Rogue One y su mirada multicultural a una galaxia muy, muy lejana
La elección de otra mujer, Felicity Jones, para encabezar el elenco de esta nueva historia de Star Wars, al frente de un elenco en el que hay actores latinos y asiáticos, está marcada por la importancia de la taquilla global y la necesidad de todos los públicos de verse representados en estas historias
“Un grupo multicultural liderado por una mujer se enfrenta a un Imperio de supremacistas blancos”. Parece un ataque a Donald Trump , el presidente electo de los Estados Unidos pero también es una posible sinopsis de Rogue One: Una historia de Star Wars , formulada casi como pièce de résistance en las redes sociales por uno de sus guionistas, Chris Weitz. La reacción no se demoró: una campaña en Twitter para boicotear la película (#DumpStarWars), que no pasó a mayores.
No es la primera película de Star Wars que tiene una protagonista femenina: El despertar de la fuerza fue el exitoso debut de Daisy Ridley como Rey, la protagonista que “tomaba la posta” (de manera metafórica y literal) de manos de personajes como la princesa Leia (ahora General Organa). No lo hizo sin críticas: el guionista Max Landis acusó a Rey de ser una Mary Sue, una idealización tipo “fan-fiction” de un personaje femenino, sin fallas, unidimensional, etc. Las respuestas no tardaron en llegar. Si el Episodio VII fue el primer protagónico de la franquicia para una mujer, su coprotagonista era, por primera vez, un afroamericano, John Boyega.
Rogue One continúa en el sendero de la disrupción en la elección de sus actores. Uno de los principales motivos detrás de esa decisión es que los estudios de mercado que se hacían en los ochenta en Hollywood para determinar a qué tipo de público estaba destinada una película de gran presupuesto, como demostraba Jay Epstein en La gran ilusión -libro que desmenuza la taquilla dentro de los 50 estados de la Unión- ya no son tan claros: Titanes del Pacífico pasó sin pena ni gloria por las salas norteamericanas pero se convirtió en un éxito moderado en el resto del mundo. Warcraft se salvó del fracaso al ser un hit en China. El mercado norteamericano ya no tiene la última palabra: el resto del mundo se escucha cada vez más alto y fuerte.
La guerra de las galaxias, en 1977, fue producto de la imaginación desbocada de George Lucas que bebía de clásicos del cine tan diversos como La fortaleza escondida, Más corazón que odio, Metrópolis y hasta –para la escena de la condecoración de los héroes de la resistencia– El triunfo de la voluntad, el documental nazi de Leni Riefenstahl. Pero aunque el cine de Akira Kurosawa y la cultura nipona fueron una gran influencia para el universo Star Wars, nunca un actor oriental interpretó a un personaje con protagonismo en esas películas, aún cuando los jedi con sus sables de luz son primos de fantasía de los samurái. Donnie Yen, en Rogue One, parece suplir esa falencia interpretando a un monje-guerrero ciego que puede sentir “la fuerza”, es decir, la versión de Zatoichi de Star Wars.
Pero sin dudas la elección más llamativa es la del coprotagonista: Diego Luna , el actor mexicano de Y tu mamá también, como uno de los rebeldes que comanda Jyn Erso (Felicity Jones ) para robar los planes del arma de destrucción masiva del Imperio, la Estrella de la Muerte. “Me alegro que exista esta película en este momento. Es una película sobre el trabajo en equipo, sobre la diversidad que nos enriquece y sobre el compromiso. El cine refleja el mundo. El mercado no es un solo país. El mercado es global y la audiencia quiere ser representada.”
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