Romance bajo el sol italiano
"Bajo el sol de Toscana" ("Under the Toscan sun", Estados Unidos/Italia, 2003). Dirigida por Audrey Wells. Con Diane Lane, Sandra Oh, Lindsay Duncan, Raoul Bova, Pavel Szajda, Roberto Nobile. Guión: Audrey Wells, sobre un libro autobiográfico de Frances Mayes. Fotografía: Geoffrey Simpson. Música: Christophe Beck. Producción: Tom Sternberg y Audrey Wells. Presentada por Buena Vista Internacional. Duración: 113 minutos. Para todo público.
Nuestra opinión: buena
La bella Italia es un lugar mejor que cualquier otro para darse una segunda oportunidad en la vida, sobre todo cuando se ha alcanzado cierta edad. Hace un par de años, "Pan y tulipanes" mostraba cómo una mujer casada, condenada a la rutina, encontraba el amor y la libertad en Venecia. Con un poco menos de magia, pero con ternura y buen sentido del ritmo de comedia, "Bajo el sol de Toscana" describe el cambio que experimenta una norteamericana de San Francisco, malamente divorciada, cuando, por un instinto súbito, compra una villa semiderruida cerca de Florencia.
Allí, la escritora Frances Mayes (Diane Lane) se desprenderá del dudoso glamour americano y se pondrá en contacto más estrecho con la naturaleza, que incluye no sólo gatos, víboras, tormentas eléctricas, lechuzas y recolección manual de aceitunas, sino también, y muy especialmente, un amante latino. Este artículo de primera necesidad para la entristecida Frances se presenta con nombre arquetípico, Marcello (Raoul Bova), y confiere al paisaje un atractivo adicional y a la película la cuota de romance que, ni más ni menos que en esa medida, le hace falta.
La medida justa: ése es el logro y también el límite de esta comedia. No demasiado inteligente como para distraerse con los diálogos, pero tampoco tan tonta como para que el espectador renuncie, por vergüenza, a identificarse con lo que está viendo. Muy poco osada, pero no tan poco como para eludir las diferentes realidades del sexo (al respecto, la amiga lesbiana de Frances que interpreta Sandra Oh es quien la convence para que se vaya a pasear por Italia... en un tour gay). Ni muy melosa ni tan refinada que no se pueda derramar una lágrima. Basada en un caso real, pero no tanto, ya que el libro original fue modificado en un detalle nada menor, la verdadera Frances no compró su casa por una inspiración del destino, después de la separación, sino que ya la tenía, junto con su esposo, antes de separarse. De curso previsible, tiene algunos destellos, como la cita de "Las noches de Cabiria", que parecen estar ahí para marcar alguna diferencia que no termina de plasmarse. Y, sin embargo, sencilla como es, sin pretensiones, "Bajo el sol de Toscana" proporciona un rato de placer sin exigir esfuerzo alguno, lo que no es poco decir en estos tiempos. A ese placer contribuye, por cierto, la belleza indescriptible del paisaje y el buen retrato de las costumbres populares del país del sol y del vino.
Aunque sin exagerar, se nota que hay una mujer detrás de las cámaras. Los trazos de Audrey Welles -también guionista y autora, en ese carácter, de comedias de tres estrellitas, entre ellas "Como perros y gatos"- son, indudablemente, más delicados que los de muchos de sus colegas masculinos dedicados a estas misma especialidades.
El protagonismo de Diane Lane es absoluto: está casi todo el tiempo en la pantalla. Es una mujer bonita y una buena actriz (también en su justa medida) que comenzó su carrera pisando fuerte, en "Cotton Club", de Coppola, y después tuvo un prolongado bajón del que, como su personaje en la Toscana, intenta recuperarse con este film.
Una sorpresa para amantes del cine -además de la recurrente invocación a Fellini, que se prolonga con un homenaje a "La dolce vita"- la constituye la breve aparición del extraordinario director Mario Monicelli, a sus 88 años, como un anciano fiel a sus pasados amores que, en la escena final, saluda a la protagonista tocándose aristocráticamente el ala del sombrero.