Rocky IV: en su nuevo corte, Sylvester Stallone desecha los fragmentos más “vergonzosos”, reivindica a Apollo Creed y ningunea a su exesposa, Brigitte Nielsen
En el marco del BAFICI, se estrena Rocky vs. Drago: el corte definitivo del director, la oportunidad que el creador de la saga encontró para modificar algunos puntos que consideraba endebles en la película estrenada en 1985
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Fue la cuarta entrega, la más vista de la saga de Rocky y, al mismo tiempo, la menos sutil dentro de una saga muy poco sutil. Rocky Balboa versus Iván Drago, Estados Unidos versus la Unión Soviética (como todavía se denominaba a mediados de los 80), dos guantes embanderados que chocan y explotan como preludio de un conflicto político que se iba a dirimir en un cuadrilátero de boxeo a trompada limpia.
Y sin embargo, a pesar de que las binarias intenciones estaban más que claras entonces, treinta y siete años después nos venimos a enterar que Sylvester Stallone nunca estuvo conforme con aquella película. Incluso cuando sus 65 millones de dólares de recaudación la colocaron en un podio virtuoso junto a la primera Volver al futuro y a Rambo II. Y como en 2020, el actor y director estaba en su casa, encerrado y aburrido pandemia mediante, no tuvo mejor idea que remontar todo aquello y presentar un flamante corte. Una “nueva vieja entrega” de la saga rebautizada (no sea cosa de confundir todavía más): Rocky vs. Drago: El corte definitivo del director, que se podrá ver en la Argentina en el marco del BAFICI, en dos funciones, el jueves 28 y el sábado 30.
¿Qué necesidad había de pasar por todo esto de nuevo? Al decir de Stallone en el documental que acompañó el lanzamiento en los Estados Unidos, es una cuestión casi existencial: “Nunca pensé que íbamos a hacer más de una entrega. Hasta el día de hoy no puedo explicar qué es Rocky, y tal vez eso sea lo bello de todo. Nadie va por la vida sin las rodillas con moretones o los nudillos lastimados, es una gran pelea, y creo que ahí está la identificación. Muchas veces la vida nos hace ir más allá de lo que pensamos que podemos. Nada te golpea tan fuerte como la vida, te va a dejar tirado y, mientras la dejes, te va a seguir golpeando. Si pudieras volver atrás y editar tu película, te garantizo que lo abordarías con sensibilidad, sabiduría y confianza, preguntándote por qué no lo hiciste así la primera vez. Es un gran rompecabezas, me gusta ser parte de esta máquina del tiempo”.
Dejando de lado la filosofía barata, mejor ir a los zapatos de goma. Rocky vs. Drago: El corte definitivo del director se deshizo de todos aquellos elementos que infantilizaban la franquicia en busca del voto juvenil ochentoso -como el insoportable robot mayordomo o las interminables secuencias familiares con el nene que hacía de hijo-, y redirecciona la dirección a un conflicto de adultos. También, afortunadamente, desapareció el inicio con los guantes explotando: “Pensé que eso era muy interesante en ese momento. Ahora lo veo de la misma manera que vería una película de ciencia ficción de Marte, con pequeños platillos voladores sostenidos por un hilo. Así me sentí cuando vi los guantes”.
La enumeración de cambios podría seguir, algunos son imperceptibles y otros más inherentes al devenir de la historia. Pero esencialmente, y aquí es donde hay que buscar los principales motivos de este relanzamiento, Rocky IV es ahora la película de Apollo Creed. El personaje interpretado por Carl Weathers es el primero que aparece en pantalla luego de un resumen del film anterior, marca registrada de la saga. Y de esta manera marca el tono del relato, manteniéndose -tanto presente como omnipresente- a lo largo de todo el metraje.
Incluso su trágico combate con Iván Drago (Dolph Lundgreen) sufrió varios cambios, trascendentales a los ojos de Stallone: “Quiero demostrar que Apollo cayó peleando, no siendo asesinado. Mejora su legado, y también muestra que Drago es vulnerable. No es el tipo que te va a pasar por encima, entonces después tal vez Rocky tenga una chance contra él. Es increíblemente fuerte, pero Apollo le pega también, antes que la edad y el desfasaje hagan lo suyo. Un guerrero es un guerrero hasta el final, y aunque sea derrotado, hay nobleza en esa derrota. En la versión anterior parecía que lo mataban por egocéntrico. Era demasiado superficial”.
¿Suena a justicia divina? Podría ser, hace tiempo que Sly reconoce que haberlo eliminado de la historia fue un error: “Fue una tontería. Pensé que necesitaba ese tipo de trampolín para proyectar el drama hacia adelante, con mayor velocidad. Con su físico disminuido habríamos visto un lado diferente de Apollo, algo que hasta ese momento no conocíamos de él. Habría quedado en silla de ruedas y convertido en una especie de figura paterna, mentor, hermano. Algo como lo que fue Mickey (Burgess Meredith) en las primeras entregas. También habría cambiado las continuaciones, Rocky V no habría existido así, y probablemente Rocky Balboa no habría sucedido de esa manera. Podría haber seguido viviendo veinte años más”.
Sin embargo, lo más probable es que el actor y director haya tomado nota de lo que provocó la aparición de Dolph Lundgreen en Creed 2 (2019). Si a la primera entrega de esta suerte de spin off, donde el apellido se resignificaba a través del hijo de Apollo (Michael B. Jordan), le fue tan bien, su secuela en torno al enfrentamiento del muchacho con Viktor Drago (el gigantesco Florian Munteanu) llevó a la ovación de la platea. El rescate emotivo cubrió las falencias del film, y la secuela recaudó aún más que su predecesora. De cara a Creed 3, que ya está casi lista con potencial estreno a fines de este año o principios del que viene, nada mejor que encontrar la forma de seguir “aumentándole el precio” al querido Apollo.
Como apunte de color de Rocky vs. Drago, en los 40 minutos que se modificaron del metraje adicional (que fue “sacar y poner”, porque la duración total es prácticamente la misma), desapareció gran parte de la actuación de Brigitte Nielsen. La entonces esposa del actor tenía bastante más protagonismo, que ahora fue prolijamente eliminado, dejando su trabajo casi como un cameo.
En contraposición, Lundgreen suma minutos, tanto arriba como abajo del ring, reafirmando su condición de Frankenstein del box, una idea que estuvo desde los primeros guiones, para contrastar con la humanidad a prueba de golpes de Balboa. Basta recordar aquella secuencia de entrenamiento en la que Rocky corría por la nieve, mientras Drago tenía un hangar con lo último en tecnología. Otra de las tantas “metáforas” del film. Y como era de esperar dado el título, la pelea final en esta nueva edición está llena de planos y contraplanos nunca antes vistos que, si no la vuelven más dramática, al menos le agregan dinamismo.
Dicho esto, también hay que resaltar que la edición no es de las mejores por escasez de materia prima, dejando en evidencia por qué algunas escenas descartadas habían quedado prudentemente tiradas en la sala de montaje. “No creía en mi capacidad como director, de la misma manera que lo hago ahora -explica Stallone-. Ahora tengo sabiduría, experiencia, me doy cuenta de lo que es valioso. Más allá del brillo, lo más valioso es lo que hay debajo de eso”.
¿Se podía vivir sin una nueva versión de Rocky IV? La verdad es que sí, pero al menos en esta renovación se ha desechado lo más vergonzoso del original, emprendiendo un camino de mayor dramatismo y compromiso con los personajes. Lo que, en una película de este tipo, ya es mucho decir.
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