sus actores (LaBute es también un sólido director teatral).
"Posesión", elogiada por la crítica norteamericana y destruida brutalmente por la inglesa, es una película que -en su estructura temporal y en varias de sus aproximaciones temáticas- se anticipa a la sobrevalorada "Las horas", aunque el espectador la podrá visualizar mejor como una cruza entre "La amante del teniente francés" y cierta ambición estética que remite al dúo Ismail Merchant-James Ivory.
La película narra de manera paralela (pero exquisitamente interconectada) una historia del presente con otra del siglo XIX. Un graduado norteamericano llamado Roland Michell (Aaron Eckhart, actor-fetiche de LaBute) y la joven profesora británica Maud Bailey (Gwyneth Paltrow) vencen las resistencias iniciales y se unen para seguir las pistas de dos poetas victorianos: él es un experto en Randolph Ash, un celebrado autor que en apariencia vivió felizmente casado, y ella, una eminencia en Christabel LaMotte, escritora homosexual y feminista. Sin embargo, la aparición de unas cartas de amor parecería demostrar que entre ellos hubo bastante más que una simple admiración artística.
LaBute va construyendo la compleja relación (dominada por la atracción, pero también por el miedo, los prejuicios y los traumas que ambos acarrean) entre Roland y Maud, mientras ellos van desentrañando la fascinante historia oculta de Ash y LaMotte (interpretados en la ficción histórica por Jeremy Northam y Jennifer Ehle).
En cambio, lo que nunca termina de funcionar en "Posesión" es una tercera subtrama, que se ubica dentro de ese subgénero generalmente tan apasionante como el de las novelas detectivescas sobre el mundo literario, que aquí enfrenta a dos bandos en pugna por los manuscritos de la época victoriana, pero sin alcanzar un mínimo de suspenso y credibilidad.
Embriagados de amor
Esa y otras fallas de "Posesión" la convierten en una película irregular, por momentos fallida, pero no alcanzan a herir el interés que despierta todo el talento y la inteligencia de un autor como LaBute.
No es fácil encontrar en el cine contemporáneo un guionista y director capaz de darle a la palabra el valor, la belleza y el sentido que alcanzan en sus películas (y especialmente en ésta). Es como si sus héroes románticos (los victorianos y los actuales) se amaran tanto o más a través de la palabra que en lo físico, y este esfuerzo de oratoria por momentos épica alcanza un vuelo capaz de subyugar al espectador.
Resultaría estéril plantear aquí la discusión que tanto gusta a los académicos literarios respecto de si la transposición (y la condensación) que propone LaBute acerca de la ambiciosa novela de una escritora tan cotizada es "fiel" o "respetuosa".
Lo importante es preguntarse si, como también ocurrió en el caso de Philip Haas cuando filmó otro libro de Byatt ("Angeles e insectos"), la película funciona en términos de solvencia dramática y de narración cinematográfica. Sin llegar a ser una película completamente lograda, "Posesión" tiene suficientes méritos como para que la respuesta resulte afirmativa.
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