Con el talento que viene mostrando desde Lilo & Stich y Cómo entrenar a tu dragón, Chris Sanders muestra una historia de cambio de perspectiva, que fuerza al protagonista a compartir el mismo espacio con animales en estado de naturaleza
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Robot salvaje (The Wild Robot, Estados Unidos/2024). Guion y dirección: Chris Sanders. Fotografía: Chris Stover. Música: Kris Bowers. Edición: Mary Blee. Con las voces originales de Lupita N’yongo, Pedro Pascal, Kit Connor, Bill Nighy, Stephanie Hsu, Mark Hamill, Ving Rhames. Distribuidora: UIP. Duración: 102 minutos. Calificación: apta para todo público. Nuestra opinión: muy buena.
Gracias a Robot salvaje, una de las mejores películas animadas surgidas de los grandes estudios de Hollywood en los últimos años, podemos pensar ahora en un podio completo ocupado por historias de estas características que tienen como protagonista a un robot.
El que nos ocupa aquí se llama Rozzum 7134, tiene voz de mujer y fue diseñado para cumplir órdenes y cumplir tareas asignadas por seres humanos. Hasta que un visible cambio en su naturaleza hecha de metal y programación inteligente lo transforma en otra cosa, mucho más sensible y cercana a las emociones y los sentimientos de otras especies. Algo parecido ocurrió con los personajes centrales de El gigante de hierro (1999), de Brad Bird, y WALL-E (2008), de Andrew Stanton, dos indiscutidas obras maestras.
Chris Sanders, el artífice de esta gran película, está a la altura de sus distinguidos colegas. Lo sabíamos desde su obra previa (Lilo & Stitch, Cómo entrenar a tu dragón), rebosante de ingenio, creatividad y ese componente esencial que distingue a la animación del resto de los géneros cinematográficos: un concepto visual amplio, flexible y completamente libre en términos de colores, formas y diseños, a través del cual se hace posible construir cierta mirada sobre el mundo que llega con naturalidad a chicos y grandes.
Lo que Robot salvaje hace es consolidar todavía más los valores presentes en la obra de Sanders: el retrato familiar, la conexión vital que se establece entre seres desconocidos, el cumplimiento de una misión y la energía que se emplea para llevarla a cabo.
Animación tradicional
A la vez, todas las películas de Sanders (y esta no es la excepción) siguen una línea directa con los trazos más nobles y elegantes de la animación tradicional. Los recursos digitales y las herramientas de vanguardia no son más que herramientas útiles para depurar un estilo propio de los viejos artesanos. El mundo animal que muestra Robot salvaje está poblado, efectivamente, de ejemplares y especies que reconocemos como tales. El único rasgo humano es el de la voz, que no aparece de manera forzada. Cada animal se expresa como para que lo entendamos después de que el robot adapta su programación a su habla respectiva.
Adaptada del primero de los populares libros ilustrados de Peter Brown, Robot salvaje se instala en una isla en donde rige a pleno la vida en estado de naturaleza. No hay humanos alrededor de una frondosa fauna que sigue todas las reglas de la cadena alimenticia: algunas especies son más débiles y otras, depredadoras. El primero de los muchos chistes (unos cuantos, excelentes) que ofrece la trama tiene que ver con la muerte de una de las crías de una zarigüeya.
Roz (así lo llamarán todos de aquí en adelante) se va acomodando de a poco al entorno, con la compañía del astuto zorro Fink y del encantador gansito Brightbill, recién nacido y necesitado de destrezas básicas (nadar, volar) imprescindibles para la supervivencia. Junto con ellos y otras especies se va armando un relato que habla muchísimo de descubrimientos, aprendizajes, travesías, desconfianzas y el misterio de lo desconocido.
Robot salvaje también habla, con la sutileza admirable de unas pocas y elípticas pinceladas, del destino de la humanidad en un futuro que no se nos presenta precisamente venturoso. El viaje está lleno de humor, ternura, un vértigo perfectamente comprensible (otra gran marca de autor de Sanders) y algunas escenas memorables.
El momento previo a la partida de una enorme bandada de aves migrantes quedará entre los momentos más extraordinarios de la animación hecha en Hollywood con talento, destreza técnica, emoción, capacidad de asombro y un amor incondicional por la aventura. Las voces originales (Lupita N’yongo, Pedro Pascal, Kit Connor, Bill Nighy) funcionan a la perfección como rúbrica de ese camino.
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