"Rey Arturo", de la leyenda a la realidad
Llega el film que deja de lado los mitos medievales y afirma que el personaje combatió en tiempos del Imperio Romano
LOS ANGELES.- "Olvídense del romanticismo medieval, de los caballeros en brillantes armaduras y del castillo de Camelot. Olvídense también de la espada en la piedra y de la versión cristianizada de la búsqueda del Santo Grial. No hay más leyenda, sino hechos históricos largamente comprobados. Los primeros grupos con los que testeamos la película lo ratificaron: nos dijeron que esta es la primera vez que se habla de estos personajes en forma creíble".
El que habla es David Franzoni, el productor y guionista de "Gladiador". Ante la prensa internacional reunida durante una soleada mañana en el piso más alto de un elegante hotel de la zona de Century City elige palabras tan enfáticas como sugerentes para explicar cómo el celebérrimo rey Arturo, aquel que se reunía con sus caballeros en la Mesa Redonda y blandía la invencible Excalibur, no responde más a la imagen mítica de tantos relatos ambientados en tiempos medievales y, en cambio, es una figura histórica de existencia real más o menos comprobada que vivió y luchó en la etapa final del Imperio Romano, cinco siglos antes de lo que argumentan todas las leyendas.
Aquí, el espíritu más genuino de las superproducciones de Hollywood se mezcla con el revisionismo histórico. De esta rara mezcla surgió "Rey Arturo", la nueva producción del poderoso Jerry Bruckheimer ("La roca", "Armageddon", "Pearl Harbor"), que aspira a llevar adelante una suerte de deconstrucción del mítico escenario que siempre hemos conocido (basta con recordar "Excalibur", el film que en 1981 dirigió John Boorman) en torno de un personaje siempre considerado como más legendario que auténtico.
Tan decidido está Bruckheimer para defender el punto de vista de este film, cuyo estreno en la Argentina anuncia Buena Vista para el próximo jueves, que hasta quiso que la prensa especializada hablara con historiadores que en los últimos años profundizaron las investigaciones según las cuales Arturo fue, en realidad, un guerrero al servicio de Roma en tiempos en que todavía las islas británicas formaban parte de ese imperio. El linaje familiar de nuestro héroe se remonta al también soldado Lucius Artorius Castus, asignado a las tropas que custodiaban el llamado "muro de Adriano".
"Seguir con la leyenda no tenía sentido cuando había tantas evidencias para apoyarse en la realidad histórica -afirma Franzoni-. Pero lo más difícil de lograr cuando se hace una película sobre hechos ocurridos en tiempos antiguos es lograr la inmediata identificación del espectador a partir de alguna conexión que le permita unir el hoy con el ayer."
El guionista se entusiasma con una visión tan provocativa como arriesgada, que confiesa haber entregado a Bruckheimer la primera vez que ambos hablaron sobre el proyecto: "Le dije que imaginaba la caída de Saigón y allí veía a Arturo y a sus caballeros sin poder subir al último helicóptero porque tenían que cumplir otra misión. Y a Merlín como Ho Chi Minh, al frente del Vietcong".
En la película, según el guionista, Arturo y sus compañeros de batalla "no son caballeros de armadura al rescate de románticas damas sino mercenarios asesinos, como en «La pandilla salvaje», de Sam Peckinpah". Ginebra (o Guinevere, en el original) es una chica de armas tomar, resuelta a unirse a Arturo y a enamorarse de él para luchar contra un enemigo común. Y Merlín es el líder de los Pictos, "un guerrillero hecho y derecho" según el punto de vista del guionista.
Semejante enfoque provocó tantas sorpresas previas como la elección de Antoine Fuqua, el realizador norteamericano de color más habituado a dirigir videoclips o films de acción en tiempos actuales ("Día de entrenamiento" o "Lágrimas del sol") que películas de perfil histórico.
"Admito que no es común que un afroamericano como yo se meta en proyectos de este tipo, pero además de la cuestión racial yo soy ante todo un director. Y me interesó sobre todo el viaje personal que hace Arturo, alguien que nace guerrero y llega a convertirse en rey", explica el director.
Fuqua eligió rodearse de un elenco en el que no hay nombres rutilantes o potencialmente taquilleros, sino preferentemente actores de origen europeo con prestigiosos antecedentes escénicos: desde los británicos Clive Owen (Arturo), Ioan Gruffudd (Lancelot), Stephen Dillane (Merlin), Ray Winstone (Bors) y Hugh Dancy (Galahad) hasta el sueco Stellan Skargard (Cerdic), el danés Mads Mikkelsen (Tristan) y el alemán Til Schweiger (Cynric).
Tal vez la única excepción sea la jovencísima y también británica Keira Knightley (Ginebra), que a los 19 años tiene abierta una promisoria carrera en Hollywood gracias a "La maldición del Perla Negra", también producida por Bruckheimer. Aquí, como todo el elenco, debió someterse a un intenso entrenamiento previo de más de tres meses. "Cuando me levantaba, lo primero que hacían era alcanzarme una espada para practicar. Después llegaban las clases de arquería. Y ni hablemos de andar a caballo", dice la actriz, cuyo frágil aspecto al natural (pelo suelto, remera, jeans) contrasta con el vigor de su personaje.
Owen, por su lado, admite que antes del rodaje jamás se había subido a un caballo. "Le dije a la producción que no podía hacerlo de un día para el otro. Por suerte el entrenamiento duró varios meses, con clases de varias horas al día cinco veces por semana. Hoy no sé si lo hago bien, pero estoy seguro que he logrado transmitir la impresión de que para mi personaje estar sobre un caballo es lo más natural del mundo. Ahora me gusta tanto que lo disfruto junto a mis hijos", explica el actor.
El nombre de Owen es uno de los más mencionados cuando se habla del futuro rostro de James Bond: "Yo soy un actor y me gusta hacer este trabajo, pero prefiero no imaginarme a mí mismo en el futuro como un héroe de acción. Prefiero hacer personajes más intensos y profundos, aunque jamás me interesó trabajar a partir de un método. Siempre prefiero confiar en mi propio instinto".
El film por dentro
- “Rey Arturo” se filmó de junio a noviembre de 2003 con un presupuesto de entre 90 y 100 millones de dólares. El rodaje tuvo lugar en distintos exteriores de Irlanda.
- El proyecto estaba en la cabeza del productor Jerry Bruckheimer desde 2000, cuando convocó a Michael Bay (“La roca”) a dirigirlo, pero después de trabajar casi cinco años con el guión éste decidió apartarse. “Bay estaba más interesado en el mito clásico”, reconoció el guionista David Franzoni.